Carlos Derpic
Durante los últimos días, ha circulado en redes sociales un artículo titulado “El síndrome de Hubris, la enfermedad de los líderes”, referido al libro de David Owen que, a su vez, titula “En el poder y en la enfermedad. Enfermedades de Jefes de Estado y Jefes de Gobierno en los últimos cien años”. En dicha obra, el autor (un neurólogo y político británico), a lo largo de 1288 páginas, aborda los casos de muchos presidentes y primeros ministros que manifestaron el mencionado síndrome y trata de explicar qué es lo que les sucedió. Desfilan por sus páginas personajes como Boris Yeltsin, John Kennedy, George W. Bush, Margaret Thatcher, Adolfo Hitler, Tonny Blair, Mao Zedong y varios más.
Quienes padecen el síndrome de Hubris son personas que se caracterizan por un comportamiento soberbio y arrogante, asentado en el poder que ostentan (que creen eterno) y que les lleva a considerarse mesías, salvadores de la humanidad, de los pobres, de los indígenas del mundo, etc.; se sienten capaces de realizar tareas titánicas y creen saberlo todo.
El investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM Federico Bermúdez Rattoni, aclara que se trata de una característica de personalidad y del momento en que una persona está en cierta situación social en la cual puede adquirir o tener mucho poder, por lo que se hace adicta a él. En el sitio web “consultavelasquez.com” se encuentran los síntomas psicolopatológicos relacionados con el poder: Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad; sentimiento de superioridad; desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades; el rival debe ser vencido a cualquier precio; la pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor; desprecio por los consejos de quienes les rodean; alejamiento progresivo de la realidad. Los sujetos que padecen este síndrome son muchas veces narcisistas y pueden ser bipolares
Como se puede advertir, varios jerarcas pueden engrosar la lista de Owen. De hecho, en el libro están también Cristina Fernández y Hugo Chávez; y, sin dificultad, puede incluirse en el mismo a Evo Morales y varios de sus muchachos y muchachas.
Ahora bien, para los antiguos griegos la hybris era un comportamiento deshonroso y digno de censura. Esa actitud arrogante provocaba la fulminación de los dioses, porque era la mayor perversión de la naturaleza. Heródoto fue uno de los que se refirió al tema, señalando que la divinidad fulmina con sus rayos al que tiene ese comportamiento.
Infelizmente, la hybris no es sólo individual sino colectiva y eso es, entre otras cosas, lo que está llevando a la Tierra (Gaia o Pachamama) a un punto de no retorno. Los poderosos de este mundo, no sólo los occidentales sino también chinos, rusos y otros de la misma laya, que pretenden mostrarse como enemigos del imperialismo, hacen oídos sordos a varios mandamientos bíblicos, pero curiosamente han puesto en práctica la parte del libro del Génesis que dice que Dios ordenó a los seres humanos que tuvieran dominio sobre los animales que habitan la Tierra, que la llenaran y la sometieran. La han sometido bárbaramente y con ello han quebrado la re-ligación del ser humano consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con el sentido transcendente de la vida. En la misma línea están los cooperativistas mineros bolivianos que se la pasan contaminando ríos con mercurio.
Dice al respecto Leonardo Boff que el género humano ha priorizado la fuerza de autoafirmación en desmedro de la de integración: “descubrió la fuerza de su inteligencia y su creatividad; y usó esta fuerza para ponerse encima de los demás. En lugar de estar junto a los demás seres, se puso sobre ellos y contra ellos”.
El cambio climático y el calentamiento global, que están afectando gravemente a nuestro planeta, son consecuencia de ello. Los tenebrosos fenómenos que estamos viviendo, como el gran deshielo de los cascos polares, incendios devastadores en muchas regiones del mundo (Canadá y Filipinas), ciclones impresionantes, inundaciones y sequías, no son fenómenos naturales, sino producidos por el género humano.
La tesis fundamental de la física cuántica y de todo discurso ecológico señala que todos los seres están Inter ligados, que todo es relación y no existe nada fuera de la relación. Por ello, no debemos continuar con esta posición arrogante y soberbia frente a la Tierra. En vez de hybris busquemos más areté. Si no lo hacemos, sucumbiremos todos.
La Hybris (Hubris) y nuestro futuro
Carlos Derpic
Durante los últimos días, ha circulado en redes sociales un artículo titulado “El síndrome de Hubris, la enfermedad de los líderes”, referido al libro de David Owen que, a su vez, titula “En el poder y en la enfermedad. Enfermedades de Jefes de Estado y Jefes de Gobierno en los últimos cien años”. En dicha obra, el autor (un neurólogo y político británico), a lo largo de 1288 páginas, aborda los casos de muchos presidentes y primeros ministros que manifestaron el mencionado síndrome y trata de explicar qué es lo que les sucedió. Desfilan por sus páginas personajes como Boris Yeltsin, John Kennedy, George W. Bush, Margaret Thatcher, Adolfo Hitler, Tonny Blair, Mao Zedong y varios más.
Quienes padecen el síndrome de Hubris son personas que se caracterizan por un comportamiento soberbio y arrogante, asentado en el poder que ostentan (que creen eterno) y que les lleva a considerarse mesías, salvadores de la humanidad, de los pobres, de los indígenas del mundo, etc.; se sienten capaces de realizar tareas titánicas y creen saberlo todo.
El investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM Federico Bermúdez Rattoni, aclara que se trata de una característica de personalidad y del momento en que una persona está en cierta situación social en la cual puede adquirir o tener mucho poder, por lo que se hace adicta a él. En el sitio web “consultavelasquez.com” se encuentran los síntomas psicolopatológicos relacionados con el poder: Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad; sentimiento de superioridad; desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades; el rival debe ser vencido a cualquier precio; la pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor; desprecio por los consejos de quienes les rodean; alejamiento progresivo de la realidad. Los sujetos que padecen este síndrome son muchas veces narcisistas y pueden ser bipolares
Como se puede advertir, varios jerarcas pueden engrosar la lista de Owen. De hecho, en el libro están también Cristina Fernández y Hugo Chávez; y, sin dificultad, puede incluirse en el mismo a Evo Morales y varios de sus muchachos y muchachas.
Ahora bien, para los antiguos griegos la hybris era un comportamiento deshonroso y digno de censura. Esa actitud arrogante provocaba la fulminación de los dioses, porque era la mayor perversión de la naturaleza. Heródoto fue uno de los que se refirió al tema, señalando que la divinidad fulmina con sus rayos al que tiene ese comportamiento.
Infelizmente, la hybris no es sólo individual sino colectiva y eso es, entre otras cosas, lo que está llevando a la Tierra (Gaia o Pachamama) a un punto de no retorno. Los poderosos de este mundo, no sólo los occidentales sino también chinos, rusos y otros de la misma laya, que pretenden mostrarse como enemigos del imperialismo, hacen oídos sordos a varios mandamientos bíblicos, pero curiosamente han puesto en práctica la parte del libro del Génesis que dice que Dios ordenó a los seres humanos que tuvieran dominio sobre los animales que habitan la Tierra, que la llenaran y la sometieran. La han sometido bárbaramente y con ello han quebrado la re-ligación del ser humano consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con el sentido transcendente de la vida. En la misma línea están los cooperativistas mineros bolivianos que se la pasan contaminando ríos con mercurio.
Dice al respecto Leonardo Boff que el género humano ha priorizado la fuerza de autoafirmación en desmedro de la de integración: “descubrió la fuerza de su inteligencia y su creatividad; y usó esta fuerza para ponerse encima de los demás. En lugar de estar junto a los demás seres, se puso sobre ellos y contra ellos”.
El cambio climático y el calentamiento global, que están afectando gravemente a nuestro planeta, son consecuencia de ello. Los tenebrosos fenómenos que estamos viviendo, como el gran deshielo de los cascos polares, incendios devastadores en muchas regiones del mundo (Canadá y Filipinas), ciclones impresionantes, inundaciones y sequías, no son fenómenos naturales, sino producidos por el género humano.
La tesis fundamental de la física cuántica y de todo discurso ecológico señala que todos los seres están Inter ligados, que todo es relación y no existe nada fuera de la relación. Por ello, no debemos continuar con esta posición arrogante y soberbia frente a la Tierra. En vez de hybris busquemos más areté. Si no lo hacemos, sucumbiremos todos.
__________________________________________________________________________________________________________
Carlos Derpic es abogado.