Alcides Vadillo, Pedro Pablo Ribera y Eder Santibañez participaron del programa Sumando Voces en Directo. Foto: Captura.
Cada año que pasa, los incendios merman la humedad, provocan más sequía y ésta a su vez se convierte en un combustible que genera más incendios, configurando un círculo vicioso que hace que las quemas sean más voraces y devastadoras con el pasar del tiempo, según explicaron los participantes del programa Sumando Voces en Directo, que se emitió el jueves pasado.
Alcides Vadillo, director de la Fundación Tierra en Santa Cruz, fue taxativo al señalar que “toda quema debería ser ilegal en el país” porque los efectos están a la vista. Citando datos del PNUD, dijo que en condiciones normales cada ciudadano boliviano produce 1,8 toneladas de gases, pero cuando ocurren las quemas, “pasamos a 12 toneladas por habitante y nos volvemos uno de los países más contaminantes del planeta”.
Entre tanto, la pérdida de humedad que llega al 30% en áreas donde se producen incendios. “Con la destrucción del bosque se va perdiendo humedad, incrementa la sequía y con eso tenemos cada vez más material combustible que alimenta los incendios”, explicó Vadillo.
“Se pierde entre 25 a 30 por ciento de humedad y si esto es reiterativo cada año, las consecuencias son los desastres por la sequía. El año pasado el 76% de los municipios se declararon en desastre”, dijo Vadillo.
Los otros participantes, Pedro Pablo Ribera, director de proyecto de la Fundación Amigos de la Naturaleza; y Eder Santibañez, coordinador el movimiento en defensa del valle de Tucabaca, coincidieron que los incendios son peores y, por tanto, más difíciles de combatir porque son de grandes dimensiones y ocurren en lugares inaccesibles, lo que obliga a una logística mucho más aparatosa.
“Estamos cada vez en desventaja, las condiciones de humedad nunca antes las había visto de esa manera y eso propicia que el fuego sea mucho más agresivo mucho más rápido”, comentó Ribera.
Eder Santibañez, que es oriundo de Roboré, contó que por ejemplo el año pasado se secó el río y la cascada San Luis, algo que nunca antes había sucedido. “Los incendios en el 2019 que fueron catastróficos comenzaron el 15 de agosto y ahora han comenzado en julio (…) la tendencia es a que se aumente la sequía cada año más fuerte y desgraciadamente a los que más a los que más golpea es a la gente de las comunidades”, indicó Santibañez.
Pero, las consecuencias llegan a todos, no solo a quienes habitan en los bosques. Vadillo cita el estudio realizado por la Fundación Tierra el año pasado, en el que se afirma que el promedio de días de calor de 40 grados o más que tenía Santa Cruz en las últimas dos décadas era de tres días por año, pero “el año pasado solo en octubre tuvimos 11 días con temperaturas arriba de los 40 grados”, dice el especialista.
Y agrega que con esa temperatura comienzan a achicharrarse las hojas de los árboles, los cuerpos de agua se evaporan con mayor rapidez, e incluso los seres humanos sufren las consecuencias. “El ritmo cardíaco se acelera, el año pasado hemos tenido varios casos de infarto de gente que con más de 40 grados temperatura tomaba agua fría y en los 5 minutos estaba con un infarto cardíaco”, indica.
Causas
Vadillo identifica como principal causa de los incendios la ampliación de la frontera agrícola, que genera leyes favorables a las quemas, desde los perdonazos a los desmontes ilegales. “Son políticas, son intereses y vamos a hablar con claridad porque desde el nivel de Gobierno hay políticas que se están impulsando”, señala.
Por eso, Eder Santibañez considera importante que se detengan las autorizaciones de desmonte y que se abrogue “el paquetazo de leyes agrarias incendiarias”.
Vadillo considera que existe una tendencia a normalizar los incendios en época de invierno cuando se los compara con las más de 5 millones de hectáreas quemadas en 2019, pero lo que no se toma en cuenta es el efecto devastador de los mismos.
El 2019, se quemó un equivalente a todo el territorio de Costa Rica; mientras que los años siguientes la cifra ha ido fluctuando entre 3 y 3 millones y medio de hectáreas, lo que equivale al territorio de Uruguay, según la comparación que hizo Vadillo. Y, solamente este año ya se quemó un millón de hectáreas en Santa Cruz, y la época de incendios apenas está comenzando.
Por lo general son las lluvias las que llegan para apagar los incendios forestales en Bolivia, pero entre el personal, la mayor parte surge de las comunidades. Este año, indica Pedro Pablo Ribera, el 70% de los bomberos pertenecía a las comunidades que, sin bien estaban capacitados, ya se notaba un desgaste luego de 25 días de trabajo. Por fortuna, un surazo llevó lluvia a las comunidades y la mayor parte de los incendios fueron apagados, pero nada garantiza que no vuelvan a surgir en los próximos días.
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