Inventario de la cultura boliviana producida en el Oriente

Opinión

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Carlos Hugo Molina

Con el título “Inventario de ciudadanía, cohesión social y progreso desde el Oriente, aporte cultural de Santa Cruz para la Bolivia del Bicentenario. Y viceversa”, he presentado un Ensayo en el Centro de la Cultura Plurinacional de Santa Cruz.

El título lleva, además, una suerte de resumen provocador: “Para que Santa Cruz conozca a Santa Cruz. Para que Bolivia conozca a Santa Cruz y al Oriente.” No es ingenuo ni el momento ni el contenido crítico de la investigación y se ofrece como un puente, desde la Antropología Cultural, para desentrañar esta suerte de misterio que existe en los discursos sobre Santa Cruz. Vemos que los candidatos de todos los signos políticos tratan de manifestar su cercanía, conocimiento e involucramiento con esta parte de Bolivia, con manifestaciones, en algunos casos, risibles.

El Ensayo propone un Inventario y establece una Línea de Base con evidencias empíricas, de la construcción cultural ejecutada desde el Oriente con la que se ha enriquecido la consciencia nacional. La posibilidad de comprender el desarrollo de Santa Cruz, es parte de una memoria colectiva regional no explicitada en toda su dimensión, que sin embargo y a pesar de un olvido a veces forzado, construyó una narrativa con eventos concretos, y comprobamos, fortalecen sin mucho esfuerzo, el relato del desarrollo nacional.

De la misma manera que sería muy difícil explicar este desarrollo exclusivamente desde la visión nacional como pretenden algunos, tampoco sería razonable hacerlo únicamente desde las iniciativas locales si tomamos en cuenta los recursos económicos y humanos que se necesitaron. Sólo una acción complementaria, no siempre pacífica, de recursos y decisiones nacionales sumadas a las experiencias y potencialidades regionales históricas que sumaban al factor tierra, capacidad organizadora, movilizadora y reivindicacionista de los habitantes de Santa Cruz, pudieron lograr los elementos para armar el rompecabezas de lo que hoy es Bolivia.

El Ensayo se propone como una lectura para bolivianos sin complejos ni prejuicios mientras recorre el territorio del Oriente los últimos 70 años y relata la manera cómo se articula con la visión de desarrollo que nos plantea el Bicentenario; la investigación deja en evidencia cómo el poder y la economía se habían construido históricamente alrededor de Potosí/Sucre, luego se traslada a La Paz de manera violenta durante la Guerra Federal y hoy, confluye hacia Santa Cruz, sin incorporar el debate sobre la Capitalía y el ejercicio de los poderes, que no están en discusión.

¿Habría podido Santa Cruz soportar este proceso, sin un sustento espiritual y cultural que reforzara el excedente simbólico y favoreciera el excedente económico que hoy genera en favor de Bolivia? La respuesta es no. El Ensayo identifica y enumera los caminos construidos por la Cultura y que hoy se expanden desde el Oriente.

El Occidente de Bolivia no entendió al Oriente de Bolivia porque en él no había minas… Cuando la distancia se volvió Tierra y generó riqueza, cambió la perspectiva y el interés y así se describe nuestra vida cuando incorporamos el Memorándum de 1904, el Plan Bohan y comprendemos la unidad entre la Guerra del Chaco y la Revolución Nacional.

El Memorándum, redactado por Plácido Molina Mostajo, Ángel Sandoval Peña y José Benjamín Burela de la Sociedad Geográfica e Histórica de Santa Cruz, se refería al Oriente como el espacio geográfico que se extendía desde el Territorio de Colonias (Pando) hasta el Chaco, convirtiéndose hoy en el espacio conocido como la Media Luna. Modernamente, la categoría “Media Luna” fue acuñada por el Informe de Desarrollo Humano de Bolivia elaborado por el PNUD en 1993, bajo la dirección de Fernando Calderón Gutiérrez, siendo cargada posteriormente con descalificaciones ideológicas de separatismo, muy lejos de su concepto y su propuesta original que sigue plenamente vigente.

El lector será sorprendido por la secuencia de nombres, instituciones y circunstancias nacionales, que son incorporados en el Inventario y que amplían el entramado histórico y cultural sobre el que se ha construido la metáfora reiterada de la «locomotora económica».

Nuestro reto es el futuro y las elecciones de este Bicentenario deben servir para reconciliarnos con él.

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Carlos Hugo Molina es director de innovación del CEPAD.

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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