Gabriela Canedo Vásquez
“Llorarás cuando mañana/Ya de ti nadie se acuerde/Porque del infierno verde/Solo Dios se acordará” así suena uno de los estribillos de la cueca “Infierno verde” que hace alusión al Chaco, esa inhóspita región, de la que hoy quiero hablar. Hace unos días pude estar en la zona y acercarme a una realidad concreta del país, aquí les dejo algunas impresiones y reflexiones.
Hace seis décadas diversas instituciones se abocaron a trabajar en el sur del país y de manera especial, ingresaron a trabajar en la zona del Chaco que abarca parte de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija. Una de ellas es Acción Cultural Loyola (ACLO) que desde 1966 hasta la actualidad, volcó sus esfuerzos por trabajar con la población campesina e indígena guaraní, sectores vulnerables y desfavorecidos. Trabajar en el sur no es tarea fácil, tuvo y tiene sus retos, pues el Chaco en una de las zonas más áridas del planeta.
El Chaco es una zona en la que las adversidades climáticas hacen que la gente, y los animales tengan que adaptarse a las condiciones de un lugar inhóspito y difícil. El tema de la escasez de agua y la sequía ha sido una constante. En la actualidad, se espera que la lluvia llegue en septiembre u octubre, pero las precipitaciones se han espaciado cada vez más, y a mucho ruego, llueve recién en diciembre. El cambio climático juega su parte en la sequía que azota la zona perjudicando a la ganadería y a la agricultura, por tanto, afectando la seguridad alimentaria de la población. Asimismo, el suministro de agua potable se encuentra comprometido.
Los comunarios tienen que darse formas para regar sus cultivos. El trabajo de determinadas instituciones implementando sistemas agroforestales, así como prácticas de cosecha de agua y realización de huertos, son estrategias para enfrentar la sequía y asegurar la agricultura familiar. El maíz es uno de los cultivos por excelencia, de hecho, para el pueblo guaraní, es un producto ancestral. Además, se siembra el joco y la cumanda, que son una especie de calabaza la primera y de frejol el segundo.
Una de las problemáticas que tiene la zona es la migración interna que se da hacia Cuevo, Camiri, Santa Cruz y en menor medida hacia otros lugares fuera del país, como Chile y Argentina. La pérdida de la producción obliga a abandonar el campo e incentiva a la migración.
En la zona del Chaco se encuentra la autonomía indígena de Huacaya, una de las zonas más pobres de Bolivia. Paradójicamente se la llama “la billetera del país” pues en ella se encuentran las principales reservas gasíferas, sin embargo, la pobreza extrema está alrededor del 85 por ciento. La energía eléctrica ha llegado parcialmente, y una garrafa de gas llega a costar más del doble del precio normal, es decir, las condiciones de vida de la gente y los indicadores de desarrollo humano son deplorables, razón por la que trabajar en el lugar, se hace urgente.
Pese a las dificultades, existen bondades que son aprovechadas por la gente y que con mayor atención pueden convertirse en mayor potencial. La Región autónoma del Gran Chaco es la única autonomía regional del país y ya se encuentra en funcionamiento. Respecto a la organización Guaraní, la APG (Asamblea del Pueblo Guaraní) que es la instancia nacional, está dividida y en ella existen problemas de cooptación y pugnas políticas; sin embargo, es esperanzador que en el nivel comunitario y zonal, la organización guaraní cumple su rol de realizar el control social de acuerdo a usos y costumbres, preocupándose por dificultades inmediatas y cercanas a la población guaraní. ACLO trabaja con las capitanías de: Santa Rosa, Huacaya, Villa Montes, Machareti e Ivo.
Otra buena noticia es que en el Chaco se espera que las represas Itangua, Caigua e Ipa funcionen, y sean medios para paliar la escasez de agua, y sirvan para regar grandes extensiones de hectáreas de cultivos.
Visité la comunidad guaraní de Taihuati, que lleva delante de manera colectiva el cultivo de productos orgánicos que sirven para el autoconsumo y la comercialización. El huerto “El milagro” se constituye en una pequeña experiencia digna de réplica. Asimismo, toda la zona del Chaco posee vegetación que es apta para la apicultura, razón por la que el cultivo de la miel es un rubro estratégico. La miel producida allí es de alta calidad, de hecho ganó un concurso mundial a la mejor miel.
En el Chaco también se encuentra el Parque nacional y área natural de manejo integrado Aguaragüe, un área protegida y ACLO trabaja con comunidades que están en la zona de amortiguamiento del parque.
Me dio gusto recorrer un pedacito de la zona, y conocer las problemáticas y bondades del lugar. Si bien se tienen instituciones trabajando allí, una mayor atención del Estado es vital si no queremos que “del infierno verde solo Dios se acuerde”.
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Gabriela Canedo es socióloga y antropóloga
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