Los daños colaterales de los bloqueos: las heridas sociales

Opinión

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Hernán Cabrera M.

Las heridas entre comunidades, amigos, compañeros, hermanos son lo queda de los bloqueos y asesinatos de bolivianos. Esas heridas no se repararán por sí solas, quedarán abiertas y ahora los ayllus no serán mirados como vecinos, ni los vecinos serán mirados como tales. Serán enemigos del uno contra el otro.

Esto es lo que provocó también Evo Morales con su ambición de llegar al poder a como dé lugar. Herir los sentimientos entre los miembros de un misma comunidad, ciudad y de familias. Es uno de los daños colaterales graves que se producen detrás de cada conflicto de alta dosis de violencia, como los que vienen ocurriendo en este país, agobiado siempre por una espiral de conflictos y de bloqueos permanentes.

Pero estas heridas sociales y familiares las arrastramos desde la instalación de las crueles dictaduras de Banzer y García Meza principalmente. Heridas que aún quedan abiertas y lacerantes, porque aún hay cientos de desaparecidos, asesinados, sin que sus restos hayan sido encontrados y sin justicia clara para los verdugos. Ya están muertos los principales, pero quedan los resabios, la bronca, las ansías de venganza en las familias de las víctimas de las dictaduras, que no pueden superar los golpes que han recibido con la desaparición de un hermano, padre, madre, hijo, tío o amigo cercano.

Sin embargo, hay que salvaguardar las distancias de esas épocas de las dictaduras militares con lo que está pasando en nuestra democracia, asediada por propios y extraños, por los que fueron hijos de la democracia y que hoy gozan de sus beneficios, pero que se vienen convirtiendo en verdugos directos. Hay distancias por los años y el significado de los regímenes totalitarios y democráticos.

El devenir en las comunidades del norte de Potosí, de algunas zonas de La Paz, de Cochabamba, no será el mismo, transcurrirá en medio de las sospechas, del miedo, de andarse con cuidado, porque cada uno de ellos ha entrado en una dialéctica de que mi amigo es ahora mi enemigo, que mi vecino de antes ahora es mi verdugo, del campesino no es tan campesino, es un bloqueador.

Las muertes de los policías no solo significan la pérdida de vidas humanos, sino el despertar del dolor y a veces del odio de parte de los familiares del asesinado, muerto en cumplimiento de su trabajo, circuito en la que todos los bloqueadores llegan a ser sospechosos de ser el asesino o el que permitió que se atente contra la vida de un ser humano, que más allá de que sea policía, campesino, citadino, es una persona con sueños, esperanzas, luchas, con ansias de vivir más su vida.

Las heridas sociales que está provocando el actual conflicto por la habilitación de Evo Morales como candidato a la Presidencia rumbo a las elecciones nacionales del 17 de agosto, siempre han sido las que no se han sanado ni tampoco han preocupado a los actores que están en las refriegas, para ellos es mejor si hay violencia, heridos y muertos, porque así se justifican en sus demandas, así se victimizan y le dirán al mundo que el pueblo está herido, que el poder asesinó a sus hermanos. Pero esas heridas continuarán abiertas, profundamente lacerantes, y nos darán golpes a la conciencia, a la sensibilidad y a la dignidad como país.

Las heridas entre los  humanos que se abren en los conflictos que se desencontrolan o tienen alta dosis de violencia con enfrentamientos entre bolivianos, que exigen la participación de los policías y militares, porque así tiene que ser, sino que cada cual haga lo que quiera, serán una deuda que tendrá que ser reparada en la Bolivia del bicentenario.

Estas heridas no le importan a Evo Morales, ni a sus seguidores, ni tampoco al gobierno, porque actúan bajo la lógica de quién es el más fuerte, el más poderoso, el que manda y en su pugna las vidas humanas poco importan y mucho menos esos daños colaterales en el seno de las comunidades campesinas, de los ayllus, de municipios, de familias y de sectores sociales, que están profundamente divididos y polarizados, haciendo el juego de la polarización, al que nos han conducido los que comandan los bloqueos, que no son por razones colectivas y de bienestar para grupos sociales, son por otros fines políticos-electorales.

“Esa gente de Evo está disfrutando de la muerte de mi hermano”, dijo la hermana del policía Barrozo a El Deber.

Ni esas heridas ni los muertos importan a los exministros de Evo Morales que lanzaron un comunicado apoyando la violencia y aplaudiendo los bloqueos criminales de los evistas, usando la demagogia al extremo para  justificar la muerte de los policías y la destrucción de los bienes del Estado y de privados. Toda persona debería tener una dosis de dignidad y convicciones, y no tener que decir y hacer lo que les mandan desde el Chapare.

“Evo Morales y sus cómplices han cometido delitos graves del ámbito penal, son delincuentes confesos, y con los delincuentes el lenguaje que los bolivianos empleamos es diferente; nos han violentado, nos han vestido de luto nuevamente; lloramos a nuestros cuatro jóvenes policías emboscados y asesinados cobardemente, el culpable continúa prófugo, sentimos que ningún adjetivo es denostación, nos hierve la sangre y vamos a combatirlo hasta verlo donde le corresponde, en el marco de un Estado de Derecho”, escribió en su muro de Facebook, la activista ambiental y de derechos humanos, Alicia Tejada.

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Hernán Cabrera es periodista y Lic en Filosofía

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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