Tacana, el pueblo que rechaza la palma africana y el oro, y que quiere ser una autonomía indígena

Desarrollo

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Mery Vaca

Con danzas y música recibieron los indígenas Tacana a los participantes del FOSPA en Tumupasa. Foto: UNITAS

La comunidad Tacana de Santa Rosa de Maravilla, en el norte de La Paz, está esperando que el gobierno de Luis Arce vaya a recoger sus plantines de palma africana, que están creciendo en su territorio porque el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA) decidió rechazar el cultivo luego de informarse de los efectos nocivos para el bosque. El Gobierno apuesta por ese y otros cultivos para producir biocombustibles.

El CIPTA, que agrupa a 23 comunidades de La Paz, también rechazó una autorización solicitada para la explotación de oro en la misma comunidad de Santa Rosa de Maravilla, aunque sus representantes están conscientes que otras comunidades aceptaron esta actividad extractiva.

Santa Rosa de Maravilla también está disconforme con un programa de EMAPA, que introdujo una variedad de maíz no apta para la zona y que, en vez de dejar beneficios para las familias, las ha endeudado, puesto que el maíz ha sido consumido por la plaga del gusano y ahora los indígenas deben pagar por las semillas y el apoyo para la siembra que recibieron del Gobierno.

A contraflecha de estas actividades que dañan el bosque, los indígenas apuestan por la producción sostenible de frutos amazónicos, como asaí, copoazú y otros, pero tropiezan con la falta de apoyo para acceder a los mercados. Y, en vez de almácigos de palma africana, esperan respaldo para que los costos del transporte de sus frutos no son tan elevados.

Sin embargo, los Tacana no están de brazos cruzados esperando la atención del Estado. Por el contrario, tienen una estructura política que les permite autogobernarse y están particularmente orgullosos de su justicia indígena. El siguiente paso es avanzar hacia la autonomía indígena, aunque están conscientes que es un proceso largo y que está lleno de trabas de parte del Estado.

El presidente del CIPTA, Jorge Canamari, dijo que “se va a impulsar la autonomía indígena”, aunque antes se debe resolver la falta de continuidad territorial del pueblo Tacana.

El coordinador del programa NINA de UNITAS, Walter Limache, indicó que el primer paso es el consenso en torno al proceso para evitar que la opción del NO gane en el referéndum, pero más allá de eso, señaló que la autonomía indígena no es un fin en sí mismo, sino un camino hacia la autodeterminación.

Todos estos aspectos relacionados con la economía y la gobernanza del pueblo tacana salieron a la luz en dos visitas in situ realizadas por dos grupos de trabajo del Foro Social Panamazónico (FOSPA), que se desarrolla entre el 12 y el 15 de junio en Rurrenabaque y San Buenaventura.

El grupo de autonomía y justicia indígena visitó la población de Tumupasa, conocida como la cuna de la cultura Tacana, y que está ubicada a una hora de viaje en vehículo desde San Buenaventura. Entre tanto, el grupo de ampliación de la frontera agropecuaria visitó la comunidad de Santa Rosa de Maravilla, ubicada más hacia el norte, a media hora más desde Tumupasa. Sumado Voces estuvo presente en ambas visitas y ahora presenta este reporte que resume las dos actividades.

El FOSPA está trabajando en cuatro ejes, los que, a su vez, se dividen en 19 grupos. Todos ellos hicieron una vista a determinada comunidad, de acuerdo a la temática de su competencia.

La palma africana

El corregidor interino de Santa Rosa de Maravilla, Darío Chuqui Oliver, explicó que el Gobierno introdujo la palma africana sin haber consultado a toda la comunidad y con la promesa de que estas plantaciones generarían fuentes de trabajo para las familias.

Sin embargo, “averiguamos y fuimos informados que es una planta invasora, que tiene muchos efectos negativos para el suelo, la madre tierra, y que absorbe mucha agua”, dijo el corregidor a Sumando Voces.

En ese marco, el CIPTA le dio 15 días al Gobierno para que retire sus plantines, luego éste habría pedido otros 15 días de prórroga, pero ya han pasado tres meses y hasta ahora las plantas continúan en el lugar.

Según la Fundación Solón, la palma africana que quiere introducir el Gobierno para producir biocombustibles, genera deforestación y no permite que crezcan otros cultivos en esos territorios, por lo que se considera como un elemento depredador de los bosques.

Los comunarios, además, denuncian que les ofrecieron Bs 100 por llenar 500 bolsitas diarias con plantines, pero que no lograron cubrir el cupo diario, por lo que recibieron Bs 50 o tuvieron que llevar a sus familias para completar el encargo. Pero más allá del tema económico, dice Chuqui, el motivo para el rechazo tiene que ver con el alto consumo de agua de esta planta.

Los visitantes del FOSPA aplaudieron la actitud de la comunidad por su defensa de la Amazonía y la vida y les ofrecieron sugerencias para gestionar alianzas y mercados para sus productos.

Endeudados por el maíz

Roxana Terrazas, vicepresidenta del CIPTA, considera que las semillas de maíz entregadas a Santa Rosa de Maravilla “eran transgénicas porque en vez de producir tienen varias enfermedades”.

Señaló que no se pudo controlar la plaga de gusanos que acabó con la producción por lo que, “en vez de ayudar a nuestra gente, viene endeudando a la población”.

“Hemos pedido que nos expliquen que mejoren la semilla que le hagan el seguimiento correspondiente, lo responsabilizan al productor, y el programa ya no tiene compromiso, si no da esa producción, el productor queda endeudado” dijo.

Roxana Terrazas, vicepresidencial de CIPTA.

El oro que contamina

Terrazas, además, informó que el CIPTA rechazó un pedido de autorización que llegó a la comunidad de Santa Rosa de Maravilla “porque es dañina para el medio ambiente porque contamina el agua y de eso se alimentan los peces”.

De hecho, la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP) es la impulsora de la expulsión de las cooperativas mineras de la Amazonía, luego de que encargara un estudio en el que se determinó que los pobladores están contaminados con mercurio por consumir los peces de los ríos donde se explota el oro con ese compuesto.

Sin embargo, Terrazas está consciente que hay comunidades que aceptan esta actividad y que incluso algunos indígenas son parte de las cooperativas. “Los que trabajan ahí son allegados al gobierno” resume la lideresa tacana.

Justicia y autonomía indígena

La autonomía indígena es un anhelo del pueblo tacana porque, según dicen, tienen una estructura muy bien montada encabezada por el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA), que agrupa a las 23 comunidades.

Celín Quenevo, exautoridad del pueblo Tacana, explicó que el CIPTA es el gobierno indígena, que administra el territorio, tiene normas y que incluso gestiona los recursos naturales, velando por el cuidado de la madre tierra.

y, en cada comunidad existe un corregidor que administra justicia indígena y que recibe la colaboración de otras 17 personas elegidas para el efecto.

De hecho, al ingreso de la Subalcaldía de Tumupasa existe un cepo, ese instrumento de madera que está diseñado para castigar a los que se portan mal en la comunidad. Las líderes tacanas insistieron que esa práctica “no es tortura” y, según el corregidor de Tumupasa, Abelardo Pessy, es una justicia inmediata, limpia y transparente.

Cepo donde se aplica castigos a los que cometen faltas en el pueblo Tacana.

Explicó que, cuando alguien comete un robo, se convoca al pueblo y el acusado da una vuelta a la plaza con lo robado y en cada esquina recibe cinco chicotazos.

“Ese es un castigo ejemplar y estoy seguro que no van a volver a cometer nuevamente”, explica el corregidor.

Y, respecto al Cepo dijo que “lo confunden con una tortura, pero no es así”, el cepo es un castigo psicológico, porque las piernas están apretadas, pero la persona no sufre nada más.

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