¿El inicio del fin de una dinastía?

Opinión

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Sumando Voces

Columna de Daniela Leytón

Daniela Leytón Michovich 

Fujimori ha muerto y la estela de nostalgia que se respira en el centro de Lima es notoria. Se declaró duelo nacional y las palabras generosas hacia el exmandatario se hacen presentes en los medios, a veces con un halo de romantización y alguna que otra crítica recatada, total, la muerte tiene esa extraña virtud de limpiar de culpa o santificar a cualquiera.

Lo cierto es que de forma astuta, Fujimori fue el patriarca de una élite política y económica que se consolidó gracias a las llaves neoliberales de sus Fujishocks, el disfraz de la “democracia”, el desplazamiento de las viejas élites, la instalación del autoritarismo, las alianzas con las iglesias, el populismo en ruedas de tractor y los escombros de la institucionalidad peruana.

Es indudable que la estrategia Fujimorista mostró su eficacia en la extensión del poder a sus herederos Keiko y Kenji. Sobre todo en la réplica de algunas mañas por parte de su hija Keiko en el Congreso Nacional, aunque la aprendiz no pudo jamás igualar la escala de convocatoria de su padre. Ahora bien, queda la duda de si la partida del patriarca acelerará la fragmentación de los seguidores, considerando los múltiples enfrentamientos que en el pasado protagonizaron sus dos hijos, ambos con sed presidencial, ambos con hambre de poder.

Honrarlo ahora, resuelve de forma suficiente e instintiva la incomodidad cognitiva de la nación peruana, esa sensación extraña producto de experimentar creencias y valores contradictorios, esa idea de verlo como un salvador y al mismo tiempo esconder en lo más profundo o silenciar todas las vulneraciones a los derechos humanos o los escándalos de los Vladimiro-maletines como si se tratasen de un costo social inevitable.

La lucha por la memoria será otro reto ¿Qué interpretación de la historia será ofrecida a las nuevas generaciones de peruanos? Superada la disonancia, tal vez sea una oportunidad para una reflexión crítica, siempre y cuando la poderosa injerencia, sobre todo, de los Keikistas no imponga la reproducción de otras narrativas.

De todas maneras, existen jardines con piedras esculpidas con todos nombres de las víctimas del Fujimorato, que a diferencia de las flores que rodean hoy la tumba del exmandatario, tienen aún la fuerza para recordar la impunidad,más allá de los 3 días de duelo en los que esas flores que hoy rodean la tumba estarán marchitas y que esperamos también entierren ese síndrome de nostalgia autoritaria que enrarece el aire del Perú.

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Daniela Leytón Michovich es psicóloga política y cientista social (El gato de Schrödinger)

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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