Editorial Sumando Voces
Bolivia empieza a transitar el 2025, el año del bicentenario, con la mirada puesta en las elecciones generales, que deben celebrarse en agosto para la renovación de las máximas autoridades de los órganos Ejecutivo y Legislativo. Este evento trae consigo una serie de retos y desafíos, en un contexto de crispación política, de crisis económica y de tensión social.
En lo político, las elecciones permitirán ver, finalmente, el desenlace que tendrá la pugna interna del MAS y, por otro lado, calibrarán la capacidad de la oposición para articular alianzas y para generar una propuesta de país.
En lo económico, la crisis marcará la agenda electoral porque, ahora más que nunca, la gente votará por quien considere que puede resolver la escasez de dólares, la falta de combustibles y la subida de precios, que son las tres expresiones tangibles del agotamiento del modelo económico aplicado en el país en los últimos 20 años. Todo indica que esos problemas no tendrán solución antes de las elecciones, por lo que la tensión social será un ingrediente central de la agenda 2025.
Pero, más allá de los aspectos coyunturales, esta debería ser la oportunidad para que Bolivia debata su futuro de manera estructural, tomando en cuenta que este es el año del bicentenario y que está terminando un ciclo político y económico en Bolivia.
En este contexto, será importante que la sociedad civil recupere la iniciativa para que este debate de fondo se realice de cara a la gente y con la agenda de la gente. ¿Y cuáles son esos temas? Para empezar, la concepción de un nuevo modelo de desarrollo y la recuperación de la institucionalidad democrática del país.
El debate de un nuevo modelo de desarrollo, que le permita al Estado y a sus habitantes gozar de bienestar económico y social, pero sin descuidar el medio ambiente y los derechos humanos, es urgente, luego de que en 2024 hemos recibido una dura lección con los incendios forestales, que devastaron unas 14 millones de hectáreas según cálculos no oficiales y que además provocaron la destrucción de la biodiversidad, contaminaron las ciudades y desplazaron a comunidades indígenas. No se puede ignorar esta realidad a la hora de debatir la Bolivia que queremos construir de aquí para adelante.
Otro de los ejes centrales de esta agenda es la institucionalidad democrática, que ha sido prácticamente destruida por el poder político a través de la cooptación de todos los órganos del Estado, incluido el Judicial, que no tendría que regirse sin ningún interés partidario.
La institucionalidad, a su vez, está asociada a la vigencia de las libertades fundamentales, entre ellas, la libertad de expresión y de prensa, la libertad de asociación y el derecho a la protesta, que deberían ser parte importante de esta agenda.
En esta ocasión no podemos perder de vista que el futuro se construye mirando al pasado para evitar que se sigan cometiendo los mismos errores y para preservar nuestra esencia. Por eso, es importante que el bicentenario sirva de telón de fondo de este debate sobre la visión de país que queremos construir.
Los políticos pelearán voto a voto, pero la sociedad civil tiene el rol fundamental de introducir en la agenda electoral estos temas estructurales que hacen al futuro, al presente y al pasado de nuestro país.
También te puede interesar: