Carlos Arze: “El modelo pende de un hilo muy delgadito”

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Carlos Arze, economista, investigador del CEDLA y especialista en políticas publicas. Foto: CEDLA

Basta caminar por las calles para darse cuenta que la economía no está bien: hay escasez de combustibles, el dólar paralelo está subiendo y, a la par, los precios también están aumentando.

Ese panorama, que ya se refleja en la economía de la gente, tiene su origen en la caída de las Reservas Internacionales Netas (RIN) producto de la drástica reducción de ingresos por la venta de gas, la imposibilidad de conseguir más fondos externos, la insistencia en mantener altos niveles de gasto y, en consecuencia, la persistencia del déficit fiscal.

El economista Carlos Arze resume la situación en una frase: “El modelo pende de un hilo muy delgadito”.

 Arze, que además es investigador del CEDLA y especialista en políticas públicas, indica, en el programa Hagamos Democracia de Erbol, que “la situación es delicada” porque existe un déficit fiscal que se viene replicando durante varios años, con la mala noticia de que “hay presiones muy fuertes para que este déficit continúe e incluso se agrave”.

Esta situación se debe “a que el Estado ha perdido desde hace varios años la principal fuente de sus ingresos, que ha sido la exportación de gas”.

Las presiones para mantener el gasto tienen que ver, entre otras cosas, con el crecimiento de las importaciones de combustibles, lo que representa una elevada subvención.

El análisis de Arze llega apenas unos días después de que el presidente Luis Arce emitiera un mensaje al país, en ocasión del día del Estado Plurinacional, en el que destacó los logros del Modelo Modelo Económico Social Comunitario Productivo, entre los que citó la estabilidad económica, la baja inflación, el crecimiento económico y la industrialización.

«Hoy pese a un contexto internacional adverso y producto de las políticas implementadas en el marco de nuestro modelo económico orientadas a la reconstrucción económica y reproductiva registramos una cifra de crecimiento positiva del 6,1 % en 2021 y para fines de 2022 hemos llegado cerca al 4 %», dijo el Mandatario.

El origen

Arze recuerda que durante la bonanza, el país fue acumulando reservas que ahora han caído al nivel más bajo, al punto que sólo alcanzan para dos meses de importaciones de todo lo que necesita Bolivia.

A esta escasez de reservas se suma la dificultad de conseguir fondos externos. “Es muy difícil poner ahora bonos soberanos porque hay un riesgo país que ha ido incrementándose”, explica el especialista.

Entonces, el país se enfrenta a una doble dificultad: una interna por el déficit fiscal y una externa por la imposibilidad de conseguir ingresos.

“Lo único que está sosteniendo las reservas son las remesas de ciudadanos que han emigrado”, resume Arze.

Frente a eso, se pregunta si el modelo está blindado como había señalado el Gobierno. “Esta situación actual de la caída de los ingresos y de las divisas por la caída de la exportación y producción de hidrocarburos está mostrando la vulnerabilidad de este modelo, esencialmente por su naturaleza rentista”, responde el mismo especialista.

Explica que el rentismo es “esa actitud de espera con los brazos cruzados” para que lleguen los ingresos de forma extraordinaria y no por el esfuerzo de quien los espera.

En el caso de los hidrocarburos esa renta fue de 40 mil millones de dólares, pero que no se han usado para diversificar el aparato productivo ni para crear empleos de calidad. “Este modelo tenía que acabar así, estamos en el fin, en el fracaso de este modelo económico”, remata.

Ante el optimismo gubernamental respecto a la industrialización, Arze indica que entre el 90 y el 96% de los ingresos generados por empresas estatales, provienen de tres o cuatro empresas grandes que existían antes de este modelo. “Las otras 40 o 50 empresas que se han creado no tienen utilidades, o las tienen muy chiquitas”, señala.

Por eso, cuando el periodista José Luis Aliaga le pregunta si el modelo pende de una soga o de un hilo, Arze responde que “pende de un hilo y muy delgadito”.

Un sector agotado

Para explicar esta situación, Arze hace un repaso al sector de los hidrocarburos. Empieza diciendo que no hubo una nacionalización, sino de las acciones que pertenecían a los bolivianos, que las empresas siguieron controlando el sector y que el 2008, además de darles incentivos económicos, el Estado les abrió las puertas de las áreas protegidas con la finalidad de atraer más inversiones.

Sin embargo, las empresas se abocaron a explotar los hidrocarburos y no fueron obligadas a reponer las reservas extraídas.

Por el contrario, el Gobierno ha mantenido la idea de que las reservas de gas no han bajado de los 10 TCF, lo que en criterio de Arze obedece a “una magia” porque lo que está haciendo es reclasificar las reservas para convertir a las posibles en probables, y a las probables en probadas.

“Por todas las señales, es un ciclo del gas finalizado, no vamos a ver un estado financiado con sus recursos”, indica.

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