CEJIS
En las comunidades indígenas del Territorio Cavineño, la abundancia de fuentes de agua contrasta con la contaminación y falta de infraestructura para gestionar el recurso hídrico, lo que pone en jaque la salud de la niñez y los adultos mayores, según un diagnóstico participativo.
Además de los ríos Beni, Biata y Geneshuaya, los comunarios aprovechan ríos menores, norias, paúros (manantiales) y usan bombas para obtener agua. Todo esto sucede con una marcada estacionalidad: abundancia en época de lluvias y escasez en la seca (mayo a octubre), lo que obliga a las familias a adaptar sus hábitos y estrategias de captación del recurso.
Si bien la TCO Cavineña, ubicada en la Amazonía norte, cuenta con 27 comunidades, cada una tiene problemáticas particulares relativas al aprovisionamiento de agua. En Buen Destino, por ejemplo, hay tres bombas para 70 familias; mientras que, en la comunidad Brillante, una noria de 22 metros de profundidad abastece a 17 familias.

Cuando la noria (pozo) se seca, se accede al manantial (paúro), y viceversa, aunque la sequía comienza a ser un fenómeno cada vez más frecuente. Las bombas instaladas por proyectos municipales suelen averiarse; el mantenimiento y reparación de norias y bombas requiere recursos económicos y técnicos; en algunos casos, como en Las Mercedes, el acceso al agua implica caminar hasta 45 minutos; en sequía, las familias deben almacenar agua en envases no adecuados, con el consiguiente riesgo sanitario; no existe potabilización del agua ni análisis de calidad, por lo que el agua se consume directamente de las fuentes, muchas veces sin hervir ni clorar.
La variabilidad climática también es determinante. En la comunidad Candelaria explican que, “en tiempo de sequía, se secan o merman los paúros, la calidad no es buena. En tiempo de agua se enturbian, se inunda, es en esos momentos que utilizan la bomba”. En la comunidad Brillante, comentan: “En época de sequía el agua sale turbia y con sabor a sarro, en época de lluvia es turbiecita pero no tiene olor, solo sabor un poco a sarro”.
La información emerge del diagnóstico participativo sobre los recursos hídricos en la Territorio Indígena Cavineño, elaborado por la Organización de Mujeres Indígenas Cavineña (ODMIC) y el CEJIS. Los talleres comunitarios permitieron este diagnóstico acerca de cómo el acceso, la calidad y la gestión del agua son temas centrales para la vida, la salud y la organización social de las comunidades cavineñas.
Esta radiografía revela también un deterioro de la calidad del agua: la turbidez, el sabor a sarro y la contaminación por sedimentos y residuos afectan especialmente a los niños y adultos mayores, generando brotes de diarrea, vómitos y otras enfermedades gastrointestinales. Los padecimientos aparecen coincidentemente con la época se sequía o con la inundación, cuando el agua está detenida.
El diagnóstico expone que 14 comunidades reportan casos de diarrea, 11 de vómito y 9 de afectación directa a niños por la calidad del agua.
La contaminación minera río arriba, la basura doméstica y la deforestación agravan el problema, mientras que la falta de sistemas de tratamiento y monitoreo comunitario deja a las familias expuestas a riesgos sanitarios.

Manifiesto
El pasado fin de semana, las mujeres cavineñas reunidas en taller de socialización de resultados analizaron su situación de acceso y uso del agua, y emitieron un pronunciamiento. El diagnóstico también reporta que las mujeres detentan abrumadoramente las tareas de acopio y acarreo, gestión doméstica y liderazgo comunitario en la gestión del agua, y paradójicamente enfrentan las desventajas de la desigualdad en este campo.
“Ratificamos que el agua es un derecho fundamentalísimo y un bien común para la vida que no se puede privatizar, y exigir que el Estado Plurinacional priorice su protección y acceso para todas las comunidades cavineñas, en este entendido demandamos la aprobación de la Ley Marco de Aguas trabajada por las organizaciones de la sociedad civil como nosotras”, dice el manifiesto emitido por la Organización de Mujeres Indígenas Cavineñas del Beni (ODMIC-B), la Organización de Mujeres Indígenas del Norte Amazónico de Bolivia (OMINAB) y la Organización Indígena de Cavineños de la Amazonía (OICA).
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