En el debate presidencial de Uno Decide, realizado el 7 de julio de 2025, uno de los temas que más llamó la atención fue la propuesta de volver a la República, planteada por Manfred Reyes Villa, candidato a la presidencia por la alianza APB-Súmate. La idea emergió durante un intercambio directo con Eduardo del Castillo, candidato del MAS-IPSP, quien le lanzó la siguiente pregunta:
—Precisamente el pasado 25 de junio, donde se reunió la élite o la vieja derecha en nuestro país —dijo Eduardo del Castillo—, el candidato, el alcalde de Cochabamba, decía que iba a eliminar el Estado Plurinacional. ¿Qué país quiere construir, alcalde?
—Bueno, yo —respondió Manfred Reyes Villa—, para haber cambiado el Estado Plurinacional deberíamos haber hecho mínimamente una consulta, mínimamente un referéndum al país. Antes nuestro país se llamaba República de Bolivia, y no porque uno sea presidente va a cambiar a Estado Plurinacional. Cuando la Constitución de antes hablaba de un país pluricultural y multiétnico. Lo que pasa es que los gobiernos, los presidentes no han debido a tomar en cuenta estos sectores, que han sido —diría— no atendidos, han sido poco atendidos. Entonces yo creo que, para yo cambiar nuevamente el Estado Plurinacional, lo que yo voy a hacer como presidente, voy a hacer un referéndum y les voy a decir a los bolivianos si están de acuerdo en volver a la República de Bolivia.
—Lamentablemente —replicó Del Castillo—, la misma propuesta que escuchamos en el pasado, en el 2020, precisamente cuando Samuel Doria Medina era candidato a vicepresidente de la señora Jeanine Áñez, que hoy se la niega, que no ha trabajado nunca con ella. Hoy la misma propuesta la viene a hacer el alcalde de Cochabamba. Una república donde no estaban incluidos los sectores sociales, no estaban incluidos los gremiales, los transportistas, los campesinos, los indígenas, los vivanderos, los afrobolivianos. Ese es el Estado Plurinacional: en la diversidad, construir un Estado donde todas y todos seamos parte, y vamos a trabajar y seguir consolidando y profundizando ese Estado.
—Bueno, tú sabes, Eduardo —contestó Manfred—, que ha sido más demagogia el Estado Plurinacional, porque los pueblos indígenas son los más abandonados. Acuérdate cuando los han ido a golpear a los de Chaparina, o sea, no han respetado. Si tú haces una encuesta a los pueblos originarios, realmente hay una bronca total. Porque siempre se ha utilizado como discurso las 36 nacionalidades, el atender a los campesinos originarios. Sin embargo, son los menos atendidos. Sigue la pobreza y la miseria en ellos. Aparte de los cocaleros, que son los ricos el día de hoy.
El dialogo mencionado arriba permite realizarse las siguientes preguntas: ¿Es contradictorio el concepto de Estado Plurinacional y República de Bolivia? ¿Cómo nació el Estado Plurinacional? ¿Es posible eliminar el Estado Plurinacional con un cambio de nombre como menciona Manfred? ¿Cuánto hizo el MAS en la implementación del Estado Plurinacional?¿Tiene sentido hablar del retorno a la Republica como una alternativa al Estado Plurinacional?
En el mundo, los países adoptan diversas denominaciones que, reflejando alguna característica de su forma de gobierno, su tipo o forma de Estado. Así, Brasil se define como la «República Federativa de Brasil»; Venezuela, como la «República Bolivariana de Venezuela»; Chile, como la «República de Chile»; China, como la «República Popular China»; Estados Unidos se presenta como los «Estados Unidos de América»; Rusia, como la «Federación de Rusia»; Israel, como el «Estado de Israel»; México, como los «Estados Unidos Mexicanos»; y Bolivia, que hasta 2009 se denominaba «República de Bolivia», pasó a llamarse «Estado Plurinacional de Bolivia» tras la aprobación de una nueva Constitución.
Esta transformación nominal podría interpretarse como una contradicción entre los conceptos de Estado Plurinacional y República. Sin embargo, desde un punto de vista conceptual y jurídico, no existe tal contradicción. Bolivia continúa siendo una República en su forma de gobierno, como lo establece el artículo 11, parágrafo I de la Constitución Política del Estado: «La República de Bolivia adopta para su gobierno la forma democrática participativa, representativa y comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres». A su vez, en cuanto a su forma y tipo de Estado, Bolivia se constituye como un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías, tal como señala el artículo 1. Este nuevo modelo se fundamenta en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, como lo desarrollan los artículos 2, 3 y 5, que reconocen la existencia de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, garantizan su libre determinación y establecen la oficialidad de múltiples idiomas, entre otros aspectos.
No obstante, en el plano ideológico y discursivo, la relación entre República y Estado Plurinacional adquiere un carácter más conflictivo. Para muchos actores políticos, ambos conceptos representan visiones de país difíciles de reconciliar. Desde una perspectiva ideológica, el Estado Plurinacional promueve un reconocimiento ontológico de la bolivianidad como una identidad compuesta y abigarrada, basada en la coexistencia de múltiples naciones y pueblos. Este modelo enfatiza el ejercicio de la democracia plural, entre ellas la democracia comunitaria ejercida en los territorios y estructuras propias de los pueblos indígenas. En cambio, la idea de República, en términos ideológicos, se ha basado históricamente en el mestizaje como fundamento de una identidad nacional homogénea, y en la democracia liberal representativa como pilar institucional. En este marco, la disyuntiva entre república y plurinacionalidad responde menos a una contradicción normativa y más a una disputa ideológica y discursiva sobre el proyecto de nación.
Contrario a lo que afirman algunos sectores, el Estado Plurinacional no fue inicialmente un proyecto político planteado por el Movimiento al Socialismo (MAS). Surgió primeramente como una propuesta de las organizaciones indígenas de tierras bajas, a la cual se sumaron posteriormente los pueblos indígenas de tierras altas y otros sectores sociales durante el proceso constituyente que se desarrolló entre 2003 y 2009. Como plantea Salvador Schavelzon, en su libro El nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia (2013), el Estado Plurinacional fue concebido como un modelo refundacional, no solo en términos simbólicos, sino estructurales e institucionales. Esta concepción reconoce la coexistencia de múltiples naciones bajo una misma soberanía, con un horizonte descolonizador que va más allá del simple multiculturalismo, apostando por la convivencia de múltiples mundos y epistemologías dentro del Estado.
Modificar o eliminar la denominación de Estado Plurinacional, como proponen algunos líderes políticos, no podría realizarse únicamente mediante un referéndum. Tal cambio requeriría un nuevo proceso constituyente, ya que implicaría una reforma integral de los elementos que configuran la forma y tipo de Estado establecidos en la actual Constitución. Además, ello contravendría el principio de no regresividad en materia de derechos humanos, lo que prohíbe retrocesos en garantías ya reconocidas. Incluso retornar a lo que establecía la Constitución anterior, que reconocía a Bolivia como un país «pluricultural y multiétnico» en el marco de las reformas de 1994 impulsadas por Gonzalo Sánchez de Lozada, no resultaría suficiente. Desde una perspectiva conceptual y de derechos, el modelo plurinacional vigente representa un avance sustantivo respecto al anterior marco constitucional.
A quince años de la aprobación de la nueva Constitución, el balance sobre la implementación del Estado Plurinacional es complejo. Si bien se han producido transformaciones importantes en el reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas, persisten grandes desafíos en su aplicación concreta. La participación efectiva de los pueblos indígenas en el poder político, especialmente en los niveles más altos del Estado, sigue siendo limitada. Esto responde, en parte, a la persistencia de una mentalidad republicana y colonial en las estructuras del Estado.
Paradójicamente, una de las mayores resistencias al modelo plurinacional proviene de la propia burocracia estatal, que ha obstaculizado su consolidación. A ello se suma una oposición política que, sin un proyecto alternativo real, recurre al retorno a la República como bandera discursiva. No obstante, también corresponde señalar que el propio MAS, promotor del nuevo orden constitucional, ha dificultado la implementación plena del modelo, ralentizando el acceso a las autonomías indígenas y vulnerando el derecho a la consulta previa. Estas contradicciones internas permiten suponer que otros actores políticos, menos comprometidos con la plurinacionalidad, podrían profundizar el retroceso.
Aunque los derechos de los pueblos indígenas están formalmente garantizados, su realización efectiva depende de una voluntad política sostenida y de una comprensión profunda del sentido del Estado Plurinacional. Por ello, plantear el retorno a la República como una supuesta solución o alternativa superadora revela más bien la falta de creatividad e iniciativa política por parte de figuras como Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Jorge «Tuto» Quiroga y algunos sectores académicos. Si bien la implementación del Estado Plurinacional enfrenta desafíos estructurales en cuanto a su forma y tipo de Estado, continúa representando un horizonte más inclusivo, plural y democrático que el modelo republicano consagrado en la anterior Constitución.
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Juan Pablo Marca es politólogo e investigador social.
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