Franz Kafka hace 110 años nos alertó sobre César Apaza

Opinión

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Sumando Voces

Hernán Cabrera M.

Abu ¿qué es la justicia?

La justicia es un derecho humano y quienes están a su cargo deben ser rectos. O sea, mi niña, es rectitud. 

Pero déjame que te ilustre mejor con un solo caso que hace 166 días los bolivianos somos testigos de lo que no es la justicia e incluso con otro nombre este caso hace 110 años el escritor checo, Franz Kafka (1883-1924), lo dejó plasmado en su libro “El proceso”, que apareció en 1914 y ocasionó una tormenta de los encargados de la justicia de Praga. 

“Un día, poco antes de marcharse del banco, K. recibió una llamada telefónica. Se le comunicaba a presentarse inmediatamente en la secretaría del tribunal. Se le advirtió: no debía desobedecer”, el personaje principal de la obra es permanente perseguido, acusado, procesado y al final sentenciado, pero lo paradójico es que el señor K. nunca supo por qué tenía todo el peso de la justicia encima. 

Josef K., el ciudadano que toda su existencia vivió perseguido, vigilado, y luego detenido, además de ser ejecutado sin que pesara sobre él ninguna acusación o delito, es el protagonista del libro El Proceso de Franz Kafka, en el que se refleja el drama absurdo de la soledad, la angustia, la injusticia y la incertidumbre, problemas acuciantes que atraviesa el hombre y la mujer en este mundo moderno, súper globalizado, intercomunicado y cercano. Seguramente, usted no querrá que le pase igual que Josef K., que ahora en tiempos de democracia puede ser detenido en cualquier instante y en cualquier lugar. Esa fue su marca, su destino y la forma de interpelar a la sociedad que no lo dejó ni un instante suspirar tranquilamente. La justicia le cayó con todo el peso y la injusticia, pese a que no le demostraron nada, sino que fue Josef K. una víctima de cómo funcionaba el sistema, y para este sistema no existen inocencias, dignidades, honores, solo máquinas a las que hay que hacerles permanentes ajustes, golpearlas, cambiar de piezas, trasladarlas a otro lugar, reemplazarlas y botarlas. 

Ese sistema sólo obedece órdenes, las mismas que hay que cumplirlas, sin importar la inocencia o culpabilidad del que será ejecutado o enviado entre rejas.

Pues bien, ese personaje, el señor K. es lo que le pasa hoy a César Apaza, el gran dirigente de la Asociación de Productores de Coca de Los Yungas, detenido hace más de 166 días, a quien todo el poderoso sistema judicial y del poder político, lo tomaron como trofeo para dar un mensaje a todo aquel que se atreva a cuestionar las medidas del gobierno.

Apaza fue detenido de forma brutal el 22 de septiembre de 2022, el fiscal lo acusa de varios actos de violencia y de participar en la quema del mercado paralelo e ilegal de coca, cuando el no estuvo en esos hechos. Luego la justicia se fue inventando varios otros delitos: terrorismo, discriminación, etc. Fiscales y jueces se han puesto de acuerdo con este dirigente: acusarlo de todo, retenerlo en la cárcel, obedecer órdenes políticas, a pesar de tantos gritos de libertad, de su estado de salud  y de la presentación de las pruebas respectivas de que es inocente y ninguna de las acusaciones han sido comprobadas.

He ahí a Cesar Apaza, el personaje que Kafka, retrató a detalles lo que significa para un inocente el incesante, permanente acoso de la justicia, que en Bolivia se constituyó en un poderoso instrumento político y en un recurso inhumano, que es administrado a discreción por fiscales y jueces que cuando quieren pueden destruir vidas y dignidades.

“No -dijo el hombre de la ventana, tiró el libro sobre  unamesita y se levantó-. Usted no puede irse, usted está detenido. Eso parece, dijo K., ¿y por qué? Nosotros no estamos autorizados para comunicarle eso. Vaya a su habitación y espere. El proceso está incoado y  usted se enterará de todo en su debido momento”, así empieza el calvario de Josef K.

Josef K. nunca supo el por qué lo procesaron, lo sentenciaron y lo mataron, que no le pase a usted eso. Lea El Proceso, de Franz Kafka para que no cometa los mismos errores, aunque el protagonista en su conciencia, en su interior, en su alma, en su razón, en su voluntad y en su integridad supo que no era uno de los tantos, sino que era único y como tal se enfrentó al sistema, al monstruo, a la justicia que cada vez se reviste de injusticia y de sarcasmo. La justicia que cada vez está más podrida y que se mueve al ritmo de los billetes y las influencias de los poderosos y de sus padrinos. 

En Bolivia hay muchos Josef K. que tienen al frente a fiscales y jueces, inventándose procesos, pruebas y más pruebas para que la justicia los silencie, los haga huir o los encierre. O les de muerte civil. El caso más notorio y que está movilizando a instituciones de derechos  humanos, a determinados medios de prensa, al poder que  mueve todos sus hilos para no permitir su libertad y la indiferencia de ADEPCOCA que olvidó a su principal dirigente, o sea a César Apaza, que hace 110 años el imprescindible escritor checo Franz Kafka, nos alertó lo que iba a pasar. Josef K. es César Apaza. Apaza es el señor K, que tienen en común la persecución, las acusaciones, el miedo, el proceso al que fueron sometidos y ellos inocentes. “Si K. vivía en un estado de derecho, si en todas partes reinaba la paz, si todas las leyes eran respetadas….”, escribe Kafka e igualmente Cesar debe reflexionar en su silenciosa celda.

Mi niña eso no es justicia. Es INJUSTICIA y ABUSO DE PODER. 
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Hernán Cabrera es abogado y lic. en Filosofía

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.


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