El pasado 4 de octubre de 2025, en homenaje a san Francisco de Asís, el papa León XIV ha dado a conocer la Exhortación Apostólica Dilexi Te (Te he amado), sobre el amor a los pobres, que fue comenzada por el papa Francisco y que el actual pontífice hizo suya, como lo señala en el punto 3: “Por esta razón (por el modo en que la encíclica Dilexi nos (Él nos amó) de Francisco, muestra cómo Jesús se identificó con los más pequeños de la sociedad), en continuidad con la encíclica Dilexit nos el Papa Francisco estaba preparando, en los últimos meses de su vida, una exhortación apostólica sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres y con los pobres, titulada Dilexi te, imaginando que Cristo se dirigiera a cada uno de ellos diciendo: no tienes poder ni fuerza, pero ‘yo te he amado’ ( Ap 3,9). Habiendo recibido como herencia este proyecto, me alegra hacerlo mío —añadiendo algunas reflexiones— y proponerlo al comienzo de mi pontificado, compartiendo el deseo de mi amado predecesor de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres.
Dilexi Te está estructurada en una Introducción, cinco capítulos y 121 puntos, que abarcan lo siguiente:
El capítulo primero, titulado “Algunas palabras indispensables”, en el cual se hace referencia a san Francisco, el grito de los pobres y los prejuicios ideológicos, entre los que destaca la afirmación de que la situación de los pobres no es tan grave, cuando en realidad sí lo es, en medio de un sistema económico que ha conseguido el crecimiento económico, pero no el desarrollo integral, generando inequidad y nuevas pobrezas.
El capítulo segundo es un repaso de la predilección que se encuentra en la Biblia por los pobres, con énfasis en el hecho de que Jesús fue en Mesías pobre.
El capítulo tercero hace mención de algunos cristianos e instituciones de la Iglesia que, a lo largo de la historia han sido promotores y testigos de la opción privilegiada por los pobres: san Juan Crisóstomo, san Justino, san Agustín y otros.
El capítulo cuarto hace un repaso del contenido de la Doctrina Social de la Iglesia, con referencia explícita a la perspectiva de León XIII, Juan XXIII, el Concilio Vaticano II, Pablo VI.
Por último, el capítulo quinto concluye afirmando que el amor a los que son pobres es un elemento esencial de la historia de Dios con nosotros y la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios.
La pobreza es multifacética y se expresa, como lo señala Francesco Zarartti, en varias dimensiones: el hambre, que no es otra cosa que no satisfacer las necesidades básicas de comida; la falta de servicios básicos (agua, energía, vivienda, transporte, empleo…); la enfermedad, la depresión, la adicción (droga, alcohol, pornografía); la soledad y abandono; traumas post duelo, divorcio o separación; la migración forzada y las víctimas del cambio climático; la privación de libertad, justa o injusta; la educación deficiente y clasista; la violencia familiar (niños y mujeres); la marginación por clase, raza, género, apellido; y la falta de acceso a la vida espiritual. Podríamos decir, con el iusfilósofo mexicano Rafael Preciado Hernández, que el mundo actual no permite a los habitantes del planeta obtener lo que se le debe conforme a las exigencias de su naturaleza, en orden a su subsistencia ya su perfeccionamiento individual y social.
La opción por los pobres no es excluyente ni se agota en una sola dimensión, sino que, al contrario, abarca infinidad de situaciones, personas y grupos sociales, que sufren ante un sistema económico injusto o ante sistemas políticos autoritarios o francamente dictatoriales.
Felizmente, Bolivia y el mundo conocen de personas que prestan atención preferencial a los pobres en la más amplia acepción de la palabra. Así, por ejemplo, el finado franciscano Sergio Castelli, visitaba todos los domingos por la tarde a los enfermos de los hospitales “Obrero” y “Bracamonte” en la ciudad de Potosí. Los periodistas Andrés Gómez Vela y Nancy Vacaflor, y Gonzalo Flores y Guillermo Mariaca estuvieron presentes en el Hospital de Clínicas de La Paz, acompañando las últimas horas de Marco Antonio Aramayo, víctima del abuso de los gobiernos del MAS. Los misioneros trinitarios, como José Miguel Marengo en Sucre, que trabajan con personas privadas de libertad. Los hermanitos de Foucault, lo hacen con diversos tipos de pobres. Están también abogados que atienden a privados de libertad o a trabajadores explotados, a viudas y esposas e hijos abandonados, a estudiantes maltratados por profesores y regentes, a personas abusadas por la Policía, etc., etc.
Enhorabuena que la Doctrina Social de Iglesia continúe vigente y desarrollándose de acuerdo a las nuevas realidades, para beneficio de los diferentes tipos de pobres y cautivos que habitan la faz de la Tierra. Todo auténtico cristiano debiera sentirse honrado y satisfecho de contar con una Iglesia profética, que denuncia las injusticias y anuncia el reinado de Jesús.
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Carlos Derpic es abogado
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