Preocupan la guerra sucia y la desinformación porque restan credibilidad a la política y dañan la democracia

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Sumando Voces

De izq. a der. Patricia Cusicanqui, Gustavo Pedraza y Karina Olarte.

La persistente guerra sucia a través de las redes sociales y la consiguiente desinformación son dos aspectos del actual proceso electoral que preocupan a analistas y especialistas en la temática porque repercuten en la credibilidad ciudadana hacia la política y dañan la democracia.

De hecho, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) decidió convocar a una reunión de las dos candidaturas que van a la segunda vuelta, para que firmen un compromiso contra la guerra sucia. La cita es este miércoles en Santa Cruz.

Durante el programa Sumando Voces en Directo, el analista Gustavo Pedraza, la comunicadora Karina Olarte y la periodista Patricia Cusicanqui explicaron los efectos dañinos de ambos aspectos para la democracia y el tejido social. Además, expusieron ideas de cómo contrarrestar estos dos fenómenos rumbo a la segunda vuelta, empezando por la responsabilidad ciudadana de no compartir contenidos falsos hasta la posibilidad de regular el uso de las redes en etapa electoral.

Cusicanqui, quien se desempeña en el cargo de editora en jefe de Bolivia Verifica, dijo que esta es la campaña de las redes sociales, que han reemplazado a los espacios públicos, como las caravanas callejeras.

Y, la otra característica es que las organizaciones políticas “han hecho trampa” porque la normativa electoral exige que los candidatos inscriban sus cuentas oficiales para hacer un seguimiento y fiscalización del proceso, pero luego crean cuentas paralelas con nombres falsos para actuar incluso durante el silencio electoral “para promocionar las candidaturas, pero también para atacar al oponente”.

Gustavo Pedraza considera que este tipo de campaña “daña a la democracia como principio y daña también la credibilidad que debería tener la gente en la política como como campo de servicio público”.

Karina Olarte señala que, como la guerra sucia y la desinformación circulan a través de espacios de comunicación cotidiana y familiar en las redes sociales, los ciudadanos deberían preguntarse de dónde viene esa información. “Las personas comunes que estamos en el WhatsApp, en el Facebook necesitamos tomar mucha más atención, ser responsables, también ser empáticos, es decir,  ponernos en los zapatos del otro (del que está siendo afectado por la guerra sucia”, indica.

En ese marco, rescata el concepto de la alfabetización digital, tomando en cuenta que como ciudadanos digitales tenemos responsabilidades, deberes y derechos.

¿Regular o no regular?

Pedraza considera factible regular algunos aspectos desde el TSE, pero admite que “es imposible regular o controlar todo, porque el anonimato es parte esencial de la guerra sucia”.

Karina Olarte, en cambio, cree que es complicado pensar en la regulación porque las redes son “un espacio de libertad de expresión”. Se pregunta qué criterios serían los que determinen si una expresión, una posición y una opinión van a ser adecuados o no.

Pedraza menciona que hay tipos penales en los que se enmarcan quienes hacen la guerra sucia como la injuria y la calumnia que pueden ser aplicados para casos concretos como la difusión de un video que probadamente es falso.

La campaña de las redes

Cusicanqui explica que hubo “una enorme contaminación del proceso electoral”. Y, por solo citar un ejemplo, señala el caso de las dos páginas que “invirtieron” cas 200 mil bolivianos en desinformación para atacar a Jorge Quiroga y Samuel Doria Medina, un caso que fue descubierto por Bolivia Verifica. Por su lado, Chequea Bolivia descubrió sitios allegados a la campaña de Doria Medina que invirtieron cerca de 400 mil bolivianos para promover su campaña y para perjudicar a sus contrincantes.

Y, explica Cusicanqui, para desinformar suplantan la identidad de medios de comunicación serios y tradicionales.

La desinformación o guerra sucia es tan efectiva, que un video de esas características llegó a tener un millón de visualizaciones, indica Cusicanqui.

Gustavo Pedraza hace notar que la guerra sucia no es un recurso nuevo y que incluso existen empresas y estrategas que ofrecen ese “servicio”, que no promociona a un candidato, sino que se ocupa de dañar la reputación del contrincante.

“Estas guerras tienen que ver con investigaciones de la vida privada, revisión de archivos fotográficos, de video, hemeroteca (…) buscan fotos, videos, los editan, los descontextualizan…”, señala.

Sin embargo, Cusicanqui hace notar que ha cambiado a un formato que le permite hacerse masiva. “La guerra sucia es una práctica de siempre, solamente que ahora ha cambiado de formato y este formato amplifica no solamente por las redes sociales, sino por los algoritmos y por la huella digital que dejamos los usuarios, porque vamos consumiendo algo, le vamos dando like y obviamente esta información sin pedirlo nos encuentra”, señala.

Puedes ver el programa completo aquí:

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