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Daniela Leytón Michovich

Columna de Daniela Leytón

               

La partida del papa Francisco marca el inicio de un nuevo cónclave que deberá designar a su sucesor. Este proceso se desarrolla en un escenario inédito: al menos 108 de los 135 cardenales con derecho a voto fueron nombrados por el propio Francisco, en lo que CNN ha calificado como la conformación más diversa en la historia de la Iglesia Católica.

En este contexto, la pregunta que flota en el aire no es solo quién será el nuevo Santo Padre, sino desde dónde hablará Roma. ¿Será elegido un papa del norte global o uno que continúe el giro hacia el sur iniciado por Francisco? Es ahí donde cobra relevancia la geopolítica del Vaticano.

Empecemos por entender qué es la geopolítica. De acuerdo con Carlos de Meira Mattos (2002), esta puede entenderse como “la aplicación de la política a espacios geográficos, bajo la inspiración de la historia”. En este sentido, el Vaticano no es solo un microestado teocrático, sino un actor internacional con una capacidad de influencia que se despliega a través de un sistema institucional reticular que se extiende por gran parte del planeta. Su poder entonces no es únicamente espiritual: es diplomático, estratégico y  simbólico.

El Vaticano ejerce una forma de diplomacia moral no excenta de contradicciones, por ejemplo, en diversas coyunturas la iglesia optó por el silencio frente a los conflictos armados; a pesar de esto, Francisco logró sostener un diálogo permanente con las parroquias en Gaza para estar al tanto de toda la situación. Por otro lado, mientras la iglesia se ha mostrado reticente al reconocimiento pleno de las diversidades sexo-genéricas, este grupo humano fue atendido por el papa Francisco en las audiencias de los días miércoles con la mediación de Sor Geneviève.

Si observamos una de las dimensiones de política estratégica, la pugna en el Vaticano está marcada por una tensión interna que abarca dos grandes bloques: uno europeo conservador, y otro más alineado con el sur global, que aboga por una mayor justicia social, respeto al medio ambiente y la lucha contra las desigualdades. La propuesta de la corriente del sur global, quedó claramente expresada en la encíclica Laudato Si´  uno de los documentos más influyentes del pontificado de Francisco.

Existe una posibilidad concreta de que el próximo papa provenga del sur global, sin embargo, esto no implica necesariamente una reforma estructural de la Iglesia Católica, que hasta ahora resalta su imperdonable impunidad frente a los abusos sexuales cometidos contra menores de edad, así como la marginación histórica y la justificación discursiva patriarcal de la violencia en contra  de las mujeres.El rol de la iglesia en la política global, requiere que un nuevo pontífice sea capaz de trascender los gestos simbólicos y que en sintonía con el armazón estructural institucional,  impulse verdaderas transformaciones.

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Daniela Leytón Michovich es psicóloga política y cientista social (El gato de Schrödinger)

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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