BRICS en el reordenamiento de las relaciones Norte-Sur

Opinión

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Adalid Contreras Baspineiro

BRICS es una asociación y foro político – económico de países emergentes que, en el contexto del mundo multipolar, participa en el rediseño del orden internacional, haciendo contrapeso al poder unilateral que ejerce e G7l, que está compuesto por los Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá (G8, con la incorporación de la Unión Europea). El BRICS en su origen estuvo compuesto por Brasil, Rusia, India y China con el nombre BRIC. El año 2010 se incorpora Sudáfrica y la asociación pasa a denominarse BRICS, por las iniciales de sus cinco Estados miembros. A partir del 1 de enero de 2024 se incorporan Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía y por eso la denominación de BRICS+ o BRICS PLUS.

Nuevas y viejas narrativas Norte-Sur

No existe una sola manera de definir las relaciones Norte – Sur, existen matices interpretativos. Una de las interpretaciones es la visión polarizante de la Guerra Fría entre Oriente y Occidente o entre Comunismo y Capitalismo. Otra, de raíz dependentista, divide el mundo entre países desarrollados y subdesarrollados, o entre países ricos y pobres. El elemento común es la distribución asimétrica del mundo. En la realidad actual del mundo multipolar, la definición admite entrecruzamientos que generan una situación liminal en la que las visiones tradicionales no alcanzan para aprehender el presente y, en una paradoja intelectual, otras renovadoras no pueden prescindir de las anteriores.

Por eso, interpretaciones “fukuyamistas” como que ya no existen las ideologías y aspiran a un sistema aséptico, no pasan de ser errores de consigna, poco meditados y nada pertinentes. En la realidad contemporánea estamos viviendo un cambio de larga maduración, una coyuntura crítica con transformaciones a escala mundial, un proceso que Juan Tokatlián llama “post-occidental”, por el surgimiento desde el Sur global, de otro centro de gravitación.

Entender las relaciones Norte-Sur supone que, junto con la identificación de las relaciones asimétricas, se reconozcan otras variables. Una de ellas, cuestionable en la era de la globalización que diluye las fronteras comerciales y simbólicas, es el territorio, que llevó a identificar geográficamente al Norte con los Estados Unidos y Europa y los otros continentes con el Sur. De todas maneras, es un factor que, con sus limitantes, tiene su asidero de realismo mágico. Otra variable es la identidad, que supera consideraciones geográficas para asumir criterios de percepción diferenciados sobre la distribución desigual de poder en el sistema internacional y de los roles que los países juegan en él, ya sea para legitimarlo o subvertirlo. Así, existen países que han logrado importantes niveles de industrialización y desarrollo, pero que siguen perteneciendo al bloque de los sures, porque no son admitidos como iguales en los nortes. Desde el diseño colonial los del Norte se asumen compactos y con potestades heredadas para dominar el mundo, mientras que los del Sur, que representan una multitud heterogénea, se autogeneran en movimientos de países no alineados que buscan otro orden internacional.

Dado este estado de situación, algunas lecturas afirman que la emergencia de China genera una arquitectura de dos Nortes: uno encabezado por Estados Unidos que busca recuperar su hegemonía en Occidente, y otro encabezado por China que busca ocupar espacios con políticas de inversión, comercio, financiamiento y asistencia. Existen también lecturas que asumen que se produce una nueva representación de las diferencias entre países pobres y países ricos con nuevas dependencias, y rematan sus visiones estableciendo una nueva polaridad forzando la vigencia de una vieja interpretación que divide el mundo en Socialismo (China, Rusia) y Capitalismo (Estados Unidos, Europa).

Lo cierto es que, en nuestros tiempos de multipolaridad, el mundo está organizado en varios centros que crean vínculos, dependencias y cooperación entrecruzados y yuxtapuestos con otros centros. Incluso un mismo país puede pertenecer a 2 o más esquemas diferenciados, como es el caso de Brasil, China, India y Sudáfrica que participan en los BRICS y en el G20. Por otro lado, y a diferencia de las relaciones de tensión con separación en la Guerra Fría, se producen diálogos entre opuestos, por ejemplo, acuerdos bilaterales de comercio, inversiones, educación y cooperación entre China y los Estados Unidos. Los sures que representaban el Tercer Mundo se convierten en un “Sur global” que mantiene su naturaleza emancipadora. En este contexto surgen iniciativas como BRICS, que conjugan los intereses heterogéneos de países desarrollados como China y Rusia, con otros emergentes como Brasil, India y Sudáfrica y otros en subdesarrollo como Etiopía. Su unidad se sustenta en el propósito de construir una alternativa capaz de alterar el orden internacional con geopolíticas inclusivas.

La importancia geoestratégica del BRICS

En este contexto el BRICS+ se convierte en otra alternativa. Concentra alrededor de 3.500 millones de personas, que representa al 46% de la población mundial; tiene el 29% del PIB mundial, por delante del G7 que tiene el 27%. Su economía en conjunto vale más de 28,5 billones de dólares, alrededor del 28% de la economía mundial. Según proyecciones del FMI, el 2028 representará el 33,6% de la producción mundial, en comparación con el 27% del G7. Los países BRICS+ tienen el 41% de las reservas mundiales de petróleo, más del 53% de las reservas mundiales de gas natural y del 40% de las reservas de carbón.

El grupo es dispar, por eso su potencialidad geoeconómica debe medirse en su conjunto, como alianza que, unida, representa una triple oportunidad: de proyección para sus economías con poder en el concierto internacional, de crecimiento para sus economías relativas o de menor desarrollo, y de proyección económica y política como conjunto. Para ello, los países de mayor desarrollo deberán jugar el rol de “hegemon benévolo”, promoviendo la superación de las asimetrías, que se constatan en la composición del PIB de sus países miembros: China 17,96 billones, India 3,39 billones, Rusia 2.24 billones, Brasil 1,92 billones, Arabia Saudita 1,92 billones, Emiratos Árabes Unidos 0,51 billones, Egipto 0,48 billones, Sudáfrica 0,41 billones, Irán 0,39 billones, Etiopía 0,31 billones.

En este contexto cobra importancia la necesidad de promover una cooperación más significativa. Uno de los mecanismos para estos necesarios procesos de superación de las asimetrías es el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), que tiene como socios a Bangladesh, Brasil, China, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, India, Rusia y Sudáfrica. Sus funciones se centran en la financiación de proyectos de infraestructuras que incluyen sistemas de distribución de agua y de producción de energía renovable, transporte, vivienda, y otros.

Por lo escrito, la geoestrategia de los BRICS+ no puede ser medida sólo en términos económicos, sino también geopolíticos. Esto se refleja en las posibilidades de incorporación de nuevos socios. Al respecto, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa afirmó que «compartimos nuestra visión del BRICS como defensor de las necesidades y preocupaciones de los pueblos del Sur Global, éstas incluyen la necesidad de un crecimiento económico beneficioso, el desarrollo sostenible y la reforma de los sistemas multilaterales». Aquí, en la constitución del Sur Global, radica la importancia histórica y estratégica del BRICS+.

BRICS+ está camino a ejercer el control de la Ruta Marítima del Norte, el Corredor de transporte internacional Norte-Sur, la Iniciativa de la Franja y la Ruta que vincula el Golfo Pérsico, el Mar Rojo y el Canal de Suez, y varios corredores terrestres con nodos de las Rutas Marítimas de la Seda. Su simbiosis con la OPEP que está dirigida por Rusia y Arabia Saudita, es inevitable. En estas condiciones se avizora una reorientación geoestratégica que podría modificar la arquitectura de las relaciones internacionales.

Desde el Sur (América Latina, Asia y África) ha surgido una fuerza capaz de reordenar el concierto internacional con una posición contrahegemónica con capacidad de promover una multipolaridad inclusiva. Geopolíticamente BRICS+ es el paradigma de la cooperación Sur-Sur y la representación del Sur Global. Pero para no repetir la historia, su legitimación como actor protagónico en el orden internacional, está sujeto a encarar acciones en temas estratégicos irresueltos como democratizar el orden internacional para la construcción de políticas que garanticen la vida en el planeta. Esto supone garantizar una paz sostenible, la seguridad, la autodeterminación de los pueblos, la legitimidad de los derechos humanos y de la naturaleza, la lucha contra la crisis climática, el desarrollo de la ciencia, la tecnología, la educación y la salud, el reconocimiento de la diversidad y la interculturalidad, la lucha contra el hambre, y la creación de condiciones locales para el promover el bienestar y el desarrollo.

La expansión del BRICS+

En la XV Cumbre de los BRICS celebrada en Johannesburgo (23-24 de agosto de 2023), cerca de treinta países expresaron su deseo de acercamiento o de futura adhesión. Las características y condiciones de incorporación de nuevos miembros que deberán afinarse en la XVI Cumbre a realizarse en Kazan, Rusia, entre el 22 y 24 del presente mes de octubre, definían estos espacios: países miembros que componen al acrónimo BRICS; BRICS+ o BRICS Plus; y el Nuevo Banco de Desarrollo. Y los principales factores que han dinamizado la estructura BRICS son: es un mecanismo cooperativo para los países emergentes; es una plataforma de vinculación y negociación económica entre países emergentes; y constituye un puente entre los países desarrollados y emergentes.

La composición de BRICS+ y la diversidad económica, geográfica y política de países con distintos grados de desarrollo que aspiran a integrarse, señalan diferencias que conducen a la necesidad de complementar el criterio condicional de países emergentes a razones relacionadas con constituir un contrapeso geopolítico con representatividad del heterogéneo cuanto dinámico Sur Global, para generar diálogos con las contrapartes, que pongan en el centro de las decisiones la vida digna en el planeta.

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Adalid Contreras es sociólogo y comunicólogo boliviano

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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