Gobernar sobre las cenizas

Opinión

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Sumando Voces

Esther Mamani

Se frotan las manos por los millones que podrán administrar y quizás robar, se miran entre ellos como si todo camino justificara el fin. Los que aspiran al poder en 2025 no pueden estar más locos porque lo que viene es un panorama dramático.

El Banco Mundial estima que Bolivia tendrá un crecimiento del PIB máximo del 1,5% anual hasta 2026, una tasa que posiciona al país entre los de menor expansión en la región. Este crecimiento tan bajo es incapaz de absorber el crecimiento poblacional y cubrir las necesidades de inversión y empleo, lo que incrementa la presión sobre el mercado laboral y los sectores más vulnerables​

Enfrentamos un déficit fiscal que ha persistido por más de una década. El modelo económico fue un discurso, pero la economía es otra cosa, algo que ni teniendo un presidente del área parece haber entendido el grupo de administradores, lo mismo para su predecesor. Bien se dice que no hay presidente malo cuando está encima de una fortuna. Eso nos pasó con las reservas de gas y los precios del mercado internacional.

La producción ha disminuido drásticamente desde 2014, y las exportaciones hacia mercados clave como Argentina y Brasil están en riesgo de cesar antes de 2030 debido a la disminución de la producción y a la competencia de nuevas fuentes de energía en estos países. La falta de diversificación económica y la dependencia de un recurso está mostrando nuestra nula capacidad para generar ingresos externos y reducir la deuda pública, tanto interna como externa​

Por si fuera poco hemos echado mano de nuestros ahorros y vendido las joyas de la abuela también: las Reservas Internacionales Netas,  que han provocado una escasez de dólares en el mercado interno. La falta de divisas ha llevado al Banco Central de Bolivia a implementar medidas de emergencia, como la compra de dólares de empresas agrícolas y mineras a un tipo de cambio favorable.

Al mismo tiempo, la administración del Banco a cargo de Edwin Rojas, un ente que según la Constituión debe ser independiente, se da tiempo para postear en sus redes sociales un apoyo a Luis Arce como si se tratara de una estrella de rock. Nada de transparencia en los datos de las reservas, de la disposición de oro, de la venta de bonos, pero sí mucho de proselitismo.

En suma, hay incertidumbre entre los ciudadanos, quienes buscan proteger sus ahorros en dólares, generando un círculo vicioso de escasez y demanda de divisas extranjeras​. Para peor, también se han usado los fondos de las pensiones con bonos del Banco Central.

Todos estos factores llevan al deterioro de la imagen de Bolivia en el escenario internacional y a un aumento del riesgo país, lo que podría limitar el acceso a financiamiento externo y elevar los costos de la deuda​.

La estabilidad de los precios siempre fue ficticia debido a la subvención. Los precios han subido, no hay nada que refutar, no hay gráficos ni discursos que haga Sergio Cusicanqui, Ministro de Planificación del Desarrollo, que borren esa realidad.

Como nuevo capítulo, Evo Morales, anquilosado en la idea de volver a ser presidente, decidió llevarnos a bloqueos que asfixian a la agonizante economía que tenemos, ir a una huelga de hambre de algunas horas y amenazar con marchas.  Luis Arce tiene que atender muchos incendios ahora, pero al parecer no lo está logrando. Su más reciente discurso dice que ingresa a un quinto año de gestión asediado por todos y todo el contexto y no deja espacio a la autocrítica. Arce nunca ha dicho que cometió algun error.

Es un padre que oculta hasta las últimas consecuencias que ya no hay pan para llevar a la mesa y que para mantener las apariencias sigue haciendo una que otra fiesta y comprando ropa de modo que nadie note que está en la quiebra. Un padre que no habla de los problemas.

Bolivia necesita el factor pragmático y menos ideológico en su política económica, aplicando medidas de estabilización que permitan frenar el déficit, recuperar la confianza de los inversionistas y asegurar el acceso a divisas. Evo y Luis ¿sobre qué pretenden gobernar si juntos están convirtiendo al país en ceinzas?.

Los y las otras aspirantes tienen un trabajo muy pesado de indicar cuál es el camino más rápido y real para salir de esta situación si no caemos nuevamente en las garras de un partido político que debe retirarse del campo de juego. Tras repetidas goleadas no se puede confiar más en ese onceno, menos cuando sabemos que los jugadores boicotean el partido.

El país se arriesga a enfrentar una crisis económica peor, con repercusiones sociales y políticas que podrían marcar un punto de inflexión en su historia moderna, especialmente de cara a la celebración de su Bicentenario en 2025. En ese punto no habrá apariencias que valgan y quizás no nos alcance ni para la vela ni para el pastel.

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Esther Mamani es periodista, workaholic, especialista en género

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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