Especialistas proponen mantener la subvención a los alimentos y cortarla a los productos de exportación y a los combustibles

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Sumando Voces

A la izq. el economista Julio Prudencio, y a la der. el analista Raúl Velásquez

En Bolivia está en debate la subvención a los combustibles porque representa un gran costo para el Estado, sin embargo, no es el único tipo de subsidio que rige en el país. Por el contrario, existen subvenciones a las personas (bonos), a los alimentos, a los productos de exportación y, la más onerosa, la subvención a los carburantes.

En ese contexto, especialistas que participaron en el más reciente programa Sumando Voces en Directo, propusieron mantener las subvenciones a los alimentos, que benefician sobre todo a los grupos vulnerables, pero suspenderla a los combustibles y a los productos de exportación, entre ellos a la soya, que recibe unos 350 millones de dólares de subvenciones en diésel por cada una de sus cosechas.

Participaron del citado programa el economista Julio Prudencio, quien recientemente publicó un libro titulado “Las subvenciones a los productos alimenticios”, y Raúl Velásquez, analista en energía e hidrocarburos de Fundación Jubileo, quien propuso levantar la subvención a los combustibles sin transferir esa responsabilidad a la ciudadanía a través de un referéndum, como pretende el presidente Luis Arce.

Prudencio explicó que el Estado entrega subsidios directamente a los consumidores, a través de bonos, como el Juancito Pinto, el Juana Azurduy o la renta Dignidad. Sin embargo, también subvenciona determinados alimentos a través de EMAPA, para que algunos productos como el pan, la harina o el arroz lleguen a precios más bajos al consumidor final. Pero, también subsidia productos de exportación, ya sea de manera directa como lo hizo hace algunos años, o a través del diésel y medidas de soporte al sector.

“Situación insostenible”

Velásquez comentó que el año pasado la fundación Jubileo propuso mantener la subvención a los combustibles para el transporte público para no afectar al bolsillo de la gente, pero “eso fue el año pasado, en un contexto económico diferente. Lamentablemente los indicadores macroeconómicos se han deteriorado muy rápidamente en el país, es una bola de nieve que está creciendo cada vez más y esto hace que hoy en día ya no sea suficiente”.

Por eso, ahora la propuesta es simplemente “eliminar la subvención, pero además hacerlo desde el Gobierno y no transferirle esas responsabilidades a la ciudadana a través de un referéndum”.

El especialista explicó que cerca del 85% del diésel y el 58% de la gasolina que se consume actualmente en Bolivia es de importación. “Quiere decir que Bolivia necesita 6,7 millones de dólares por día para importar diésel y 3 millones de dólares día para importar gasolina, es decir, estamos hablando de un requerimiento en términos de divisas de cerca de 10 millones de dólares por día para importar combustibles”, dice.

De hecho, el Gobierno ha asegurado que este año la subvención a los carburantes trepará hasta los 4 mil millones de dólares.

Esta subvención ha provocado distorsiones, como el crecimiento del parque automotor en seis veces en los últimos 20 años, explica Velásquez. El registro ha subido de 493.000 vehículos a casi 2 millones y medio de vehículos legales entre 2004 y 2024.

Velásquez rememora que la subvención a los combustibles está vigente desde hace 20 años y se caracteriza por ser una medida ciega porque no distingue entre quienes necesitan ayuda del estado y quienes no la necesitan.

“Estamos en 2024 y vemos que el problema en realidad ya es insostenible”, resume. Él indica que el asunto de fondo es la caída de la producción, debido a la falta de exploración. En 2015 el país producía 63 mil barriles de líquidos y actualmente la producción ha caído a 28.500 barriles. Esto obliga al estado a comprar combustibles del extranjero a precios elevados y a venderlos a precios bajos en Bolivia.

Velásquez considera que, por tener todas esas implicaciones, “no le podemos transferir la responsabilidad de la política pública al pueblo porque involucra varios aspectos. Consideramos que la responsabilidad es de las autoridades que están en función pública”.

Subvención a la soya

Julio Prudencio resalta que las subvenciones no son malas en sí mismas y que se aplican en muchos países del mundo. Por ejemplo, dice que Estados Unidos subvenciona con 5.400 millones de dólares a su sector de alimentos y la Unión Europea que lo hace con 57 mil millones de dólares.

Y, en el caso de nuestro país, “hay subvenciones que son necesarias y que tienen que ser destinadas a poblaciones vulnerables”, señala, en referencia a los bonos y alimentos.

En cambio, propone que “hay que suprimir la subvenciones a los productos de exportación por los efectos negativos en el medio ambiente porque están expandiendo la frontera agrícola”.

El especialista indica que “hay una fuerte subvención de más de 350 millones de dólares a través del diésel para la soya” y asume que otros productos de exportación como la carne también reciben este tipo de subsidios.

Velásquez coincide que en el que departamento que más consume diésel es Santa Cruz, sin embargo, en La Paz ha crecido el consumo en 66% en 2022 y “buena parte de este consumo se va a actividades ilegales, se va a minería ilegal se va a contrabando”.

Y respecto a quienes sostienen que las subvenciones fomentan la flojera de la gente como dijo un participante del programa mediante redes sociales, Prudencio aclara que “es una postura que no corresponde a la realidad” porque, según una encuesta que él hizo, el 75% del subsidio a los escolares (bono Juancito Pinto) del área rural, se destina a la compra de alimentos básicos y el otro 25% a otros implementos para la producción como semillas y agua.

“Quitar del subsidio a estas poblaciones vulnerables sería trágico porque constituye ese subsidio un aporte muy importante en el presupuesto familiar de estas poblaciones vulnerables”, concluye Prudencio.

Por otro lado, la subvención a los alimentos es ínfima comparada a la de los carburantes. Según el libro de Prudencio, las subvenciones a los alimentos representaban el 2023 un presupuesto de 437 millones de bolivianos, mientras que para los combustibles se había presupuestado 7.642 millones de bolivianos, aunque el año cerró con más de 12 mil millones de bolivianos.

Para este año, el monto para combustibles se duplicaría según el gobierno, que ha calculado el subsidio a los combustibles en 4 mil millones de dólares, que al tipo de cambio oficial serían casi 28 mil millones de bolivianos.

Puedes ver el programa completo aquí:

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