Bolivia al borde: Entre la persecución y la incertidumbre electoral

Opinión

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Cecilia Vargas

Esta semana, tras aparecer en un documental relacionado con los hechos sucedidos el 26 de junio del 2024 en la sede de gobierno, fueron citados a declarar a la Fiscalía personas que tienen visibilidad pública, entre ellos, el economista Gonzalo Chávez, que publica semanalmente columnas y hace análisis económicos y reclama reiteradamente que la solución para los problemas es la educación. Gonzalo es conocido no solamente como economista sino como docente universitario. También citaron a Jaime Dunn, analista político y económico, quien recientemente anunció su candidatura a la presidencia del país, y que anda con las voces liberales por las redes sociales. Entre los citados también está el ingeniero Edgar Villegas, quien el 2019, en el programa de Ximena Galarza, en Televisión Universitaria, denunció irregularidades, mostrando las incompatibilidades entre actas y reportes de las elecciones de ese año, siendo una prueba más del fraude. 

Estas citaciones y la detención del abogado Jorge Valda la anterior semana no son casuales y, si bien es absurdo pensar en un vínculo de estos personajes con el pseudogolpe, esta acción es infame y daña la reputación tan bien ganada que tienen. El mensaje es para los demás, es para callar la boca a quienes piensan diferente, a quienes simplemente tienen el derecho a manifestar sus ideas,  a interpelar, no precisamente  desde una cámara legislativa, que por cierto ya no tiene la posibilidad de interpelar al Ejecutivo, sino de ejercer democracia y libertad plenas.

Aunque el Ministro de Gobierno declaró que considera que no se iba a detener  a quienes salieron en la presentación de un documental inventado para crear un relato de intento de golpe de Estado, nos muestran que el camino hacia el totalitarismo está cada vez más consolidado y esto nos debe llevar a reflexionar sobre varios puntos, entre ellos: ¿Se realizarán las elecciones este agosto? ¿Quién va a detener todo esto? Queda claro que estamos atravesando múltiples crisis, hace unas semanas el foco de atención de la gente estaba en la falta de combustible y en los precios de la canasta familiar, eso no ha cambiado, pero se está haciendo más evidente la crisis de institucionalidad y de ejercicio pleno de la democracia y de la libertad.

Respecto  a las elecciones de agosto, resulta que uno de los diputados del MAS, Israel Huaytari, presenta un recurso  de inconstitucionalidad con el argumento de defender la paridad en las candidaturas y, aunque el presidente en ejercicio del TSE, Francisco Vargas, dijo que está asegurada la fecha de elecciones para el 17 de agosto de este año, ¿qué está tratando de hacer el legislador masista?, que las elecciones no prosperen. ¿Eso debe sorprendernos?, para nada. El MAS ha demostrado que no le interesa la democracia ni la institucionalidad y eso de la paridad, si hubiéramos visto verdadero respeto a las mujeres y valoración a sus capacidades, podríamos otorgar el beneficio de la duda, sin embargo, en la ALP hemos visto que el MAS solamente ha instrumentalizado la paridad legislativa, queriendo por discurso, y no con verdaderos argumentos, poner a legisladoras mujeres utilizadas como carne de cañón para vergonzosos enfrentamientos en el hemiciclo.

Pasando a la otra pregunta, ¿quién va a detener lo que ha destruido el MAS?, me refiero al deterioro constante de la democracia y la falta de institucionalidad en todas las instancias. Eso, si las elecciones corren su curso, está en manos de todos los bolivianos y su decisión a la hora de emitir el voto. Si bien el bloque de unidad de oposición se ha diluido, en política, que es el arte de lo posible, todo puede pasar, desde seguir considerando la unión, hasta que los postulantes declinen sus candidaturas a último momento apostando por quien tenga más oportunidades  y que uno de los opositores gane.

El que gane tendrá una difícil tarea, sin embargo, será la única oportunidad, porque ahora no se está enfrentando una elección más, sino la posibilidad de salvar o hundir al país, salvarlo hacia un estado democrático, institucional, y libre, o empujarlo a un estado autoritario, que detiene analistas y opinadores, que inventa relatos para establecerlos dentro y fuera de las fronteras como ocurrió con el relato del golpe del 2019, cuando lo que muchos vivimos y la OEA declaró como manipulaciones dolosas, irregularidades e inconsistencias, fue fraude electoral, que derivó en la renuncia de Evo Morales.

No seamos indiferentes ante situaciones que amenazan nuestros derechos más básicos y, así como se hicieron virales los enfrentamientos entre un señor renegón y una señora que recogía tunas, así viralicemos lo que está pasando en Bolivia respecto a la persecución política. Hoy fueron Jorge Valda, Gonzalo Chavez, Jaime Dunn, Joshua Bellot, Paul Coca, Armin Lluta y otros más, mañana podría ser cualquiera.

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Cecilia Vargas es cirujana y docente universitaria

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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