Desde el día 8 de noviembre del año 2020, el señor Luis Arce Catacora tiene, según la Constitución Política del Estado, las siguientes obligaciones: cumplir y hacer cumplir las leyes, dirigir la administración del Estado y coordinar con los distintos niveles de gobierno; nombrar ministros, ejercer el mando de las Fuerzas Armadas y la Policía, dirigir la política exterior, proponer leyes, emitir decretos y preservar la seguridad del país. Además, está encargado de presentar planes de desarrollo, informes anuales ante la Asamblea Legislativa, y puede declarar estados de excepción, otorgar amnistías e indultos, y nombrar autoridades conforme a la ley. Su rol es velar por el buen funcionamiento del Estado y garantizar el respeto a la Constitución.
Hay mucho que decir en relación al cumplimiento de sus obligaciones; sin embargo, la historia y la justicia, de ser cambiada, juzgarán lo que es visible, que no ha cumplido su trabajo a cabalidad, las leyes le han servido para la persecución política, la coordinación con otros niveles de gobierno ha sido deficiente, las fuerzas del orden han sido manipuladas, muestra de esto es el pseudogolpe de julio del año pasado, además de jactarse de las órdenes de aprehensión absurdas contra Evo Morales, las que hasta ahora no se hacen efectivas.
Ni qué decir de la política exterior, donde ha desaparecido la escuela de diplomacia y esta gestión nos situa en el mundo como uno de los peores países en términos económicos, sociopolíticos, corrupción y de calidad de vida.
Los planes del gobierno nacional parecen estar desconectados de la realidad del pueblo boliviano. El Estado está disfuncionando, muestra de ello son las calles llenas de filas, la gente desesperada por comprar un litro de aceite, y la angustia por alguna solución que no llega ni llegará hasta que cambiemos de capitán del barco, este barco que se está hundiendo y en vez de lanzar los salvavidas para disminuir la cantidad de ahogados, se ven las peleas entre quienes quieren manejar el timón, cuando han demostrado que no saben manejarlo.
Hoy, después de 1.676 días y de estar como estamos, en múltiples crisis, el pueblo boliviano necesita que el presidente se enfoque en una sola cosa: Asegurar las elecciones nacionales para el 17 de agosto de este año; que honre su investidura, aunque sea al final de su mandato.
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Cecilia Vargas es cirujana y docente universitaria
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