Filosofar en la escuela

Opinión

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Sumando Voces

Hernán Cabrera M.

Después de cientos de días clavados en el celular, en la computadora, en el Iphone, en la Tablet, ¿no les parece que es hora de darles otros espacios a los niños, niñas y adolescentes? Pues ahora, que dentro de pocos días empezará un nuevo año escolar, en una gestión intensa como lo será este 2025.

Pero, ahí estarán los profesores para ser los instrumentos fundamentales para alimentar espiritualmente a sus alumnos, utilizando sus metodologías, pero hay una que es transversal: la filosofía, como disciplina que cuestiona y que nos ubica en el centro de la realidad para afrontarla.

La realidad es intensa, dinámica, tensa, a veces cruel y violenta, que se expresa en diferentes hechos cotidianos, como las violencias sexual, física, psicológica, mediática hacia las niñas, niños y adolescentes; en la dialéctica de la política boliviana que cada vez es de alto voltaje de insultos, agresiones y denuncias ente los protagonistas. Pero preguntará usted ¿Qué tiene que ver con la formación de sus hijos todo ello que pasa alrededor? Pues mucho.

Pues bien, acá van algunos aportes para que la escuela y la familia tome nota, empezando ya nomás a impulsar políticas educativas y acciones para humanizar la escuela, para filosofar la vida en la escuela, para armonizar el desarrollo de cada niño y niña, y no se vayan convirtiendo en autómatas, en robots, en máquinas o en seres humanos débiles, cobardes e indiferentes.

Hoy más que nunca necesitamos la filosofía en las familias, en la escuela, en los círculos de amigos, en las universidades, en los centros de formación, en fin, en la vida diaria.

Diez pautas humanas, desde la filosofía para implementar en el sistema educativo y en el seno familiar, que apuntan a despertar y fortalecer a un niño vital, creativo, capaz, libre, emprendedor y responsable. Enseñar y decirle que:

1.- Que la vida es lo más importante, y la que se desenvuelve en un permanente aprendizaje, además se alimenta de los esfuerzos y lágrimas que protagonizan papá y mamá, para asegurar la formación escolar de todos ellos.

2.- Que este Planeta Tierra es el único que tenemos y que no es nuestro, donde cada detalle cuenta para su cuidado y protección, como el no botar la basura donde uno quiera.

3.- Que debemos impulsarles a lanzarse a vencer los riesgos y los obstáculos que la sociedad siempre tiene frente a cada uno de sus integrantes, pero en base a los valores de bondad, solidaridad, justicia y de respeto hacia los otros.

4.- Cultivar el alma, el espíritu, el cerebro con los detalles de la vida y con las lecturas poderosas y revitalizantes que nos han dejado filósofos, literatos, científicos, religiosos, cuyos escritos no están hechos para grandes o todólogos, sino para ellos, que son más sensibles y aptos para aprender.

5.- Impulsarlos a que reflexionen, que hagan y que digan lo que ellos piensan, sin tener miedo a las burlas o a las equivocaciones, alimentarlos en un viaje a su interior para que emerja la curiosidad y el sombro en sus cabecitas.

6.- Generarles las condiciones para despertar en ellos la fuerza innovadora y el impulso de la creatividad, que todo niño tiene potencialmente en sus corazones, en sus voluntades y en sus estados de ánimo.

7.- Motivarlos a desarrollar todas sus capacidades, potencialidades, destrezas, habilidades desde las manuales, intelectuales, a través de los juegos didácticos y de las ciencias humanas, como la filosofía, la psicología, la pedagogía, el deporte.

8.- Darles responsabilidades para que repartan de la mejor forma sus tiempos que tienen, para el ocio la diversión, para el estudio, para el descanso y que no se dejen atrapar por las maravillas y sorpresivos adelantos que de forma permanente tienen los aparatos celulares y otros. Usar las tecnologías, no dejarse y absorber por ellas.

9.- Decirles a los niños y niñas que cada paso que darán les costará, pero que luego recibirán el doble en cada esfuerzo que desplegarán por su presente y futuro.

10.- Así como esperan del Papa Noel, que les llueva de regalos, así deben exigirse que sus deseos se vayan cumpliendo, pero asumiendo que ellos son los protagonistas de cada logro que harán y de que cada paso, de que ellos son los artífices de sus decisiones y que la sociedad los espera con los brazos abiertos.

En estos retos, el profesor cumple un rol fundamental. Me permito compartir lo que hizo el maestro Louis Germain, con el pequeño niño Albert Camus, que llegó sin zapatos a su escuela, pero luego sería el gran escritor y Premio Nobel de Literatura: “El pedagogo que quiere desempeñar concienzudamente su oficio no descuida ninguna ocasión para conocer a sus alumnos, sus hijos, y éstas se presentan constantemente. Una respuesta, un gesto, una mirada son ampliamente reveladoras. Creo conocer al simpático hombrecito que eras, y el niño, muy a menudo, contiene un germen al hombre que llegará a ser”, palabras de Germain que serían recordadas cada día hasta el fatal accidente de Camus.

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Hernán Cabrera es Lic. en Filosofía y Periodista

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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