Un “Diagnóstico y propuesta para la conservación de las áreas protegidas y ecosistemas estratégicos” revela que la superficie efectivamente protegida en Bolivia se reduce y que también existe una caída de hasta el 40% en la cantidad de guardaparques, aunque no es el único factor que contribuye a esa realidad.
Según el documento, solo el 19,77% de la superficie de Bolivia está efectivamente protegida. Y, desglosando por tipos de áreas, establece que sólo el 58,7% de la superficie de áreas protegidas nacionales está efectivamente protegida.
En el caso de la superficie de las áreas protegidas subnacionales, solo el 25% está efectivamente protegida, en los sitios RAMSAR el porcentaje cae a 20%, en las reservas forestales al 10% y en las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), al 10% de la superficie está efectivamente protegida.

El documento, que también tiene una propuesta para la efectiva protección de estas áreas, utiliza una metodología internacional para la estimación de efectividad de protección de las áreas protegidas a nivel mundial, contenida en una investigación de Payal Shah y otros autores, publicada en Estados Unidos en 2021 y que titula “What determines the effectiveness of national protected area networks? Environmental. Reseach”.
El estudio sobre Bolivia, que fue publicado en septiembre, fue elaborado por la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) y Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF Bolivia). Los investigadores a cargo son Marco Octavio Rivera Arismendi (Lidema) y Héctor Cabrera Condarco (WWF Bolivia).
El reporte indica que “la reducción de protección efectiva en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP)” se debe a diversos factores, entre ellos, “la progresiva reducción del numero de guardaparques en todas las áreas protegidas hasta en un 40%”. Indica que, por ejemplo, el Parque Noel Kempff Mercado, el año 2023, contaba con casi 30 guardaparques y en la actualidad solo cuenta con 10.
Otro de los factores citados son las dificultades logísticas (falta de medios de transporte o falta de mantenimiento, falta de combustible y víveres) para acceder regularmente a zonas alejadas o acceder con prontitud a zonas bajo situación de amenaza. También cita “el cierre de campamentos en zonas y sitios estratégicos y falta de medios de comunicación”.
El diagnóstico indica que “casi la totalidad de las Áreas protegidas de relevancia nacional, han sufrido en mayor o menor grado estas falencias en sus programas de protección y control (Ribera, 2022, 2024), lo cual ha repercutido en la reducción de sus superficies de protección efectiva”.
El documento precisa que el número de guardaparques nunca fue suficiente. “El año 2004, se contaba con casi 400 efectivos, el año 2007, eran poco más de 300, se menciona 295 efectivos para 2016 y la cifra se ha ido reduciendo hasta la actualidad”. Añade que áreas de grandes dimensiones, como Madidi o Kaa Iya, funcionan con menos de 20 guardaparques.
En la actualidad, se necesitan 275 guardaparques adicionales para efectividad de manejo; esto tendría un costo anual adicional de alrededor de 5 millones de dólares anuales, indica el reporte.
“La protección efectiva y el funcionamiento real de las áreas protegidas en Bolivia, es gracias a la labor tenaz y sacrificada de los cuerpos de guardaparques, quienes, corroborando lo vertido en varios medios de comunicación del país, son el alma de las áreas protegidas”, indica.
“En condiciones ideales de gestión, las superficies de protección efectiva (SPE), abarcan la casi totalidad de la superficie legal del área protegida. Las SPE, se reducen o constriñen, a medida que las medidas de control y vigilancia del área protegida se van debilitando al enfrentar limitaciones de personal y logística (Shah et al. 2021)”.
Impactos y amenazas ambientales
El diagnóstico también muestra cuáles son los principales impactos y amenazas ambientales a las áreas protegidas, que se incluyen en el siguiente cuadro:

Puedes ver el programa Sumando Voces en Directo, donde se analizó este informe:
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