Giovana de la Cruz / Piedra en el zapato
La ciudad de Cochabamba –capital del departamento- es la tercera urbe en importancia económica de Bolivia. Esta ciudad recibe desde hace más de tres décadas una fuerte y masiva inmigración desde el interior del departamento, así como del interior del país.
A muy pocas cuadras de la plaza central de Cochabamba, en los alrededores de la Colina de la Coronilla, se encuentran cientos de niñas, niños y jóvenes en situación de calle que deambulan bajo los efectos de la clefa.
En el sector de la Laguna existe más población adulta en situación de calle que muestran un aspecto más deteriorado debido al consumo de alcohol principalmente. Por el contrario, en el sector de la plazuela José Cuadros (6 de Agosto) se observa la presencia de más niños y adolescentes en esta dinámica.
En el grupo de la avenida América (Plazuela 4 de Noviembre) están los más adultos, quienes en el día salen al espacio público para trabajar, consumir drogas y en la noche retornan a sus casas ya sea en cuartos en alquiler o como cuidadores.
Otro grupo son los que se ubican en la plaza San Sebastián, quienes consumen drogas y se dedican al microtráfico del mismo, ganancias que les permite pasar la noche en alojamientos, llamados por la población en situación de calle como “telo”.
En algunos casos los adolescentes y niños con la ayuda de un adulto alquilan cuartos en zonas alejadas o en viviendas precarias conocidas como Pahuichi.
El hecho de que vivan en alojamientos, duerman en sus casas o alquilen y compartan cuartos, muchas veces ha llevado al debate si deben o no ser considerados como “población en situación de calle”. Sin embargo, lo único que ha cambiado para algunos de ellos es vivir bajo techo, pero tienen las mismas características y estrategias de sobrevivencia: consumen drogas y “trabajan” en el espacio público.
Grover Gallego, Educador de la Fundación Estrellas en la Calle, asegura que en época de calor la presencia de personas en situación de calle que duermen en las plazas, mercados aumenta significativamente y en época de frío se reduce; esto no quiere decir que ya no haya niños, niñas, adolescentes en situación de calle, sino por estrategias de sobrevivencia buscan otros ambientes para pasar la noche.
Los niños, adolescentes y jóvenes en situación de calle son amantes del deporte, es por eso que algunos días de la semana los “coyeras” los recogen en la camioneta de la Fundación Estrellas en la Calle rumbo a espacios como la cancha del Complejo Deportivo Portales.
Pasada la actividad deportiva muchos muchachos solicitan ser atendidos por el enfermero de la Fundación para la curación de algunas heridas y lesiones. Después deben participar de la actividad preparada por los educadores de calle.

En cada actividad se trata un tema distinto, el día que los visitamos hablaron del robo y sus consecuencias a través de una dramatización. Al finalizar la actividad reflexionan junto a los adolescentes y jóvenes surgiendo las siguientes opiniones: “cuando hay denuncia es difícil no entrar a la cárcel y si no hay denuncia se debe negociar y darle su ‘toco’(parte) al policía y asunto solucionado”.

Grover Gallego nos cuenta que estos chicos y chicas que están en la dinámica calle al momento de aceptar el cambio de vida, la mayoría opta por independizarse debido al rechazo que tienen por los centros de acogida. Pero dicho proceso de cambio se ve truncado por la imposibilidad de obtener documentos de identificación personal.
“Nosotros para poder apoyar a los chicos tenemos muchas veces que hacer milagros para sacar un documento de identidad. Los muchachos quieren tener documentos, pero muchas veces al no tener ningún familiar y por la mala experiencia que tuvieron en un hogar de acogida derivados por la Defensoría, se rehúsan a tener contacto con ellos para obtenerlo”, asegura el educador.
Otro de los problemas que atraviesan es a la hora de acudir a los hospitales debido a que lo primero que les piden es el documento de identidad, la presencia de un familiar y conocer quién se hará cargo de los gastos médicos, muchas veces, a pesar de ser establecimientos públicos.
“Son tan invisibles que cuando ellos fallecen y no tiene ninguna documentación, es muy difícil enterrarlos. Hace un par de años podíamos hacerlo mostrando alguna documentación de que trabajamos con ellos, hoy ya no es así. Estos chicos nacieron invisibles y mueren invisibles porque al final sus cuerpos paran en una fosa común”, relata Mirko Carvajal, enfermero y educador de la Fundación Estrellas en la Calle.
Pese a ello, Mario Prado, responsable del proyecto Coyera Wiñana de la Fundación Estrellas en la Calle, se muestra optimista debido a que asegura que a lo largo de los años la coordinación con distintas instancias tanto municipales como privadas mejoró en beneficio de esta población gracias al trabajo en red que posibilita tener contactos interinstitucionales para no duplicar esfuerzos y desarrollar procesos de acompañamiento efectivos.
“La coordinación entre los distintos estamentos gubernamentales ha mejorado, hemos tenido más recursos, acceso a SEGIP (Servicio General de Identificación Personal), al SERECI (Servicio de Registro Cívico), e incluso nos avalan para que podamos hacer ciertas acciones legales”, asegura Prado.
El responsable del proyecto Coyera Wiñana reconoce que continúa siendo una piedra en el zapato el asistencialismo, especialmente instituciones religiosas, quienes hacen acciones sin un trabajo previo, lo que genera resistencia en esta población a salir del espacio público.
“Para los chicos el espacio público es tan atractivo y al recibir el asistencialismo dicen que es mejor estar en calle y no logran llegar a la confrontación de las situaciones de alto riesgo al que están expuestos”.
Es por eso que Prado asegura que la sociedad civil asume un rol muy importante en la permanencia de los chicos en calle porque de alguna manera la gente es responsable de ellos.
“Estos chicos necesitan ayuda casi a gritos. Muchos de ellos ríen, pero cuando están en soledad y en consumo viven todo un martirio y realizan el cutting (acto de cortarse la piel con objetos afilados), intentan suicidarse. Porque para los chicos el simple hecho de sentir una mirada con desprecio de la gente mirando las marcas en su cuerpo, es suficiente para no volver a intentarlo más”.
Mario Prado, responsable del proyecto Coyera Wiñana de la Fundación Estrellas en la Calle
Nota original publicada en: https://piedraenelzapato.com/los-coyeras-que-trabajan-en-busca-de-segundas-oportunidades/
Esta investigación se realizó en el marco del taller virtual “El periodismo como ejercicio de defensa de derechos” que realizó la red UNITAS con el apoyo de la Unión Europea y en coordinación con la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB) y el coauspicio de FUNDAMEDIOS de Ecuador, dentro del proyecto “Sumando Voces Multiplicando Acciones: Las Organizaciones de la Sociedad Civil defensoras de derechos y redes de prevención y protección de grupos específicos en Bolivia”.