Atajado comunal devuelve la esperanza a 66 familias del altiplano paceño

Desarrollo

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Yenny Escalante

Atajado en Calamarca. Foto: CIPCA

Las 66 familias que viven en la comunidad de Sucanavi, ubicada en la provincia Aroma del municipio de Calamarca, La Paz, encontraron una esperanza frente a la escasez de agua: un atajado comunal que recoge el caudal del río Kalasasaya y que ya les permite regar algunos cultivos, pero ahora ahora el desafío es ampliar la infraestructura para alcanzar la altura necesaria que permita almacenar hasta 160.000 metros cúbicos de agua. Este volumen asegurará un riego eficiente para sistemas de producción agropecuaria en una superficie estimada de 20 hectáreas.

“El agua es lo más necesario. No queremos quedarnos atrás, queremos que este proyecto se lleve adelante en favor de nuestra comunidad”, afirma Toribio Piza Navarro, mallku de Sucanavi. La obra nació con recursos propios del POA Comunal y el apoyo inicial del Gobierno Autónomo Municipal de Calamarca, pero se estancó en sus primeras etapas por falta de presupuesto. Fue entonces cuando la comunidad postuló al Fondo de Pequeños Proyectos de UNITAS, ganó, y recibió un impulso económico. Además, el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) brindó apoyo técnico y administrativo. Hoy, el proyecto avanza hacia su consolidación.

En el altiplano paceño la situación de la crisis hídrica aumenta con el paso de los años, generando migración y dejando pueblos con pocos pobladores. Por ello, la organización comunal buscó apoyo para dar una solución concreta al problema.

La comunidad de Sucanavi está conformada por 66 familias, las cuales están dedicadas a la producción agrícola de papa, haba, oca y quínua, así como la crianza de ganado bovino, ovino y camélidos. Debido a las condiciones de sequía y la poca rentabilidad de la comercialización de sus productos, las familias tienen bajos ingresos económicos.

Es por ello que, según Piza, el objetivo es claro: completar el sistema de atajado para luego implementar riego que permita fortalecer la producción agrícola y el uso de carpas solares.

Manuela Escobar, comunaria de Calamarca, destaca el impacto del proyecto en su vida cotidiana: “Este proyecto ya lleva casi dos años. Hemos trabajado mucho porque no hay de dónde sacar agua. Con este atajado queremos sembrar y seguir viviendo en nuestra comunidad”, dice, refiriéndose a la constante migración que se registra en el altiplano, no sólo paceño, sino boliviano.

Victoria Quispe, otra comunaria, resalta que el agua del atajado les ha permitido cultivar papa, quinua y cebada, y proyectan incorporar nuevas hortalizas. “Muchas cosas podemos sembrar (si tenemos agua), también es importante para los animales. (Ahora) no hay de dónde tomen agua las ovejitas. Ya llevamos dos años trabajando y ahora queremos elevar un poco más (la estructura) el atajado. Para eso necesitamos más ayuda”, concluye.

El proyecto no solo representa una mejora en las condiciones agrícolas de la zona, sino también una muestra de organización comunitaria y resiliencia frente a los desafíos climáticos que afectan al altiplano paceño.

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