Se recupera el nivel de ocupación, pero empeoran las condiciones laborales

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Sumando Voces

Sumando Voces. Foto: APLP

Luego de la crisis sanitaria, el país ha logrado recuperar su nivel de ocupación prepandemia, sin embargo, las condiciones laborales han empeorado, según las conclusiones de un libro publicado por la Fundación Milenio y la red Procosi, titulado “La situación Social de Bolivia”, escrito por Henry Oporto, José Gabriel Espinoza, Ernesto Yáñez, Guillermo Aponte y Patricia Philco-Lima

El estudio atribuye este empeoramiento a que “la reactivación del empleo viene de la mano de un aumento del cuentapropismo, la subocupación y la reducción del número de horas trabajadas tanto en el sector empresarial como en el sector informal, todo lo cual se refleja en la caída de los ingresos laborales, y de forma mucho más acusada en las mujeres, los jóvenes y los estratos con menor escolaridad y calificación laboral, a la vez que toma mayor fuerza la expansión del empleo informal, inestable y precario”.

El libro, además, analiza la situación de la educación y la salud, donde también identifica deficiencias y carencias acentuadas durante la pandemia.

El documento señala que una de las mayores señales de debilidad del mercado laboral pospandemia es la tasa de subocupación que ha pasado de 4,64 por ciento en enero de 2020 a poco más de 7,1 por ciento en diciembre de 2022. En el caso de las mujeres, la subocupación llega a 8,5%, lo que quiere decir que trabajan menos de 40 horas semanales, pese a estar en condiciones de trabajar más horas.

“Estas son señales de reactivación de la ocupación, pero no necesariamente de la clase de ocupación que la gente quiere tener para poder satisfacer sus necesidades, lo cual es consistente con el crecimiento de la economía informal”, indican los autores.

Otro de los datos relevantes es que en el último trimestre de 2022 y primeros meses de este año, se crearon cerca de 60 mil nuevos empleos, una cifra muy baja en comparación a los 120 mil que se creaban antes de la pandemia en período similar.

Por otro lado, el ingreso promedio ha registrado una caída de 12%, estabilizándose en 2.600 bolivianos mensuales.

El libro “La situación social de Bolivia” se presentó en la Asociación de Periodistas de La Paz la semana pasada, donde Henry Oporto, quien además es el coordinador de la obra, lanzó algunas conclusiones y reflexiones que también están contenidas en el texto.

Dijo que el país está muy poco preparado para hacer frente a eventos extremos como la pandemia y que es preciso replantear el rol del Estado porque es “obeso, costoso e ineficiente” y que, como tal, “malgasta y derrocha muchos recursos en programas que probablemente no son prioritarios, en muchas empresas públicas deficitarias y en clientelismo político”.

Rol de las ONGs

Si bien se espera que el Estado pueda abocarse a lo que es primordial para la gente, como darle mejor salud, educación y protección social, Oporto hace notar que hay una capacidad instalada en el sector privado y las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que puede contribuir a crear un esquema de protección social.

“Hay en el sector privado, y en el sector social, con las Organizaciones No Gubernamentales, muchas de la cuales trabajan con sectores o lugares donde el estado no llega y de no ser por estas ONG, esos territorios estarían abandonados a su suerte”, señaló Oporto.

En su criterio, “este puede ser un momento propicio para revalorizar y poner en la discusión un papel reforzado de las Organizaciones No Gubernamentales y de qué manera el Estado podría facilitarles en su trabajo en lugar de interponerse en su camino y ponerles trabas, que lo único que hacen es limitar una mejor contribución a la sociedad”.

Por otro lado, el autor considera que la crisis es muy aleccionadora a cerca de los límites del modelo implantado en Bolivia, que ha extendido el asistencialismo y genera excesiva dependencia del Estado, por lo que es preciso construir un modelo orientado a fortalecer las capacidades humanas. Y, para lograrlo, además, es necesario avanzar en una mejor democracia, en la que se puedan levantar instituciones que trabajen en lo social.

El libro fue comentado por Fernanda Wanderley, quien considera que la pandemia ha visibilizado o agudizado problemas que son estructurales ya existentes y, frente a eso, “debemos tener un proceso de diversificación productiva y no podemos seguir dependiendo de los precios de las materias primas”.

En su criterio, la pandemia no ha generado la informalidad, las desigualdades en educación y salud, sino que “nos ayudó a ver esos problemas en su real dimensión”.

El otro comentarista del libro fue Javier Gómez, quien hizo notar que la informalidad es ya un término demasiado grande para explicar la precariedad el empleo, que en la pandemia han surgido nuevos empleos como los deliverys y que se ha roto con la idea de las ocho horas de trabajo. Hizo notar, además, que durante la crisis sanitaria ha emergido con fuerza la agenda de la economía del cuidado que busca su reconocimiento como un valor productivo.

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