La urgencia de la crisis económica ha puesto a los partidos y candidatos a imaginar medidas cortoplacistas que traigan de vuelta los dólares al país, repongan el flujo de los combustibles en el mercado, estabilicen el dólar y bajen los precios de la canasta familiar. Y para lograrlo, se plantean desde contraer créditos internacionales hasta achicar el Estado para recortar gastos.
Sin embargo, también apuestan por la exportación de materias primas como el litio, el oro y los hidrocarburos si es que los hubiera; y de productos no tradicionales como la soya y otros, que requieren grandes extensiones de tierra para su cultivo. Esto quiere decir que el planteamiento de la sociedad civil de cambiar el modelo de desarrollo extractivista por otro sostenible y protector de la vida aún no ha ingresado al debate electoral.
De hecho, los candidatos mejor posicionados en las encuestas, todos ellos de oposición, han concurrido a varios foros empresariales donde han asumido compromisos para la preservación del modelo, reconociendo, por ejemplo, que el agro “es el motor del desarrollo”, que es necesario introducir transgénicos sin restricciones, levantar los cupos de exportación de carne, soya, aceite y otros, además de seguir extrayendo las riquezas de la tierra para comercializarlas.
Este compromiso de la oposición con el sector empresarial tiene su símil en el bloque popular que, a falta de acuerdos con el sector empresarial, los tiene con el sector cooperativista, cuya demanda es aumentar sus áreas de explotación minera, seguir usando el mercurio en los ríos y, por ende, arrinconando a los indígenas que ahora viven y cuidan las Tierras Comunitarias de Origen y las áreas protegidas.
Ya sea por programas o por alianzas corporativas, los principales partidos están apostando a seguir adelante con políticas que van en contra del medio ambiente y la naturaleza, sin tomar en cuenta que sólo el año pasado los incendios forestales devastaron 12,6 millones de hectáreas de bosques y pastizales, que el mercurio está causando daños a la salud de los indígenas y sin reparar en que todos nosotros somos víctimas de este embate ambiental.
Con ese telón de fondo, cuatro candidatos a la Vicepresidencia asistieron este martes a un espacio deliberativo con la sociedad civil, donde se comprometieron a aplicar políticas de protección del medio ambiente, de combate a la deforestación y resiliencia climática.
Sin embargo, cuando se les planteó la contradicción existente entre la protección del medio ambiente y la preservación del modelo extractivista, indicaron que el cambio será a mediano o largo plazo y que ahora hace falta generar ingresos para el Estado.
Es decir, la urgencia de la crisis económica está haciendo olvidar que vivimos una crisis ambiental que puede dejarnos sin agua y sin aire puro para respirar en el corto plazo.
A este foro con la sociedad civil asistieron Juan Carlos Medrano (Sumate), Jorge Richter (Morena), Milan Berna (MAS) y Víctor Hugo Núñez del Prado (ADN). Bien por ellos, que aceptaron someterse al juego democrático.
Ya ni hablar de aquellos candidatos que no asistieron al foro. Su compromiso con el medio ambiente definitivamente queda en duda, ya sea por cálculo político o porque finalmente no saben cómo congeniar su propuesta económica con las promesas ambientales. Los ausentes fueron José Luis Lupo (Unidad), Mariana Prado (Alianza Popular), Juan Pablo Velasco (Libre) y Edman Lara (PDC), quienes fueron representados por una silla vacía.
Parece existir coincidencia entre la sociedad civil que el camino es un modelo de desarrollo sustentable, que apueste por el turismo, la producción agroecológica y el cuidado del medio ambiente, sin embargo, los partidos centran su oferta electoral en aspectos punitivos y en estrategias para apagar incendios.
En lo inmediato ofrecen encarcelar a los pirómanos, plantar árboles resistentes al fuego, atraer divisas con bonos de carbono, crear un defensor de la madre tierra, entre otras medidas. Y, en el mediano y largo plazo se proponen apostar por modos de vida más sostenibles, pero lo hacen sin plazos, sin presupuestos, sin responsables.
Sin embargo, todavía estamos a tiempo de tomar conciencia y reencaminar nuestro futuro a partir de la agenda electoral. Si en la primera vuelta los candidatos no toman conciencia de la importancia del medio ambiente, tal vez lo hagan en la segunda vuelta, que coincidirá con la quema rutinaria de bosques en Bolivia. Es lamentable decirlo, pero los políticos se acuerdan del medio ambiente solo cuando los bosques arden.
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