Después de 10 años de implementación de la nueva Constitución que da nacimiento al Estado Plurinacional y casi 20 años del gobierno del MAS, muchos políticos y analistas hablan del fin de un ciclo político, el fin del Estado Plurinacional y la necesidad del retorno al Estado Republicano Liberal. Al respecto, cabe preguntarse algunas cuestiones: ¿Qué es el Estado? ¿Cuáles son sus clasificaciones? ¿Cuáles son sus elementos estructurales que permiten su funcionamiento? ¿Cuáles son los tipos o formas que existieron en la historia boliviana? ¿Cuáles son los desafíos en la implementación del Estado Plurinacional? ¿Es una alternativa superadora la idea del Estado Republicano?
Respondemos las preguntas planteadas de la siguiente manera. El Estado es una forma de organización política y jurídica compuesta por tres elementos esenciales: población, territorio y soberanía o poder político organizado. Pero conviene mencionar algunas de sus definiciones dadas por algunos pensadores en las ciencias sociales. Para Nicolás Maquiavelo, el Estado es una entidad política autónoma cuyo propósito principal es mantener el poder y garantizar el orden. Para Immanuel Kant, el Estado es una institución racional y jurídica cuya finalidad principal es garantizar la libertad, la justicia y la paz entre los ciudadanos.
A su vez, para Marx, el Estado no es neutral, sino que representa y defiende los intereses de la clase dominante (en el capitalismo, la burguesía), funcionando como una herramienta de control sobre las clases explotadas, especialmente el proletariado. Por su parte, para Max Weber, el Estado es una organización política que ostenta el monopolio de la violencia legítima dentro de un territorio definido. Para René Zavaleta, el Estado no es simplemente un aparato institucional o un conjunto de estructuras jurídicas, sino una relación social profundamente imbricada con la estructura material y simbólica de una sociedad. Finalmente, Pierre Bourdieu definirá que el “Estado posee el monopolio del empleo de la violencia física y simbólica en un territorio determinado y sobre el conjunto de la población correspondiente”.
En relación con la clasificación de los Estados en términos conceptuales, se los puede clasificar según su tipo y forma de Estado, y su forma de gobierno. Cuando se habla de tipos de Estados, en el fondo se pretende diferenciarlos a partir de su orientación ideológica y su sistema económico, donde se pueden identificar a nivel general los siguientes tipos de Estado: el Estado liberal o capitalista, el Estado social o de bienestar, y el Estado socialista o comunista.
Por otro lado, cuando se habla de las formas de Estado, se hace referencia a las distintas maneras en que se organiza el ordenamiento jurídico, político y territorial del Estado, particularmente en cuanto a la distribución vertical del poder entre el gobierno central y los distintos niveles subnacionales. En este sentido, y de manera general, se distinguen cuatro formas principales: el Estado unitario, el Estado regional o autonómico, el Estado federal y la confederación de Estados. Aquí conviene precisar que, desde una perspectiva conceptual, incluso un Estado federal —como los Estados Unidos— puede ser considerado un Estado unitario en cuanto a su soberanía internacional, ya que es una única entidad reconocida en el sistema internacional. La dicotomía tradicional entre federalismo como sinónimo de Estado compuesto y centralismo como expresión del Estado unitario resulta simplista y limitada, pues no capta la complejidad de las formas intermedias y los diversos grados de descentralización y autonomía que pueden coexistir dentro de un mismo Estado.
Posteriormente, clasificando los Estados según su forma de gobierno, pueden dividirse en: 1) Estados monárquicos, con la siguiente subdivisión: monarquía absoluta y monarquía constitucional/parlamentaria, y 2) Estados republicanos, con la siguiente subdivisión: república presidencialista, república parlamentarista y república semipresidencialista.
Entre los elementos estructurales que permiten su funcionamiento se identifican los siguientes: 1) el armazón de fuerzas sociales, es decir, la correlación política de fuerzas entre bloques y clases sociales con capacidad de influir, en mayor o menor medida, en la implementación de decisiones gubernamentales, o, si se prefiere, como construcción de una coalición política dominante; 2) el sistema de instituciones, la maquinaria donde se materializan las decisiones en normas, reglas, burocracias, presupuestos, jerarquías, hábitos burocráticos, papeles, trámites, es decir, como institucionalidad; 3) el sistema de creencias o ideas movilizadoras que garantizan el consentimiento moral entre gobernantes y gobernados, un conformismo social y moral sobre el sentido del mundo que se materializa mediante los repertorios y ritualidades culturales del Estado.
Los tipos, y en cierta medida las formas, de Estado que han existido en la historia boliviana, dentro del espacio geográfico que hoy conforma Bolivia, son los siguientes: el Estado colonial, el Estado republicano y el Estado plurinacional. Sin embargo, según algunos historiadores como René Zavaleta Mercado, Rafael Puente e Isaac Sandoval Rodríguez, estos tienen sus matices. Por ejemplo, para René Zavaleta Mercado los tipos de Estado en la formación social boliviana son: el Estado liberal-oligárquico (1825–1952), el Estado nacional-popular (1952–1964), el Estado militar-corporativo o bonapartista (1964–1982), y el Estado neoliberal (a partir de 1985, análisis póstumo). Para Rafael Puente, los tipos de Estado que transita la historia de Bolivia son: el Estado Oligárquico Conservador desde 1856–1890, el Estado Oligárquico Liberal desde 1900–1935, el Estado Nacionalista Dependiente desde 1952–1978, y el Estado Neoliberal desde 1985–1999. Por su parte, para Isaac Sandoval Rodríguez, los tipos de Estado en la historia boliviana son: el Estado colonial o pre-republicano (hasta 1825), el Estado Republicano liberal-oligárquico (1825–1952), el Estado nacionalista-reformista (1952–1985), el Estado neoliberal (1985–2005) y el Estado Plurinacional (desde 2009).
Analizando de manera crítica la implementación del Estado Plurinacional, a quince años de la promulgación de la nueva Constitución, y a pesar de los cambios políticos en beneficio de los pueblos indígenas, es posible mencionar que aún no se ha logrado reducir significativamente su brecha en la participación política, especialmente en el nivel central de gobierno. Esto se debe a que no se ha logrado superar la mentalidad republicana y colonial en las estructuras de funcionamiento: 1) en la correlación política de fuerzas entre bloques y clases sociales que definen la implementación de decisiones gubernamentales; 2) en el sistema de instituciones, en la maquinaria donde se materializan las decisiones gubernamentales en normas, reglas, burocracias, presupuestos, trámites, etc.; y 3) en el sistema de creencias o ideas movilizadoras que garantizan el consentimiento moral entre gobernantes y gobernados.
Finalmente, cabe señalar que, si bien el Estado Plurinacional enfrenta múltiples desafíos en cuanto a su tipo y forma, proponer el retorno al Estado Republicano como una supuesta alternativa superadora —como lo hacen algunos académicos y políticos, entre ellos Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina y Jorge «Tuto» Quiroga— refleja una limitada iniciativa política y una notable falta de creatividad. Además, esta propuesta implica, en el fondo, la negación del reconocimiento ontológico de la bolivianidad como una identidad compuesta y abigarrada, sustentada en la coexistencia de múltiples naciones y pueblos. Al ampararse en la categoría de mestizaje como base de la identidad nacional, termina por desconocer tanto los derechos políticos como la identidad propia de los pueblos indígenas del país.
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Juan Pablo Marca es politólogo e investigador social
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