La Fundación Jubileo, que nació para hacer un seguimiento al endeudamiento público, acaba de cumplir 20 años y, en ocasión de su aniversario, presentó un informe que establece que, después de cuatro décadas, el país está otra vez en riesgo de ingresar en una crisis de deuda.
La institución llega a la conclusión de que el incremento acelerado del endeudamiento y del déficit fiscal son insostenibles y que el país está en riesgo de un default (impago), debido a que esto coincide con el agotamiento de las reservas internacionales netas, que se usaban justamente para cumplir con los pagos.
Y entonces, la pregunta es ¿cuánto debemos los bolivianos hoy en día? En 2007, la deuda per cápita era de 231 dólares, mientras que el 2022, cada ciudadano boliviano debía 1.108 dólares. Este dato corresponde a la deuda pública en general, es decir, la suma de la deuda externa y de la deuda interna.
“En este indicador se observan dos períodos: 2003-2007 y 2008-2022. En el primer subperiodo la deuda externa por habitante en Bolivia presentó una disminución llegando a $us 231 en 2007, gracias a las condonaciones de la deuda. Y en el segundo período se muestra una tendencia creciente, situándose en $us 1.108 por habitante para 2022”, indica el informe.
Durante el mismo período, entre 2007 y 2022, la deuda externa ha crecido seis veces, pasando de 2.208 millones de dólares a 13.300 millones de dólares. Hasta septiembre de 2023, la deuda externa ha subido a 13.408 millones de dólares.
Entre tanto, la deuda interna alcanza a 128.115 millones de bolivianos al mes. Entre 2017 y 2023, es decir, en menos de seis años, la deuda interna creció al menos tres veces, según el análisis de Jubileo.
Solo para pagar la deuda externa, el país destina al año, un total de 1.811 millones de dólares. “Como consecuencia del elevado y creciente endeudamiento público, el servicio de la deuda externa –que corresponde al pago de capital más intereses y comisiones- fue aumentando hasta alcanzar, el 2022, a la suma de $us 1.811 millones, lo que significa un desgaste de las reservas internacionales y el aumento del riesgo de que Bolivia ingrese en una etapa de default, definido como el resultado del impago del servicio de la deuda externa de acuerdo con el cronograma de pagos”, indica el reporte.
Agrega que “una situación de estas características generaría mayores costos para la economía boliviana que principalmente serían trabas en el acceso de nuevo financiamiento externo, dificultades en las operaciones de comercio exterior que afectarían las exportaciones, efectos adversos a la actividad económica, deterioro en el sector financiero y demandas legales de los acreedores”.
El informe fue presentado en el evento de aniversario, donde asistieron diversos sectores de la sociedad civil, líderes de opinión, analistas, entre otros públicos.
En la presentación del documento se señala que en el pasado “la deuda fue un factor limitante y de dependencia que ha obstaculizado el desarrollo. La obligación de cumplir con los pagos de la deuda llevó al Estado a reducir la atención y solución de demandas sociales, en especial de los sectores más vulnerables”.
En ese marco, la Iglesia Católica fue una de las principales promotoras de la condonación de la deuda, llegándose a la creación del fondo HIPC, que permitió invertir el dinero que estaba destinado al servicio de la deuda en necesidades sociales.
La Fundación Jubileo fue creada tras esa campaña para hacer seguimiento a la temática del endeudamiento. En ese marco, esta semana volvió a encender las alarmas sobre el alto endeudamiento y sus efectos nocivos en el desarrollo del país.
“Estamos otra vez en las puertas de una situación de insostenibilidad e inestabilidad económica, y el compromiso del pago del servicio de la deuda implicará, en un escenario de reducidos recursos fiscales, una afectación profunda a la calidad de vida de la población y una carga para futuras generaciones”, indica la presentación del documento.
El informe abarca 52 años (1972-2022), identificándose tres períodos: El primero 1970–1981 de gobiernos militares, el segundo período de 1982–2005 de retorno a la democracia y economía de mercado; y el tercero entre 2006- 2022 correspondiente al Estado Plurinacional.
Con sólo mirar los gráficos, se llega a la conclusión de que Bolivia nunca estuvo tan endeudada como ahora y que la mayor parte de esa deuda se contrajo en los sucesivos gobiernos del MAS.
La primera etapa del gobierno de Evo Morales fue beneficiada por los altos precios de las materias primas y por un superávit fiscal, sin embargo y contradictoriamente, durante esos años no se dejó de contratar deuda.
“Desde el final de la bonanza y a partir del periodo de desaceleración (2014), el país arrastra dificultades macroeconómicas que ya anticipaban una crisis. A pesar de que los ingresos del sector hidrocarburos cayeron desde 2015, el Gobierno continuó con la expansión del gasto, con base en un mayor y acelerado endeudamiento, en el marco de su política o modelo de estimular la demanda interna a través del gasto”, indica una nota de prensa de la Fundación Jubileo.
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