En su homenaje 44, piden luchar por la democracia siguiendo el ejemplo de Luis Espinal

Derechos Humanos

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Yenny Escalante

Homenaje a Luis Espinal

Eran cerca de las 10:45 de este 22 de marzo y la gente ya había llegado hasta el mirador denominado Luis Espinal. El nombre no es casual, lo llamaron así porque ahí fue donde paramilitares botaron el cuerpo del jesuita luego de torturarlo hasta la muerte, hace 44 años. Hoy es un lugar poblado, pero entonces no era más que un basural muy alejado de la ciudad, donde casi nadie llegaba.

Luis Espinal Camps fue un sacerdote jesuita, periodista y defensor de los derechos humanos en Bolivia. Nació en España en 1932 y fue asesinado en 1980, previo al golpe de Luis García Meza. Se destacó por su compromiso con la justicia social y su lucha contra la opresión. Fundó el semanario «Aquí» y utilizó su pluma para denunciar las injusticias y promover el cambio social.

Su asesinato, atribuido a fuerzas paramilitares, provocó conmoción nacional e internacional, convirtiéndolo en un símbolo de resistencia y lucha por los derechos humanos en Bolivia. Por ello, hoy fue recordado entre lágrimas, canto, poesía y admiración por todo el trabajo que realizó en vida. En ese sentido, los presentes exhortaron a la ciudadanía a tomar el ejemplo de «Lucho» Espinal para preservar la democracia.

Los asistentes no pasaron de 40 personas. Entre ellos, no podía faltar Amparo Carvajal, defensora de derechos y actual presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), quien, apoyada en un bastón, un vestido negro y un ligero abrigo, llegó hasta el lugar.

«Este lugar es muy distinto de aquel entonces, cuando el señor que lo encontró tirado nos avisó, era un sábado, a las 10 de la mañana. Por la noche había salido, eran las 9 menos cuarto, y le dijimos: ‘Lucho a dónde vas si no has comido’, y respondió: ‘un bocadillo voy a tomar’ (…) Y le dejamos caminar, y en ese caminar desde la zona norte hasta el centro, hasta la 6 de agosto, Lucho iba siendo perseguido, era viernes», dijo Carvajal.

Aprovechó el momento para recordar que la sede de la APDHB fue tomada por un grupo afín al Gobierno de turno. Lamentó que «por miedo a esas organizaciones sociales» el ministro Eduardo del Castillo no realice acciones concretas en pro de la democracia y la justicia, por ejemplo, sacar de la cárcel a la expresidenta Jeanine Añez.

«Lucho (Espinal) también tenía miedo, todos tenemos derecho a tener miedo, es un derecho, pero lo que Lucho nos enseñó es que callarnos es quitarnos la oportunidad de hablar, a él le quitaron la oportunidad (de hablar) hace 44 años. Gritemos ‘Lucho vive, Lucho se queda, gracias Lucho, tu sonrisa nos anima a seguir», finalizó la presidenta de la APDHB.

Luego tocó el turno a Luis Rico, un cantautor que conoció en persona a Luis Espinal, a quien apreciaba mucho y por ello decidió escribirle una canción que conmovió al público.

«Yo lo conocí en la esquina de la radio Fides, cuando subía al parque Riosinho, vi a mi amigo, Javier Albó, y él me lo presentó a Lucho», recuerda el cantautor. Indicó que un día, Espinal se apareció en su puerta para contarle que iba a lanzar el periódico semanal «Aquí», pero quería que las primeras ediciones le cueste «casi nada» a la gente, por lo que le pidió su ayuda para conseguir dinero. ¿Cómo? Realizando conciertos, propuesta que Luis Rico aceptó.

Años después, en enero de 1980, se encontraron en la plaza San Francisco, vieron una manifestación de fabriles que bajaba por la calle Montes, y allí comulgaron, «sin hostia ni crucifijo», con la mirada hacia la situación crítica del país. Esa fue la última vez que lo vio con vida, la próxima vez fue luego de la autopsia realizada por Rolando Costa Arduz, el tío de su esposa.

«Allí hemos tenido una larga conversación y nudos en la garganta en cada relato que hacía Rolando Costa Arduz. Ahí tomé algunos apuntes, los apuntes más claros para que todos los bolivianos sepamos: lo secuestraron a Luis Espinal cuando volvía a su casa, lo subieron al matadero de Achachicala, lo colgaron y cuatro paramilitares argentinos lo torturaron con instrumentos de tortura y a puñetes, a golpes le rompieron el esternón y el femur, y Rolando Costa cuenta: encontré 17 orificios de arma de fuego en su cuerpo», recordó con una voz quebrada.

«Yo he quedado muy chico haciendo esta canción», dijo antes de interpretar, ayudado de su guitarra, un tema musical dedicado a Espinal, en el que cuenta la vida de «Lucho» Espinal. Ésta conmovió a todo el público.

Varias intervenciones más se registraron con exhortaciones a la población a luchar por la democracia y los derechos humanos.

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