Caso Marupa: Denuncian que el único acusado fue amenazado de muerte y detenido por personas armadas

Derechos Humanos

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Rodolfo Huallpa

El joven Julio Lero permanece preso en La Paz. Foto: J.T.

Han pasado seis meses desde que el joven tsimane Julio Lero se encuentra detenido preventivamente en la cárcel de San Pedro de la ciudad de La Paz, acusado de la muerte de Francisco Marupa, exdirigente del pueblo Leco que falleció el 11 de febrero de 2025, en circunstancias aún no esclarecidas en su comunidad Torewa Indígena, ubicada al interior del Parque Madidi.

La muerte de Marupa generó indignación en el pueblo Leco y en organizaciones que defienden el medioambiente, la tierra y el territorio, dado que el pueblo Leco denunció que la muerte estaba ligada a la explotación ilegal de recursos minerales, extremo que el Gobierno descartó.

Lero es el único acusado en este caso. Detenido días después del deceso de Marupa, fue presentado por el entonces ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, como autor del hecho. No obstante, la familia reveló que su detención se dio en medio de amenazas con armas de fuego y presión de un grupo de personas que lo inculpó por esta muerte.

Los padres del joven tsimane, de quienes se resguarda su identidad por las amenazas que hay en su contra, llegaron a la sede de gobierno, junto a su otro hijo, para visitar a Julio en la cárcel. Ninguno de ellos habla español, al igual que Julio. En entrevista con el Observatorio de Defensoras y Defensores de Derechos de UNITAS, y con el apoyo de un traductor, la familia defendió la inocencia de su hijo.

Ellos relatan que cuando sucedió el fallecimiento de Marupa, Julio y su hermano de 15 años habían salido de su comunidad, Torewa Campesina, para cazar animales en el bosque. Según el hermano, que estaba junto a Julio, cazaron algunos animales, entre ellos unos chanchos, y por la lejanía tuvieron que acampar monte adentro.

“En el campamento (que habían montado) un grupo de personas llegó y dispararon sus armas de fuego a Julio y no sabían por qué. Entonces Julio y su hermano, con miedo, se fueron al bosque. No sabían por qué los estaban persiguiendo. Volvieron a su campamento y vieron que echaron veneno a los chanchos”, declaró el hermano menor, en palabras del traductor.

La noche del 12 de febrero, ambos hermanos retornaron a su comunidad y les informaron a sus padres que habían sufrido este episodio violento. Al día siguiente, un grupo de personas llegó a la comunidad de Julio y con armas en mano, inculparon al joven tsimane de la muerte de Marupa, bajo el argumento de que en su bote había sangre, aunque ésta, según los familiares, era de los animales que habían cazado.

“El 13 (de febrero) un grupo de lecos llegan armados a la comunidad y su idea era matar a Julio. Directamente lo culparon de que era el asesino y después hubo disputas en la comunidad y lo agarraron y lo llevaron a Rurrenabaque. Antes, habían revisado el bote. Supuestamente encontraron sangre que era de Marupa, pero no pudieron probar, porque esa sangre era de monos. Marupa no fue asesinado en un bote, sino en su chaco”, declaró la madre de Julio.

De acuerdo con la investigación, el cuerpo de Marupa fue encontrado a 15 metros de distancia de su domicilio, en la comunidad de Torewa Campesina, más no así en un bote.

El abogado de Lero, Gabriel Quiroga, dio a conocer que el pasado 17 de julio se realizó la última audiencia de este caso, referida a la situación jurídica del imputado, y en ella el juzgado decidió ampliar la detención preventiva del joven tsimane por otros dos meses. Reveló que, en estos seis meses de su detención, no se ha avanzado en las investigaciones preliminares.

La madre y el padre de Julio lamentan que su hijo esté atravesando un encierro que consideran injusto y mencionan que luego de haberlo visitado, evidenciaron que se encuentra con un aspecto diferente a como era: más flaco, triste y sin ánimos de comer. “Mi hijo no come, está enflaquecido, lo veo una pena. Julio me llama, llora desde la cárcel y nos extraña”, declaró su madre.

Según mencionan, Julio no está adaptado a la comida de la ciudad, el idioma es una dificultad permanente para él, no sólo en su estancia en la cárcel, sino también en las audiencias que le toca enfrentar, dado que no entiende los argumentos que ahí se exponen.

La Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), Pastoral Social – Reyes, el Centro de Estudios Jurídicos e Investigaciones Sociales (CEJIS), la Pastoral Penitenciaria y UNITAS se han organizado para apoyar a Lero y tras conocer el cuaderno de investigaciones, han evidenciado una serie de irregularidades en el proceso investigativo, como ser errores en la identidad y edad del supuesto autor del crimen o la dilación en las pesquisas por el cambio de investigadores y de fiscales, en al menos tres oportunidades.

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