Freddy Villagómez / IPDRS – CIPCA
La autonomía indígena fue reconocida en la Constitución, forma parte del diseño estatal y la organización territorial del Estado, su concreción y ejercicio en tanto derecho requirió el desarrollo de un paquete de normas que regula su implementación. Esta se ha traducido en una ruta jurídica y administrativa sinuosa y larga, con muchos recovecos que implica mucho tiempo y esfuerzo para superarlos. En algunos casos, las normas en vez de facilitar el ejercicio del derecho y procesos sociales parecen desmotivar y asustar a los titulares del derecho.
En este marco, la Autonomía Indígena Originaria Campesina por ser de carácter estatal es regulada, controlada y supervisada en todas las etapas y momentos por los distintos organismos del Estado, no parece ser autogobierno de hecho, sino es constituida en el marco de las normas del Estado.
Lo curioso es que los pueblos indígenas preexistentes a la colonia y con dominio ancestral sobre sus territorios pidan permiso al Estado para el ejercicio de su derecho al autogobierno. La pregunta es ¿Es posible la libre determinación y autogobierno supervisado y controlado por el Estado?
A pesar de este asedio normativo, los pueblos indígenas están logrando avances en la reivindicación de sus derechos, con mucho esfuerzo y voluntad propia constituyen sus gobiernos indígenas a través de normas y procedimientos propios, sin la intervención de partidos políticos, distribuyen la representación en función de su organización territorial tradicional, las decisiones sobre la gestión pública se toman colectivamente en sus distintos niveles de asamblea comunal. Posiblemente en términos numéricos el avance sea insignificante, pero en términos cualitativos hay logros muy importantes.
De este modo, los pueblos indígenas están aportando a la construcción de una institucional estatal diferente, aunque todavía en el nivel local, pero con perspectivas de irradiar a otros niveles de gobierno. Con el ejercicio de la democracia comunitaria en el marco de la construcción de autogobiernos indígenas también se está aportando a la construcción de la democracia intercultural, que sigue siendo un proyecto antes que un hecho real.