Hernán Cabrera M.
La historia de Bolivia también se refleja en el día a día y ese acontecer diario lo registra el periodismo en sus diferentes expresiones, ahora con mayor amplitud, alcance y extensión, tanto geográfica, física como en los niveles cultural, espiritual, político y religioso. Cumplen este rol desde los pasquines revoltosos hasta las redes sociales, que se han convertido en medios de información, además de ser nuevos protagonistas del quehacer y el pensar del ser humano.
Desde el primer periódico de la república de Bolivia, El Cóndor de Bolivia (1825), hasta el Twitter (2024), el periodismo es un espejo de la sociedad y Estado que se va construyendo y se va expresando. Ahí se reflejan las grandezas y miserias, los logros y los fracasos, los dolores y las lágrimas, las vidas y las muertes, los héroes y los traidores, los mártires y los cobardes, las mentiras y las verdades, los hombres y las mujeres que son los protagonistas de cada evento.
Lo refrenda el historiador e intelectual cruceño, Gabriel René Moreno, en relación al rol de El Cóndor acompañando los procesos históricos: “Es imposible afirmar nada con acierto sobre la fundación i organización de Bolivia, sin consultar las columnas de esta gaceta, hoi en día rarísima”. Apreciación que también puede valer para El Deber, El País, Presencia, El Diario, La Prensa, Opinión, El Día, La Razón, Página Siete, Reflejos, Correo del Sur, El Potosí, La Crónica, La Estrella del Oriente, El Mundo, Los Tiempos y muchos otros medios de comunicación.
Los investigadores o el escritor cuando quiere desarrollar su libro, uno de los instrumentos que tiene es internarse en una hemeroteca para navegar por los periódicos de años o siglos pasados, ya sea, para conocer las informaciones de una época determinada, empaparse de la situación de la sociedad investigada, recoger discursos, testimonios o personajes para su narrativa. Ojo ya que sea un libro de historia, que requiere la rigurosidad extrema, o un libro de ficción, en el que el autor, recrea a su manera lo que haya sucedido hace 50, 100 o 500 años.
Pero ahí están los periódicos esperando ser visitados y leídos por los ratones de biblioteca y se muestran felices cuando alguien los hojea, los mira y luego los cita en sus libros, son fuentes de primera mano para cualquier trabajo de investigación o para novelas, cuentos y poesías.
El historiador y periodista Santiago Vaca Guzmán, refiriéndose a las características de la prensa nacional en sus orígenes, nos explica: “Primero se reveló como medio auxiliar de las tareas gubernativas, revistiendo carácter oficial pronunciado; la propagada de las luces y luchas de partido engendran bien luego y van vida al periodismo independiente, haciendo conocer de este elemento esencial en sociedades que empezaban a formarse dentro de un nuevo molde”.
El periodismo ha escrito la historia de estos 199 años de Bolivia, y rumbo a los 200 años debe replantearse seriamente el rol que ha venido desempeñando en los últimos años de este siglo XXI, precisamente para retornar a su esencia y razón de ser: estar al servicio de la verdad y del pueblo, no de rodillas ante ningún poder,
Guillermo Céspedes, citado por Gerardo Irusta en el libro “Periodismo y revolución nacional”, así lo siente: “Ser periodista es participar en la historia, en platea de primera fila: presentarse ante un tribunal donde los jueces obran con cierto criterio de legisladores y no como verdugos en potencia”.
El periodismo ha jugado un papel importante en los procesos histórico-políticos. No debe desvalorizarse ese papel que fue relativo a las situaciones políticas que se presentaban. Las situaciones suponían una posición pro o contra la prensa con el gobierno de turno. En cada periodo histórico el periodismo ha estado o al servicio de la ideología dominante o conservando su autonomía e independencia, combatiendo situaciones de explotación, un ejemplo fueron los pasquines durante la colonia, los cuales eran escritos que hacían denunciaban de las injusticias, y hacían llamados para la lucha por la libertad.
El caso más claro y que tuvo un alto impacto fue la labor del periódico La Calle (1942-1946) que, desde sus inicios, en sus editoriales y enfoques de sus noticias, fue sincero, no se maquilló ni se parapetó en la afamada neutralidad. No fue neutral. Augusto Céspedes en el libro “El presidente colgado”, lo deja bien sentado: “En La Calle jamás se hallará en sus columnas la grosería, el insulto o la difamación personal, sino la sátira y el comentario caústico sobre hechos y grupos políticos. La Calle en sus ocho páginas fue capaz de enfrentar durante diez años al aparato de la oligarquía y constituirse en la cuna de la Revolución Nacional”.
Bastante elocuente, sin lugar a dudas. En la actualidad, los medios de prensa de Bolivia no hacen eso, si no que, escudándose en los principios del periodismo, tratando de demostrar imparcialidad, objetividad, van de la mano de los discursos y las acciones del poder, pero claro lo maquillan todo desde el titular hasta una fotografía. Les recomiendo revisar La Calle.
En el libro imprescindible para entender mejor a Bolivia, “Nacionalismo y coloniaje”, su autor Carlos Montenegro precisa la enorme influencia que ejerció el periodismo en la historia nacional: “Ganó su primera batalla, esta resurrección del sentimiento bolivianista, con el aparecer de los periódicos opuestos al imperio de los grandes consorcios económicos que sojuzgan al país. El inmenso poderío de esos consorcios, mostróse impotente para doblegar el espíritu de sacrificio con que los primeros voceros de la bolivianidad autonomista, sostuvieron sus posiciones bajo el bombardeo financiero de las fortalezas mercantiles de la oligarquía. Su resistencia hubiera sido acaso imposible sin la Guerra (del Chaco), sin el sufrimiento lacerante que de ella manaba, sin la matanza inútil, sin la derrota”.
En cada época de la historia nacional, el periodismo siempre estuvo presente: en la Guerra del Chaco, en la revolución nacional, en los gobiernos de militares socialistas (Toro, Busch, Tórrez); en las dictaduras militares (Barrientos, Banzer, García Meza) su lógica fue la censura y la represión; en los gobiernos neoliberales (Víctor Paz, Sánchez de Lozada, Banzer, Quiroga); en los gobiernos de transición (Mesa, Añez), en los gobiernos socialistas (Morales, Arce), aunque golpeados de diferentes ángulos y con muchos artilugios, el periodismo sigue vivo. El periodismo es un oficio invencible, te acompaña hasta el final de tu vida, pero él sigue viviendo y ejerciendo su trabajo.
El escritor Arthur Miller decía que un periódico es un país hablando consigo mismo y es un espejo parcial, donde ahí se hace una radiografía general de un país, de una sociedad.
Rumbo al Bicentenario de la República de Bolivia, el periodismo tiene que jugar un rol fundamental, aunque ahora esté polarizado, cuestionado y presionado, pero en esta ruta, su aporte es revelador, por cuanto sus páginas escritas, registradas, difundidas y archivadas y en los links de las plataformas digitales están listas para ser usadas y refrescarnos la memoria para conocer qué nos pasó y qué aprendimos en estos 200 años y qué nos espera para los futuros otros 200 años.
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Hernán Cabrera es periodista y Lic. en Filosofía
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