David Moreno
Las elecciones del 17 de agosto dibujaron un nuevo escenario político, después de casi 20 años que un régimen autoritario gobernó el país. El MAS, el de Evo Morales, y de Luis Arce, han llevado al país a un retroceso histórico. Una Bolivia en crisis económica, casi en bancarrota, angustiante para la mayoría de los bolivianos. Esa es la nación que el masismo deja como herencia miserable para el próximo gobierno.
Y en este balotaje, en la segunda vuelta, en la que se definirá quién presidirá el gobierno, ya sea Rodrigo Paz, o Jorge Quiroga, se requiere que estas dos fuerzas políticas contengan la virulencia de la ‘guerra sucia’, de la que fue víctima el candidato Samuel Doria Medina en la primera vuelta.
Y frenar la vehemencia verbal, las agresiones líricas, las mentiras y calumnias, es imperiosamente necesario, porque después del 19 de octubre, los asesores extranjeros se irán con los maletines llenos de dólares, y dejarán un país dividido, en disputa y en enemistad. Cuando es precisamente todo lo contrario que los ciudadanos bolivianos y bolivianas requieren, amor, paz, reconciliación para reconstruir esta patria, porque se avecinan tiempos duros. El próximo gobierno, sea de Rodrigo o de Jorge, va a necesitar de un gran acuerdo de gobernabilidad en el Parlamento, porque solos no pueden. No tienen los dos tercios que se requiere para aprobar los cambios que se necesitan de manera urgente.
Y en este escenario, las tres fuerzas políticas, el Partido Demócrata Cristiano, la Alianza Libre, y la Alianza Unidad de Doria Medina, tendrán que enterrar sus diferencias y negociar un gran acuerdo de gobernabilidad por el bienestar de Bolivia.
Y ahora, aquellos que se rasgan las vestiduras, despotricando contra el candidato contrario, reproduciendo mentiras o medias verdades de «la guerra sucia’, tendrán que morderse la lengua después del 20 de octubre. La polarización política produce odios y rencores, heridas que después cuesta que sanen y cicatricen. Bolivia necesita ser sanada con amor y no con odio. La crisis dejada por el MAS, no será superada rápidamente, porque es más fácil destruir que construir, y el próximo gobierno tendrá una durísima tarea para estabilizar el país y lograr crecimiento económico para todos.
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David Moreno es periodista
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