Daniela Leytón Michovich
“Las manos de Filippi” una banda de rock argentino de los años 70, en su álbum “Arriba las manos, esto es el Estado” incluye la canción “Señor Cobranzas”, popularizada en la versión de del grupo Bersuit Vergarabat, con otro título, en los 90. Las frases y estribillo de esta canción, podrían servir como sound track del discurso descarado del presidente Arce y para describir el secuestro de un país por las élites cleptócratas masistas.
La situación actual es tan sombría que ni la “Marcha de la bronca” ni el “Baile de los que sobran” serían suficientes para exorcizar esta pesadilla. Como dice la canción: “conozco los cuentos sobre un futuro”, pero esos cuentos no pusieron la mesa en navidad y seguro no lo harán el próximo año.
La indefensión, producto de los altos decibeles de violencia, puede ser una de las explicaciones para que seamos testigos de más de lo mismo y no logremos movernos de lugar, esto, sobre todo si consideramos que las dinastías políticas cleptócratas innovan muy poco. En general, estas, siguen una escuela que repite patrones de comportamiento y, para desgracia del peatón, hasta ahora siempre han salido impunes. Pensemos en la telaraña corrupta de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, casado con la hija de Raúl Castro y gerente de la empresa estatal GAESA, o el caso de corrupción del exalcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y su esposa Yelena Baturina, cuya fortuna creció exponencialmente gracias a contratos millonarios con el Estado.
Los cleptócratas crean redes de alianzas estratégicas que les permiten acceder directamente a la administración de los recursos del Estado. Luego, utilizan empresas opacas o intermediarios para enlazar contratos, o bien, se posicionan en la gerencia de empresas estatales para traficar ventajas de acceso a estas, a empresas transnacionales o “socios estratégicos”. Para asegurar su control, mantienen fuertes vínculos con los partidos políticos de turno, como lo hicieron los Castro con el Partido Comunista y los Luzhkov con el Kremlin, neutralizando así a los opositores y a cualquier situación que implique rendición de cuentas.
La meta final de los cleptócratas es esconder su riqueza en paraísos fiscales, o invertirla fuera de sus países. Las hijas de Chávez, la hija de la señora K, los hermanos Isaías en Ecuador, son ejemplos claros de este tipo de prácticas.
Para los cleptócratas siempre hay dólares, y la crisis es solo una palabra tal vez escrita o emitida que no tiene sentido porque no conoce el dolor en su estómago ni el quebranto en su salud, por eso pueden dar discursos en navidad sin tener sangre en la cara. Disfrutan destruir empresas locales para luego comprarlas a precio de gallina muerta para que sus hijos puedan jugar con ellas, es su forma de ser Papa-noel. Para los cleptócratas la navidad comienza en octubre y no termina nunca, porque si al final lo que cae no es nieve, siempre será algún otro polvo blanco.
Como país, merecemos días de mayor dignidad.
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Daniela Leytón Michovich es psicóloga política y cientista social (El gato de Schrödinger)
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