¡Cumplir con las responsabilidades en el “Estado despatriarcalizado”!

Opinión

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Sumando Voces

Hernán Cabrera M.

Mientras no asumamos que la sociedad boliviana está en crisis en todos los niveles y que vivimos en un Estado violento, patriarcal, machista y discriminador, los hechos de violencia contra la mujer en todas sus formas y los feminicidios se incrementarán permanentemente.

Mire usted amable lector, en 72 días del 2024 ya el país registra 14 feminicidios y más de 8.601 casos de violencia contra la mujer. O sea, tenemos siete asesinatos de mujeres por mes y más de 119 mujeres fueron víctimas de agresiones físicas, verbales, violaciones, abandonos, presiones.

Cada 8 de marzo el Ministerio Público como si se tratara de sólo números convoca a los medios de prensa y rinde un informe detallado de las estadísticas registradas en sus oficinas. Pero no dice nada sobre los agresores, feminicidas y las acciones que ellos han realizado para acusar y meterlos presos a todos ellos. “Deseamos desde la Fiscalía General del Estado, una vida libre de violencia, sin miedo, que las mujeres puedan andar por las calles sin temor a ser agredidas. Para ello estamos trabajando para construir un sistema de justicia más justo y más humano para todas las mujeres de nuestro país”, puntualiza un comunicado de esta institución. ¿Bonito, verdad?

Ojo que las mujeres no son números ni datos fríos, son víctimas del machismo, del patriarcado, de la hipocresía del Estado y de la sociedad en la que nos desenvolvemos.

El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se festejó a todo dar en Bolivia. El poder en su integridad emitió mensajes de amor, regaló rosas, hizo promesas, etc. Las redes sociales se llenaron de videos, artes gráficas, memes, fotografías y ni se diga en los grupos de WhatsApp, donde inundaron de toda clase de salutaciones hacia las mujeres y que prometían a todos acabar con los altos índices de violencia.

Vaya paradoja, desde el poder parlamentario, se hicieron sentir con sus bonitos mensajes, pero no se ruborizaron que entre sus miembros tienen violadores, agresores, abusadores sexuales que están impunes y que siguen ejerciendo o como diputados o senadores. Incluso hay quien preside la Comisión de Constitución de la Cámara Baja.

¿Qué mas podemos decir sobre los derechos de la mujer, si todo ya está escrito en la abundancia de leyes nacionales que tiene el Estado Plurinacional, las cuales deben hacer cumplir la serie de instituciones públicas y privadas sobre esos mandatos legales y constitucionales?

Solo asumir que cada autoridad del Estado Plurinacional tiene sus responsabilidades que cumplir y que no puede soslayarlas, ni buscar argumentos, que no tiene presupuesto, que no cuenta con el personal capacitado, que no tienen tiempo, y tantas otras falacias que pueden arengar.

“Hay una injusticia más profunda que violar las leyes, y es cumplirlas a medias. Las leyes jurídicas usurpan su nombre. No sabemos lo que es la responsabilidad, ni medirla; ni siquiera sabemos si existe. Lo que sabemos es que nuestros códigos son fútiles y que avanzamos manoteando en la sombra”, nos lanza la provocación el militante de derechos humanos, periodista y escritor Rafael Barret.

Ya no hay excusas para ninguna autoridad de ser parte de la solución de los problemas, cuya ruta la marcan las más de 50 leyes sobre derechos humanos a favor de las diferentes poblaciones vulnerables, también las responsabilidades están para los medios de prensa, ONGs, empresas privadas, universidades, colegios, familias, etc.

¿Por qué aún el Estado patriarcal y colonizador aún sigue vigente en todas sus estructuras políticas? No solo por los altos niveles de violencia contra la mujer, sino por la escasa participación de la mujer en espacios dirigenciales y liderazgos de alto nivel. Y acá están algunos datos para que usted, amable lector, se vaya dando cuenta, que los discursos despatriarcalizados, plurinacionales y de equidad de género que se escuchan a cada rato, solo se los lleva el viento:

En los 199 años de vida republicana, el país solo tuvo dos mujeres presidentas. Y no fue por votación popular. Alguna vez hubo candidata mujer, pero su votación fue escasa.

En los 72 años que tiene de historia la gloriosa Central Obrera  Boliviana ni una sola mujer ha sido elegida como su máxima dirigente. Al parecer los compañeros cobistas son los más machistas. Le hicieron la guerra a la polémica dirigente del magisterio, Vilma Plata.

En el sistema universitario boliviano, solo un par de mujeres fueron rectoras. En la UAGRM de Santa Cruz, ni una sola mujer ha podido acceder a ese importante lugar, a pesar que en cada elección hay una candidata a Rectora, pero la votación que recibe es pobrísima.

Ni se diga de la Conferencia Episcopal Boliviana, integrada solo por sacerdotes, obispos, monseñores, sin que una sola monja sea parte de esa importante instancia de la Iglesia Católica. ¿Por qué una monja no puede ser Obispa, Monseñora y ser presidenta de la Conferencia Episcopal?

En el nivel empresarial, ni en la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia ni en la Cámara Nacional de Industrias, el poder femenino se ha hecho sentir en sus máximas direcciones. En la Federación de Empresarios Privados y en la CAINCO de Santa Cruz, ahí no conocen a la mujer dirigente, sólo para cargos menores.

De los nueve gobernadores del Estado boliviano, la mujer no está presente a ese nivel. De los 314 municipios del país, solo hay 29 alcaldesas, que llegaron por sus propios méritos.

Al tacho la igualdad de género y la paridad en los cargos electivos. Esta son también formas de violencia hacia la mujer y discriminación en el ámbito político-electoral. Hay avances lentos y pocos en cuanto al empoderamiento de las mujeres.

De modo, que, si este Estado sigue en su ruta de no asumir sus responsabilidades en todos los niveles e instancias administrativas, cumpliendo y haciendo cumplir el conjunto de leyes a favor de la mujer, y mientras la mujer siga siendo relegada a cargos menores, pues, los mandatos constitucionales del “Art. 15, inciso II) Todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual o psicológica, tanto en la familia como en la sociedad. Inciso III) El Estado adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género y generacional, así como toda acción o omisión que tenga por objeto degradar la condición humana, causar muerte, dolor y sufrimiento físico, sexual o psicológico tanto en el ámbito público como privado”, serán meros enunciados demagógicos, que se los repite de forma permanente, mientras tanto en la realidad cruel, cada día hay una mujer golpeada, violada, marginada….

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Hernán Cabrera es periodista y Lic. en filosofía

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