De izq a der, Juan Carlos Salazar, Teresa Flores Bedregal, Robert Brockmann y José Antonio Quiroga (Plural). Foto: Sumando Voces
El salón principal de la Fundación Patiño quedó pequeño para la cantidad de público que asistió a la presentación del libro titulado “Las muertes de Carlos Flores Bedregal”, una crónica histórica sobre la muerte y desaparición del político de izquierda, escrita por el historiador y periodista Robert Brockmann.
“Yo espero no morir sin haber enterrado a Carlos”, dijo Teresa Flores Bedregal, hermana del dirigente desaparecido, durante el acto celebrado la noche de este miércoles, en La Paz. Se trata de una frase elocuente, que demuestra que la familia, por 44 años, no ha cesado en su lucha por saber la verdad y por encontrar los restos de Carlos Flores Bedregal, muerto y desaparecido junto a Marcelo Quiroga Santa Cruz, durante el asalto violento a la Central Obrera Boliviana, ocurrido el 17 de julio de 1980, en el golpe de Luis García Meza.
Todos quienes hablaron en la presentación criticaron a los sucesivos gobiernos por mantener el secreto militar y por no revelar donde están enterrados los cuerpos de Flores Bedregal y Quiroga Santa Cruz, aunque las críticas fueron más fuertes para el gobierno el MAS, que siendo de izquierda, según dijeron, obstaculizó aún más el acceso a la información. Hicieron notar que hasta ahora el Estado no cumple una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que le obliga a abrir los archivos, encontrar los restos de Flores Bedregal y resarcir a la familia.
Si bien Brockmann dice que hay 15 versiones sobre la muerte y desaparición de Flores Bedregal, también parece haber coincidencia de que los cuerpos fueron enterrados en los predios del Estado Mayor, en las cercanías de la avenida Zavaleta de La Paz. Brockmann admite que pudo haberse inclinado por una de esas 15 versiones, pero quiere que sea el lector quien saque sus conclusiones.
El periodista Juan Carlos Salazar, quien estuvo a cargo de los comentarios del libro, indicó que “Brockmann relata en la introducción del libro que al recorrer la avenida Zavaleta en su moto notaba ´en cierto lugar, siempre el mismo, un súbito cambio de temperatura, un enfriamiento brusco que te atraviesa el cuerpo”, aludiendo que los cuerpos de Marcelo y Carlos pueden estar enterrados debajo del asfalto de esa avenida.
“Todo indica que está enterrado mi hermano en el Estado Mayor, junto a Marcelo”, coincide Teresa Flores.


Salazar hace notar que “en cualquier país (democrático) el secreto tiene fecha de caducidad, 10 años, 20 años ó 30 años, pero no ocurre lo mismo en Bolivia, donde los archivos se mantienen cerrados a cal y canto según sea el secreto que guardan”.
Citando a Brockmann dice que los generales que hoy son generales hace 44 años eran niños de colegio y por tanto no hay razón para que no abran los archivos. “Intentar tapar ese secreto es intentar defender a García Meza”, señala.
Brockmann, por su parte, expone el dilema sobre si existe una verdad o muchas verdades y explica que el libro titula “Las muertes de Carlos Flores Bedregal”, en plural, precisamente porque hay muchas versiones sobre los hechos.
Y su otra reflexión es sobre el mal, aquel que caracterizaba a Luis García Meza y a Luis Arce Gómez y que, de tanto leerlos, se le impregnó al autor, al punto de haberse sentido afectado no solo por las circunstancias de la muerte y desaparición de Carlos Flores, sino por la forma en que el Estado “se defendió y se defiende negando el acceso a los archivos como si su presidente fuera hoy García Meza”.
El acto de presentación del libro transcurrió entre recuerdos, indignación y pedidos de que se abran los archivos militares. Y, entre todo eso, fue conmovedor saber qué hubiera sido de la vida de Carlos Flores si estuviera vivo. “Carlos Flores lo más probable es que hubiera sido el fundador de un partido verde y hubiera sido el autor de una legislación medio ambiental. Estamos seguros de eso”, dijo Brockmann.
Sinopsis
“Las muertes de Carlos Flores Bedregal” revela la tragedia olvidada de un joven diputado trotskista asesinado durante la toma violenta de la COB en el golpe de Estado del 17 de julio de 1980. Mientras la figura de Marcelo Quiroga Santa Cruz acaparó atención pública, el destino de Carlos Flores Bedregal quedó eclipsado por décadas. En esta crónica periodística, Robert Brockmann desentraña los detalles ocultos de aquel día fatídico, desde el asesinato simultáneo, hasta la desaparición de ambos cuerpos. Con una investigación exhaustiva, el autor documenta la lucha incansable de las hermanas Flores Bedregal frente a un estado venal e indiferente, incluso hostil, hasta alcanzar la justicia internacional en 2024. Una historia de dolor, persistencia y esperanza que arroja nueva luz sobre uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de Bolivia” (Sinopsis extraída de la contratapa del libro).
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