Del MAS sus miski traps

Opinión

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Sumando Voces

Columna de Daniela Leytón

 Daniela Leytón Michovich  

La táctica perversa y misógina de las honey traps, se utilizó de forma más sistemática luego de la Guerra Fría y sus prácticas no fueron ajenas al régimen cubano ni al socialismo del siglo XXI. Este mecanismo consiste en la instrumentalización del cuerpo de la mujer a partir del uso de su sexualidad para seducir, tener relaciones sexuales y mantener cercanía con el bando enemigo, de tal forma que pueda obtener información.

Para lograr el consentimiento de las “reclutas” (desde ahora miski traps) se presenta su “misión” bajo el retrato de “femme fatale”, dispositivo que tiene la función de velar la cosificación de la mujer mediante el imaginario de que es ella quien tiene el control cuando no es más que un anzuelo.

Entonces, el cuerpo de la miski traps no le pertenece más que a él (la) administrador (a) de este y en el circuito es utilizado para perpetuar la economía política patriarcal. La sexualidad de la “recluta” se confunde con capital político personal cuando lo que sucede es la desintegración progresiva de su agencia y con el paso de los años su aniquilación total. Se niega la emocionalidad, humanidad y autonomía de la miski, que se convierte en una cosa a ser observada, controlada y explotada en nombre del partido, la nación o hasta la “revolución».

Las miski traps germinan en las “juventudes” del partido, en “la pesada”, actúan en las marchas y se exhiben en las redes sociales palmeándose las nalgas, participan en la división de las organizaciones y movimientos sociales, aparecen en trifulcas, se toman fotografías con Juan, Pedro y Martín y ganan así una hoja de vida, eventualmente, se benefician de altos cargos en la función pública.

Bajo el halo falso de la femme se imprime sobre la existencia de la mujer “recluta” la justificación del uso y abuso de su cuerpo para reafirmar el control, porque se asume que es peligrosa, que debe estar vigilada, que se debe amaestrar y aniquilar su autodeterminación para que sirva a los fines.

Se instala la violencia simbólica sobre su existencia, con lo que cualquier acción de daño se justifica como disciplina, una corrección moral o autodefensa. La masculinidad, entonces, ejerce su impunidad al máximo esplendor porque la miski es desechable, con lo que se puede hasta validar su femicidio.

Las miski traps son la carne que sostiene la patria, al patriarca y la revolución, son las fichas con las que se erotiza el poder en lugar de desafiar las jerarquías que exponen a sus cuerpos, los cuerpos que no importan.

El uso de la táctica de las miski traps se reproduce y prevalece porque se asume la idea de que los hombres no tienen autocontrol. Los machos no son adultos con freno inhibitorio desarrollado; por lo tanto, si “caen” con taxi, chalina, vino tarijeño o video en manos de una miski traps, no son culpables, son “víctimas inocentes de sus más bajos instintos”.

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Daniela Leytón Michovich es psicóloga política y cientista social (El gato de Schrödinger)

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

 

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