Roger Carvajal, Víctor Ramiro Salgado y Gary Suárez, en Sumando Voces en Directo.
Al cumplirse dos años del Programa de Fomento a la Producción de Especies Oleíferas, creado para plantar palma africana o aceitera, jatropha y macororó, con la finalidad de fabricar biocombustibles en Bolivia, los técnicos del Gobierno explicaron que los productores que quieran ingresar al programa, entre ellos los indígenas y campesinos, tendrán que contraer créditos para ser parte del negocio.
Víctor Ramiro Salgado y Gary Suárez, en representación del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal de Bolivia (INIAF) participaron del programa Sumando Voces en Directo, que se emitió el jueves pasado, donde negaron que se vaya a deforestar bosque primario para plantar palma africana, por el contrario, aseguraron que se utilizarán terrenos que ya están habilitados para el barbecho o para la ganadería, por lo que minimizaron el impacto ambiental.
El programa también contó con el aporte de Roger Carvajal, docente e investigador emérito de la UMSA, máster en ciencias biomédicas y Phd en inmunología, quien lanzó cuestionamientos científicos al nuevo cultivo, sobre todo por la imposibilidad de recuperar la biodiversidad, dejando los terrenos convertidos en “desiertos verdes”.
Sobre los créditos, Gary Suárez justificó el plan indicando que “estamos hablando de un producto agrícola, es un negocio, no es algo caritativo”.
Agregó que “este es un negocio rentable, que de inicio tiene una inversión. El Estado está proveyendo los recursos suficientes para que empiece su negocio, como cualquier préstamo que se hace en otros sectores, como en la soya. Es un producto agrícola (…) Pero se le está dando las facilidades para que en un plazo muy, muy largo, se pueda hacer el pago de estos recursos y se va a hacer con la misma producción. Se le está dando una alternativa y facilidades para que tenga un negocio propio y que le va a generar recursos por más de 25 años”, explicó el técnico Gary Suárez.
Ante los cuestionamientos sobre el impacto en los bosques, el funcionario aseguró que el programa “tiene que cumplir ciertas condiciones ambientales y una de ellas es que no tiene que ser en bosque primario, sino barbecho”, es decir que son tierras habilitadas para el cultivo, pero que están inutilizadas. Según dijo, la palma produce siete veces más que la soya y las plantas tienen una vida útil de unos 25 años, por lo que “no hay un tema de desmonte o chaqueo”.
El programa arrancó en 2022 con 402 millones de bolivianos de presupuesto y, según dijo Suárez, tiene la meta de llegar a 32 mil hectáreas de palma africana plantada hasta 2025, con lo que se busca cubrir el 30% del requerimiento de combustibles.
Los cuestionamientos científicos
Durante el programa de streaming, Roger Carvajal lanzó una serie de cuestionamientos a los técnicos del INIAF.
Les preguntó, por ejemplo, qué tanta investigación se hizo para introducir esta especie africana para analizar el tipo de suelos, el rendimiento, la compatibilidad con la biodiversidad local y otros aspectos, además de indagar si se cumplió el reglamento general de bioseguridad en el marco de los acuerdos de Cartagena.
Víctor Ramiro Salgado respondió que “se están haciendo pruebas de investigación con el comportamiento de la palma aceitera e, incluso, ya tenemos conocimiento de que algunas universidades o algunas personas en particular ya habrían hecho la introducción de esta especie con mucha antelación”.
“Nos dicen los compañeros que habrían hablado con gente que ha introducido antes, pero eso no responde la pregunta de si se han hecho los estudios de bioseguridad con los protocolos correspondientes”, replicó Carvajal, quien insistió en la pregunta sobre el daño a la biodiversidad y sobre el cumplimiento de la normativa internacional.
“Por otro lado, hay que recordar que en Bolivia existen otras palmas de menor rendimiento sí, pero no tienen que esperar los seis años de crecimiento ni pelearse con las comunidades ni recibir este tipo de desplantes”, dijo Carvajal en referencia a la decisión del pueblo Tacana de rechazar la palma africana. Gary Suárez respondió que esta producción también existe en Brasil, Perú, Ecuador y en toda Centroamérica.
Luego de escuchar a los técnicos, Carvajal señaló que las especies nativas permiten recuperar la biodiversidad, mientras que eso no ocurre con especies foráneas como la palma africana. “La biodiversidad no se reinstala y eso lo han demostrado en muchos estudios en Colombia, donde se han llamado desiertos verdes porque precisamente alrededor de las palmas africanas no se le instala la biodiversidad”, dijo el científico.
A respecto, Víctor Ramiro Salgado respondió que no se está alentando el monocultivo de palma aceitera, sino que “vamos a fomentar los sistemas agroforestales” para combinar la palma africana con especies nativas. Y respecto a las palmas existentes, como el totaí o el motacú, dijo que se contratará un estudio para verificar la calidad del aceite.
Respecto al pedido del pueblo Tacana de que el INIAF retire sus almácigos de palma africana cuanto antes, los técnicos dijeron que lo harán pronto porque las plantas están listas para ser llevadas a terrenos definitivos y porque el programa es voluntario.
Carvajal, en cambio, propone apostar por el ecodiésel, un producto que no requiere un nuevo cultivo, sino la utilización de la plantas de soya, girasol y otras, luego de que se usa el fruto.
Puedes ver el programa completo aquí:
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