Juventudes en Bolivia: Una Generación con Desafíos y Potencial Transformador

Opinión

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Sumando Voces

Walberto Tardio Flores

En un continente joven como América Latina, donde la edad promedio es de 29 años, las juventudes representan un segmento poblacional clave para el presente y futuro. Sin embargo, el informe “Juventudes: Asignatura Pendiente”, elaborado por la Friedrich Ebert Stiftung (FES), revela una mezcla de frustración, desconfianza y optimismo que define la realidad de los jóvenes en Bolivia.

Bolivia actualmente enfrenta una paradoja juvenil. Por un lado, el 52% de los jóvenes está insatisfecho con el funcionamiento de la democracia, y un preocupante 39% considera que un gobierno autoritario podría ser preferible bajo ciertas circunstancias. Por otro lado, un 68% defiende la democracia como el mejor sistema de gobierno, lo que indica que su crítica no se dirige al sistema en sí, sino a cómo se implementa.

En el plano económico, los números también son alarmantes. El 51% de los jóvenes no está satisfecho con su situación económica, y 48% busca empleo sin éxito. La precariedad laboral y la falta de oportunidades han llevado a un 54% de los jóvenes a considerar la emigración como una solución, un dato que refleja la crisis estructural que enfrenta esta generación. En el plano gubernamental, la desconfianza hacia las instituciones democráticas es evidente: solo el 8% confía en el Poder Ejecutivo, mientras que los partidos políticos y el Poder Judicial generan desconfianza en más del 50% de los jóvenes. En contraste, las universidades (25%) y la iglesia (19%) son las instituciones con mayores niveles de confianza, aunque estas cifras siguen siendo bajas.

A pesar de su desconfianza hacia la política tradicional, los jóvenes no son apáticos. Si bien solo el 11% está afiliado a un partido político, muchos optan por formas de participación no partidarias: 41% muestra interés en el activismo digital y 49% participaría en voluntariados o actividades de la sociedad civil. Este cambio de paradigma indica una preferencia por acciones concretas y comunitarias en lugar de los mecanismos tradicionales de participación.

La polarización también marca la visión de los jóvenes. Un 41% cree que los conflictos entre bolivianos son inevitables, y un 40% siente incertidumbre sobre el futuro del país. Sin embargo, destaca el optimismo individual: 82% cree que su situación personal mejorará en los próximos cinco años, una muestra de resiliencia frente a las dificultades. En el espectro político ideológico, tres de cada cinco jóvenes (60%) se identifican como centro, mientras que el resto se divide equitativamente entre izquierda y derecha. Dato que evidencia que los jóvenes bolivianos muestran un claro descontento con los extremos ideológicos tradicionales, evidenciado por su inclinación hacia el centro. Este posicionamiento refleja desilusión con las opciones polarizadas de izquierda y derecha, percibidas como ineficaces para abordar problemas estructurales. En lugar de etiquetas rígidas, priorizan soluciones prácticas y menos ideologizadas que respondan a sus demandas concretas, como empleo, educación y salud de calidad. Este fenómeno sugiere un proceso de resignificación ideológica, donde temas transversales como el medio ambiente y la educación superan los clivajes tradicionales. Además, esta tendencia abre oportunidades para liderazgos renovados y propuestas equilibradas que respondan de manera inclusiva a las necesidades de esta generación.  Sin embargo, sus posturas van más allá de estas etiquetas: 87% prioriza el cuidado del medio ambiente, 85% respalda la educación y salud gratuitas y 78% apoya la educación sexual integral. En contraste, temas como el matrimonio igualitario (49%) y el aborto (39%) enfrentan mayor resistencia, en línea con los valores tradicionales y conservadoras de la sociedad boliviana.

La juventud boliviana, que representa un 46,5% del padrón electoral, tiene el potencial de moldear el rumbo del país. Aunque actualmente solo seis de los 166 asambleístas titulares tienen menos de 28 años, la participación juvenil podría ser clave para renovar las estructuras políticas y superar las barreras estructurales que enfrentan. Las juventudes, a pesar de sus desafíos, están llenas de potencial transformador. Para aprovecharlo, es crucial que las instituciones y los partidos políticos escuchen sus demandas, ofrezcan espacios reales de participación y reconozcan el valor de una generación que, a pesar de todo, cree en su capacidad de cambio. El futuro de Bolivia depende de cómo integre a su población más joven en la construcción de un país más justo e inclusivo.

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Activista y estudiante de Derecho Ciencias Políticas y Sociales.

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