Gabriela Canedo Vásquez
Este año, el tañido de las campanas de Belén será de duelo. En Palestina, Belén la cuna de Jesús, ha cancelado la Navidad. No se instalará el gran árbol navideño que solía armar, ni se encenderán las luces de colores. No habrá fiesta, ni música. Esta Navidad será lúgubre para los palestinos que viven en Tierra Santa. Es de suponerse que desde que se iniciaron los ataques de Israel contra Palestina, el ambiente que impera es de tristeza y dolor. Los feligreses no celebrarán el nacimiento del Mesías.
Belén no puede tener una navidad mientras los palestinos gazatíes padecen hambre y muerte. No habrá luces; excepto, por desgracia, aquellos destellos de los bombardeos en la Franja de Gaza. Este año el Mesías para los cristianos nacerá en Gaza, entre los escombros y bombardeos de la guerra.
Desde el 7 de octubre han muerto alrededor de 18 mil palestinos en la Franja de Gaza, y, como sabemos, gran parte de ellos eran mujeres y niños. Y la cifra continúa en aumento día a día. Un genocidio está ocurriendo, ante nuestros ojos impasibles. Resulta paradójico que en la tierra donde hace más de 2.000 años nació “El Salvador” hoy la muerte triunfe a consecuencia de la guerra.
Aquel niño a quien pusieron por nombre Jesús y que cuestionó el orden de su sociedad hasta terminar crucificado, ese mismo niño, este 25 de diciembre nacerá en Gaza. Y estará reflejado en los rostros llorosos de cada infante que no comprende el ensañamiento de los israelíes.
Ese niño Jesús, estará en los miles de niños que viven amedrentados, por las bombas y estallidos sin entender porque a su corta edad tienen que atravesar aquel infierno. El asedio a Gaza supuso el estallido de más de 6.000 bombas, además de tenerla sin electricidad, sin comida, sin agua, sin combustible, y siendo atacadas, escuelas y hospitales. En ese contexto, los niños gazatíes no esperan juguetes de regalo, sino simplemente un alto el fuego que les permita estar a salvo con sus familias.
Los cristianos en Palestina son una minoría, y se encuentran asediados por ambos flancos: por un lado, por las fuerzas israelíes, y por el otro por un régimen de corte islamista controlado por Hamás, donde operan fundamentalistas hostiles al cristianismo.
Resulta para los cristianos muy difícil realizar la peregrinación a Belén, pues un férreo control en los accesos a todas las ciudades se impone.
Si antes fue Herodes, ahora son Netamyahú y Hamás que matan inocentes. Y resulta inaudito e inentendible que países como Estados Unidos, Austria y Paraguay entre otros, ante semejante tragedia, se opusieran a la pausa humanitaria y a la petición del cese al fuego en el marco de la ONU.
En pocos días celebraremos la Navidad, que ha perdido su verdadera esencia. Cuando armes el árbol de Navidad, prendas las luces de colores y te afanes por la compra de regalos, recuerda que este año Jesús nacerá en medio de los escombros y bombardeos. Y no tendrá sentido desearnos una “feliz Navidad”. Este año el tañido de las campanas de Belén, será de duelo.
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Gabriela Canedo es socióloga y antropóloga
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