Raíces de la violencia y desamparo en condiciones de orfandad de niñas y niños en Bolivia

Opinión

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Rodolfo Huallpa

Hasta hace pocos meses, tuve una de las experiencias más desafiantes que a todo ser humano se le presenta en la vida (en lo profesional), pero que cala muy hondo en el espíritu, y abre el corazón y la mente a lo urgente… la condición humana fundamental: servir, Ser y dedicarse al servicio, atención y dedicación en un centro de acogida, que alberga a niños, niñas y adolescentes —desde recién nacidos hasta los 18 años y más ya que algunos inclusive asisten ya a la universidad.

Compartir un poco más de un año, dejó huellas y aprendizajes, no solo en mi vida, sino en la de mi familia y la de mi entorno social.

El sentido con la que fue creado este centro, fue profundamente humano, espiritual, religioso y de acogimiento a quienes no tienen a nadie ni un lugar; están en riesgo absoluto de violencia, maltrato (incluso de sus propios progenitores), de quienes están cercanos a ellos.

En su concepción, el Centro, trata de reproducir la estructura de un modelo familiar. Busca representar la función social y humana de la familia, el afecto de la madre; integra tutorías que reconstruyan la vivencia de familia, ellos, viven y comparten como hermanos y se sienten hermanos; se cuidan entre sí, y transfieren a su tutora madre el apego que todo niño tiene a la figura materna. El diseño de los núcleos familiares cumple ese fin y la infraestructura, responde positivamente al amplio espacio de representación que el Centro Pretende. Sin embargo, todo este intento y practica de vida, comprenderán, está fundamentalmente relacionada con la calidad de personas; seres humanos en espacios de interrelación que configuran en el día a día conductas y acciones que definen, en ese espacio de convivencia, una cultura y clima emocional muy específicas (así, como en cualquier familia, pero mucho más, ya que como dije depende de la calidad de personas que sirven y “trabajan en el Centro”).

Comparto con ustedes, algunas reflexiones, quizás muy subjetivas pero que orientaron un espacio de aprendizaje que marcará para siempre el camino que todos emprendemos en esta corta vida.

En el centro se puede ver:

Un poco de lo descubierto, no como investigación sino como vivencia de unos meses.

  1. Los niños y adolescentes sobreviven frente al abandono, a la orfandad, en diferentes edades, cuando llegan al centro, empiezan su adaptación al nuevo contexto y realidad, enfrentando a su corta edad, en algunos casos sin mucha dificultad aparente, porque están con otros niños, una nueva realidad; ellos son conscientes plenamente de las condiciones de su pasado inmediato (en algunos casos la madre, el padre o ambos han fallecido o les han abandonado, no entienden las razones y casi no preguntan ni cuestionan… a nadie las razones (sufren su abandono en silencio y hasta con timidez). Saben que al llegar dejaron atrás todo lo que tenían (sus recuerdos, sus apegos, sus afectos). Son fuertes y enfrentan su nueva situación de manera sorprendente, desde los mas pequeños.

Le cuento la historia de un pequeño que a sus 3 años llegó al Centro una mañana llena de sol, acompañado de su hermanita un poco más grande; el niño  estaba tan feliz…, se había emocionado porque veía un lugar bonito, niños y también a los adultos, dándole la bienvenida. Ese niño, llegaba luego de que su mami había muerto y su papá “no podia asumir el cuidado de sus hijitos. A los días, el niño, empezó a retraerse, a dejar de comer, a dejar de hablar, recién se dio cuenta donde estaba, la vida de ese niño, no volvería a ser la misma, de sonrisas y alegría.

  • El aprendizaje de la re-presentación y el surgimiento de un contexto de re-presentación a escala.

Desde los pequeños, pasando por los adolescentes y jóvenes, aun las madres sustitutas, replican conductas y acciones inspiradas en el espacio de la representación aprenden y replican formas de comunicación en el metalenguaje de las emocionalidades ocultas; desde la forma cómo miran, piden, conversan cuando están con adultos, la re-presentación surge de ida y vuelta. A veces, los que no somos parte del sistema, confiamos, creemos, pero el abandono, les enseñó a gestionar inclusive las emociones del otro y manipular.  

  • Sensación de vacío me sorprendía cuando conversaba con los niños, todo el tiempo me pedían galletas, o algo para comer, aunque estuvieran sin hambre, por ejemplo después del almuerzo, notaba una permanente sensación de vacío, que poco a poco fui entendiendo el por qué? Un síntoma de ansiedad infantil, carencias y vacíos…que deben ser llenados con diferentes actividades alternativas, como la oración, el deporte, el arte.
  • Relacionarnos con firmeza y amor, la forma como nos relacionamos es vital, la firmeza, las normas, el tono, pausado y firme, no gritarles, porque se descontrolan y uno también pierde el control. Ellos buscan firmeza de autoridad, amor y confianza, que veces está ausente.
  • La gran ausencia de contacto y afecto, se traduce en la profunda necesidad vital de contacto: abrazos, besos, mirar a los ojos, hay una vital necesidad en las diferentes edades al contacto con personas de la misma edad, pero también la  necesidad de contacto de las personas adultas.
  • Estar junto a personas adultas, les da seguridad, aunque como mecanismo de defensa, regulan ellos sus emociones, no hay mucho drama, cuando la tutora, se va y viene otra, llama la atención.. han vivido la perdida, que siempre están listos a otra perdida.
  • Las tutoras, también vienen con una historia de abandono afectivo, en muchos casos de violencia, poca formación y a veces… no muy buenas personas. Los niños buscan adultos a quienes respetar, los primeros adultos que ven son sus padres o madres; ¿las madres sustitutas son respetadas? Los niños tienen derecho tener un hogar, pero un hogar en el que se viva la experiencia de vida honesta, de responsabilidad, de respeto por el otro. Los adultos tenemos que ser con los niños honestos, mostrarles respeto, imbuirles valores, la justicia, la solidaridad, la cooperación; los adultos muchas veces hemos olvidado que lo fundamental es el amor, la entrega. La escuela no ayuda mucho en eso, eso se aprende en la experiencia de vivir en el espacio de una familia que practica esos valores.

Tomo de Maturana: “debemos, entre todos, hacer esfuerzos, por promover un  nicho ecológico para los niños y adolescentes, en brindar un mínimo de seguridad física, psicológica, un nicho amoroso”.

8. Lo más doloroso, que llena de impotencia, al acompañar la vida de los niños, estriba en la complejidad de los riesgos y el peligro del abuso, no sólo físico, psicológico y también sexual. La información que nos brinda la ONU, de que los niños institucionalizados, corren cuatro veces mas riesgos de sufrir abuso sexual, que aquellos que tienen protección de la familia, es una triste realidad. No sólo son abandonados, maltratados, huérfanos, además son agredidos, con mayor facilidad, “a nadie le interesan”. ¿Quién los defiende? ¿Quién vela por ellos?

9. Finalmente, el sistema institucionalizado cerrado, de acogida, por los datos analizados, cuando ingresan al Centro, se establece que muy pocos de ellos al salir, vuelven con sus familias de origen, familias sustitutas o adopciones. Cuando cumplen la mayoría de edad, “no saben a dónde ir”, han crecido cerrados y aislados de la sociedad, sin enfrentar los problemas cotidianos, sin saber muchas veces, las convencionalidades más elementales de la calle, cómo valerse por si mismos. Están a veces perdidos, sin saber quien los apoyará.

El sistema cerrado se debe evaluar, analizar la responsabilidad de la vida plena, digna, segura y afectiva de los niños, niñas y adolescentes huérfanos y abandonados. La sociedad civil junto con el Estado, toca que asuman su responsabilidad, brindando fundamentalmente condiciones afectivas para enfrentar el abandono.

Muchos de nuestros lideres políticos deberían tomar conciencia sobre este profundo problema, ser más conscientes y solidarios con la realidad de vida de estos niños y niñas… deberían ser responsables con su mandato y cambiar la triste costumbre de abrazarlos y tomarse fotos con ellos… es hora de actuar, ser solidarios, responsables y sobre todo, con vocación de servicio para entregar AMOR; para eso debería servir la política de los políticos.

Lourdes Cavero C.

Psicopedagoga

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