Según el Ejecutivo, el desabastecimiento de combustibles se debería a un supuesto “sabotaje” de la Asamblea Legislativa por negarse a aprobar nuevos contratos de préstamo. Esta versión fue ratificada en el mensaje presidencial de la noche del miércoles. Pero los datos y las evidencias cuentan una historia muy distinta.
El año pasado, al contrario de lo uno podría pensar, se aprobaron ocho contratos de préstamos con distintos organismos internacionales que suman la considerable cifra de 889 millones de dólares. Una vez sancionadas por ley, correspondía al Ejecutivo la puesta en marcha para apurar los desembolsos. Aunque los contratos aprobados prometen mejorar los flujos de liquidez en dólares, no son suficientes en sí mismos. Los desembolsos son la piedra angular.
Entonces, si bien el monto aprobado del 2024 es cercano a mil millones, el total desembolsado apenas llegó a 27 millones de dólares, hasta finales del año. Esto representa sólo un 3% del total aprobado. Sabemos que no todos los dólares pueden ser transferidos al inicio y que hay tiempos de implementación. Por eso, una valoración solo del primer semestre sería más juiciosa y equilibrada. Sin embargo, prácticamente el resultado no varía: 24 millones desembolsados equivalentes al 4% de lo aprobado. Algo todavía más preocupante es que existen préstamos que tienen cero desembolsos, a pesar de haber sido aprobados hace varios meses por el Legislativo.
A la luz de estos datos, no hay donde perderse. El gobierno no está cumpliendo con las condiciones consignadas en los contratos para recibir los desembolsos. En el caso de obras públicas, para acceder a los primeros desembolsos, tendría que haber remitido planes de ejecución de los proyectos, cronogramas, licencias ambientales, licitaciones y adjudicaciones cerradas. Y, precisamente, ahí radica el problema de fondo. Por ejemplo, la Corporación Andina de Fomento (CAF) otorgó 223 millones de dólares, pero hasta la fecha ni un centavo de desembolso. ¿Por qué? Porque la licitación recién se lanzó el mes pasado.
Ahora, esto que parece un alegato en defensa de los parlamentarios, no lo es. En realidad, ellos deberían hacer estos trabajos de fiscalización. La intención es poner sobre la mesa elementos de discusión basados en evidencias, para argumentar que el verdadero problema no es la falta de aprobación de préstamos, sino la pésima gestión gerencial de los proyectos y financiamientos en curso.
Por último, más de uno se preguntará: entonces, ¿por qué el Ejecutivo insiste en presionar al Legislativo? La respuesta tiene dos partes. Por un lado, porque necesita responsabilizar a alguien más para encubrir la deficiente administración de los préstamos y la incapacidad de obtener desembolsos de manera fluida y efectiva. Por otro lado, porque tiene en la mira uno o dos nuevos préstamos, pequeños, pero de fácil desembolso, pensados como un salvavidas para patear el desabastecimiento unos meses adelante.
El problema no está en los préstamos sino en los desembolsos.
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Gonzalo Colque es economista e investigador de la Fundación TIERRA.
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