Foto portada: Víctimas de los incendios. Foto: CEJIS
Durante los últimos cinco años, los incendios arrasaron con más de 21 millones de hectáreas, lo que proyecta consecuencias devastadoras para un futuro no muy lejano, como la agudización de la crisis climática y, por ende, la escasez de agua, el aumento de temperaturas, el desplazamiento de comunidades indígenas y la afectación en la salud de las personas, entre otros efectos.
De acuerdo con datos de la Autoridad de Fiscalización y control de Bosques (ABT), en 2019 fue un año crítico para Bolivia porque se quemaron 5,7 millones de hectáreas; en 2019 fueron 4 millones las hectáreas quemadas; en 2021, 3,4 millones y en este 2023 casi 3,5 millones de hectáreas arrasadas por el fuego, haciendo un tota de 21,1 millones de hectáreas quemadas.
Al respecto, el biólogo e investigador de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC), Marcos Nordgren, manifestó que las quemas de este año se suman a una tendencia preocupante iniciada en 2019 con casi 6 millones de hectáreas y que los años posteriores continuaron alcanzando un nivel de normalidad en los incendios.
“El 2023, estamos llegando a los 3,5 millones de hectáreas de superficies quemadas, lo que marca en definitiva una nueva etapa de materialización de la crisis climática (…) con concentraciones de lluvia más problemáticas que reducen la disponibilidad de humedad y de agua a lo largo del año, pero que además están elevando las temperaturas y produciendo olas de calor”, sostuvo el especialista a Sumando Voces.
Indicó que el Madidi ya perdió alrededor de 70 mil hectáreas, incluso en áreas núcleo, es decir, aquellas que deberían ser resguardadas de todo daño o actividad.
Pero, las consecuencias también son humanas, refiere Nordgren, pues ya se registran decesos por enfermedades respiratorias que pueden estar vinculadas a la mala calidad del aire. “Entonces, esto puede estar produciendo muertes adicionales, muertes evitables”, agrega.
A respecto, durante la última crisis se produjo la muerte de 13 personas en Rurrenabaque, según el Gobierno, por golpes de calor, que están asociados a los focos de calor.
El agua también está contaminada por las partículas de cenizas que caen sobre los afluentes, especialmente en comunidades indígenas campesinas de tierras bajas que, además, fueron desplazadas por los incendios forestales dejándolas sin su hábitat natural para vivir.
El líder indígena de la comunidad de San José de Uchupiamonas, Alex Vilca, manifestó que los indígenas están condenados a salir de sus espacios por las intenciones políticas y económicas a gran escala. “Es decir, que los pueblos indígenas abandonemos nuestros territorios, que seamos sacados a la fuerza por estas inclemencias que están patrocinadas por grandes actividades económicas”, afirmó a ANF.
La presidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB), Wilma Mendoza, manifestó que las pérdidas en los territorios indígenas son irreparables.
“Queremos hacer escuchar la voz de nuestros pueblos y de otros seres de la naturaleza… Tenemos grandes pérdidas y daños. ¡Quién nos repara esas pérdidas!, se ha perdido bastante superficie de sembradíos. ¿Ahora qué va a ser de esa familia que ha perdido parcelas?, que son fuente de ingreso económico, pero también de alimentación. La alimentación está insegura”, sostuvo.
En esa misma línea, Rosa Páchuri, dirigente chiquitana miembro del directorio de la CNAMIB acotó: “De aquí a unos meses vamos a sufrir debido a que no vamos a tener los alimentos en nuestro territorio porque todos los sembradíos que había en el chaco (parcela) se han quemado. La sequía, que (hay) justamente debido a estos desmontes sin control que hacen los grandes empresarios y los ganaderos, nos está afectando muchísimo”.
El investigador Marcos Nordgren indicó que, si no hay cambios radicales en las formas de desarrollo local, acompañadas de cambios estructurales globales, la situación no va a mejorar. “Estamos camino a empeorar la situación cada vez más”, concluyó.
Santa Cruz arde
El investigador de la Fundación Tierra, Gonzalo Colque, quien este año publicó un estudio sobre el impacto del cambio climático en Santa Cruz, explicó a Sumando Voces que los incendios y el desmonte traen menor humedad, la menor humedad provoca menor circulación del ciclo del agua, menor precipitación y “todo esto provoca un aumento de la temperatura”.
El documento de Colque y otros dos investigadores, indica que, si bien el calentamiento es una problemática global, Santa Cruz registra un ritmo mucho más acelerado, al punto de que, en el peor escenario, podría alcanzar un aumento de la temperatura de hasta 3,2 grados centígrados para el año 2020.
“La temperatura promedio se incrementó en 1,1 °C con respecto a los registros de la década de los 80. El calentamiento de Santa Cruz está por encima del global del mismo periodo (0,6 °C). En el peor escenario proyectado, el aumento de la temperatura del territorio cruceño podría escalar hasta 3,2 °C para el año 2060”, señala el resumen ejecutivo del texto.
El estudio, además, revela que los días de calor extremo serán más frecuentes en el futuro y que, para el año 2060 Santa Cruz tendrá por año entre 14 y 29 días con temperaturas máximas por encima de los 40 grados centígrados. Actualmente, los días con esas características son tres por año.
También le puede interesar: