Los plaguicidas están presentes en los alimentos y en los cuerpos de los agricultores que los manipulan, según estudios que fueron presentado en un webinario realizado el viernes pasado en el marco de la campaña denominada “Quita el veneno del plato, consume alimentos saludables”, que impulsan diversas organizaciones de la sociedad civil de Cochabamba.
Pero, pese al uso extendido de los plaguicidas, Bolivia carece de normativa que limite comercialización, como ocurre en países europeos o en Estados Unidos. Por el contrario, en septiembre Bolivia declaró su importación libre de aranceles hasta julio del próximo año.
Dos monitoreos recientes, realizados en Cochabamba por la Fundación Agrecol Andes, reveló que productos como el tomate, la lechuga, el apio y la coca, presentan elevados niveles de plaguicidas, muchos de ellos altamente peligros (PAP) e incluso cancerígenos, que en países del primer mundo están vetados, pero que en Bolivia se comercializan y se usan libremente.
Entre los plaguicidas altamente peligrosos encontrados en las muestras están el Carbendazim, Chlorpyrifos Ethyl, Cyhalothrin lambda, Cypermethrin y Thiamethoxam. Los plaguicidas altamente peligrosos están prohibidos en Europa y Estados Unidos, pero “en Bolivia no tenemos legislación que prohíba estos tipos de plaguicidas”, dice el ingeniero agrónomo Tito Villarroel, que fue el encargado de presentar los resultados del estudio sobre los alimentos en el citado webinario, donde expresó su preocupación por los hallazgos.
En total se realizaron dos monitoreos, el primero fue en verano del 2023 y se aplicó a productos extraídos de las parcelas y el segundo fue en invierno y se aplicó a productos comprados de la feria, el mercado y hasta un supermercado.
“Se han identificado, en los dos ciclos, 28 tipos diferentes de plaguicidas, de los cuales 12 (43%), son plaguicidas altamente peligrosos (PAP) y uno es cancerígeno”, dice la conclusion principal del estudio.
Primer monitoreo
Tomando en cuenta que el costo de los análisis es de unos 200 dólares cada uno, en el primer monitoreo se analizaron 25 muestras de lechuga y tomate para la ciudad, y de maíz y trigo para el área rural.
“De las 25 muestras, 12 muestras, es decir, el 48%, tenían al menos un residuo de un tipo de plaguicida”, dice el expositor. Y, en esos 12 productos se encontró 13 tipos de plaguicidas diferentes, de los cuales el 61% son altamente peligrosos.
El tomate tiene “un coctel de plaguicidas”, al punto de que una muestra de Molle Molle tenía hasta cinco plaguicidas, expone el investigador. En otros puntos como Quillacollo y Omereque se encontraron hasta cuatro plaguicidas altamente peligrosos. El expositor hizo notar que Omereque es un punto de gran producción de tomate y que, por esa condición, es capaz de fijar el precio del producto.
Este estudio, dice el especialista, “nos lleva a concluir que ya estamos expuestos a plaguicidas principalmente en hortalizas, como la lechuga y tomate”.
Pero, ¿qué cantidad de plaguicidas fueron encontrados en los alimentos y cuál es el nivel permitido según la norma internacional?
El expositor explicó que en Bolivia no existe una norma que indique los niveles mínimos permitidos, por lo que se basó en la norma de la Unión Europea para afirmar en que el tomate, por ejemplo, se está consumiendo el plaguicida Chlorfenapyr siete veces más de lo permitido, mientras que el clothianidin, más del doble.
En la Lechuga, se está consumiendo el Chlorpyrifos ocho veces más de lo permitido.
Segundo monitoreo en invierno de 2024
Para el segundo monitoreo se llevaron al laboratorio 38 muestras y se incluyó un nuevo producto, el apio, porque es muy consumido entre deportistas y otras personas sobre todo en jugos verdes.
El resultado arrojó que en el 39% de las muestras había residuos de al menos un plaguicida.
“Entre los alimentos que más han reportado, nuevamente está el tomate, en este caso obtenido de un supermercado. Hemos encontrado hasta ocho tipos de plaguicidas en un supermercado, de los cuales, cinco son altamente peligrosos”, dijo el investigador.
En la feria franca, que es el mercado itinerante de Cochabamba, se encontraron hasta cinco tipos de plaguicidas.
Lo propio ocurre con la lechuga y la sorpresa es el apio, que presenta hasta seis tipos de plaguicidas en el mercado popular, hasta cuatro en el supermercado, la mitad de ellos altamente peligrosos.
“El asunto del es preocupante”, dice Villarroel porque mucha gente, entre ellos los deportistas, lo consumen por considerar que es saludable.
Sobre el límite permisible, en cuatro de los seis plaguicidas se ha excedido el limite permisible.
Y, luego, en un tercer monitoreo se hizo analizar una muestra de coca adquirida de una tienda, que si bien no es un alimento básico, es de consumo popular y el resultado es “bastante preocupante”, dice el expositor, porque presenta seis tipos de plaguicidas, de los cuales cuatro son altamente peligrosos y uno es cancerígeno.
Otros estudios
En el webinario también se presentaron otros estudios, entre ellos, uno que prueba la presencia de estos plaguicidas en el cuerpo de los agricultores que los utilizan, y otro que revela que los vendedores, en vez de informar correctamente a los agricultores, los inducen a cometer errores y a preparar “cócteles” de venenos que pueden ser más peligrosos que si fueran aplicados en solitario.
El objetivo de la campaña es crear conciencia sobre el tema para que la gente prefiera los alimentos agroecológicos, además de hacer incidencia para que se establezca un monitoreo permanente de los alimentos, para luego lograr que se aprueben normas que limiten el uso de estos plaguicidas en Bolivia.
La campaña está promovida por Agrecol Andes, Cenda, Movimiento Agroecológico Boliviano (MAB), Fundación Gaia Pacha, Solidagro, Ciudadanía, Juventud Consciente, CIPCA, entre otras.
Puede ver el webinario completo aquí:
También te puede interesar: