UNITAS
Hay una discriminación en contra de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que impera en las familias, por concerniente en la sociedad boliviana. Es el adultocentrismo, esa acción en la que una persona adulta asume una sobreprotección del infante, al grado en que le coarta la libertad de expresión o de acción frente a determinados problemas.
El estudio “La perspectiva y límites de la política pública para enfrentar las causas de la violencia y la discriminación de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en Bolivia”, escrito por la investigadora Claudia Navarro y publicado por UNITAS, hace una reflexión en torno al adultocentrismo y cómo éste pone al menor de edad en una situación de discriminación impuesta por sus padres.
“Cuando un joven o un niño o un adolescente da una opinión no es escuchado al igual que una persona adulta. En este adultocentrismo ponemos al niño, niña y adolescente en un estado de suma protección –que no está mal- pero que no lo dejamos participar”, se lee en el texto.

Son las niñas las que llegan a ser más afectadas por este adultocentrismo, sobre todo por cuestiones de desigualdad de género. También lo son los indígenas, éstos por cuestiones de discriminación étnica.
“Los niños, niñas y adolescentes sufren consecuencias psicológicas de estas violencias y éstas se manifiestan en traumas e inestabilidad emocional que, a la larga, se traducirán en la conformación de familias, quizás, con las mismas dificultades”, reflexiona la autora.