Octubre democrático: ni guerra civil ni la bota militar

Opinión

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Sumando Voces

Hernán Cabrera M.

El décimo mes del año es uno de esos que han quedado para siempre en la historia y en la memoria de los bolivianos, es el mes de los grandes hechos nacionales y de revueltas mundiales que han configurado nuevas rutas en las decisiones y en el devenir histórico.

Octubre negro, 2003; octubre rojo, 1917; octubre guevarista, 1967; octubre electoral fraudulento, 2019; octubre de paros, 2022; octubre de fuego y humo, 2023 y fundamentalmente octubre de la democracia, 1982, cuando el pueblo fue protagonista y todos alzamos las banderas de la democracia contra la dictadura militar, contra el totalitarismo, contra la violencia.

Hemos cumplido 41 años de vigencia de la democracia boliviana, con sus luces y sombras, sus errores y delitos, sus logros y fracasos, sus fortalezas y debilidades, sus muertos, heridos y vivos, pero ahí está Bolivia haciéndole frente a cada golpe que de todas partes ha venido recibiendo.

Nuestra democracia es muy joven, entrando a la adultez, ha avanzado varios trancos, pero con muchas tareas pendientes.

Cuando sus actores políticos no encontraron el camino de la concertación, otras fuerzas hicieron que ellos se sientan a dialogar y encontrar la ruta de la no violencia. Caso febrero y octubre 2003; la asamblea constituyente y los acuerdos políticos, 2008-2009, que luego el referéndum constitucional aprobó una nueva Constitución Política; octubre 2019 con el fraude electoral y el gobierno de transición, hasta llegar al gobierno de Luis Arce, emergido de las urnas.

No fuimos a las armas, ni guerra civil que gritaban algunos sectores radicales de ambos lados. Algunos querían sangre, más sangre y dolor para las familias bolivianas. Querían muertos para luego mostrarlos como trofeos y exigir justicia. Otros fueron a los cuarteles a orar para pedir la intervención de los militares frente a los hechos políticos de esta Bolivia intensa, dialéctica y diversa.

Para hablar y decir que en Bolivia hay calidad de democracia faltan mucho trecho que recorrer y responder a tantas contradicciones: el sistema judicial en crisis, arrodillado ante el poder de turno; jueces y fiscales que no cumplen con sus roles en tantos casos de feminicidios, agresiones, violaciones y mucho más cuando alguien del poder está involucrado.

La calidad de la democracia es lo que el escritor mexicano Octavio Paz, nos dijo: “Ante todo debe aceptarse que la democracia no es un absoluto ni un proyecto sobre el futuro: es un método de convivencia civilizada”. Y eso es lo menos que hoy hacemos en Bolivia, tanto desde el poder como en cualquier sector social.

El boliviano está polarizado, dividido, fragmentado, enfrentado, violentado, enojado, usado y haciendo uso de sus derechos humanos, como el de la protesta, la libertad de expresión y otros.

En materia de derechos humanos, la democracia boliviana ha dado respuestas y los bolivianos debemos estar felices porque hemos avanzado en derechos humanos, por lo menos, en leyes, en instituciones, en promesas. Pero la realidad es contradictoria: cada día se vulneran los derechos humanos individuales y colectivos.

La Constitución Política de 1994 crea el Defensor del Pueblo y fue un gobierno neoliberal que posesiona a la primera autoridad defensorial, Ana maría Romero, en 1998, que dejó profundas huellas en la institucionalidad de la Defensoría del Pueblo.

Luego vendrían una serie de leyes, a partir de la Constitución Política de febrero de 2009, que le da al ciudadano una amplia protección y que el Estado debe garantizar el disfrute y concreción de cada uno de sus derechos, además de darle más responsabilidades a las gobernaciones, gobiernos municipales y otras entidades públicas.

A ello hay que agregarle el empoderamiento de los grupos sociales, movimientos, organizaciones de campesinos, pueblos indígenas, vecinos que exigen el cumplimiento de sus demandas, a través de algunas acciones de presión. Ya no se callan, ni tienen miedo.

Esto es parte de este proceso de empoderamiento y de asumirse como protagonistas de los procesos históricos, siendo la democracia su instrumento y el sistema político que les propició estos avances.

Claro, aunque a veces se van a los extremos para hacerse escuchar, como los bloqueos de caminos, que es una medida violenta e ilegal.

Hemos avanzado, pero queda mucho por hacer. Sin embargo, hay contradicciones importantes y tareas pendientes que debemos verlas sin miedo, ni prejuicios, ni dogmatismos:

1.- A partir de este ejercicio del poder de hace 15 años, los hijos y nietos de la democracia que son los gobernantes, deben ser los primeros de respetar y hacer respetar los derechos, obligaciones, deberes y responsabilidades de todo sistema de derecho y democrático. Pero desde el poder se vienen cometiendo una serie de acciones a un grupo de personas, que no son del entorno o del partido político de turno.

2.- La justicia como instrumento político para acallar al opositor, a los que protestan, en las cárceles hay varios de ellos. El caso de Cesar Apaza, dirigente cocalero, a quien no se comprobó ni un solo delito y sigue detenido, enfermo y con riesgos de su vida; la permanente y violenta polarización que vivimos desde el 2019, con el discurso oficial del golpe de Estado vs. al fraude electoral; el uso de las instituciones fundamentales como la Defensoría del Pueblo, Fiscalía, Tribunal de Justicia, Tribunal Constitucional para imponer el discurso oficial y las medidas que el poder quiere.

3.- El hacinamiento de las cárceles donde predominan presos sin sentencia judicial, siendo más del 80% con detención preventiva.

4.- La corrupción y los corruptos impunes y felices. Es mal de los gobiernos neoliberales, como del actual: la corrupción se campea entre sus oficinas y jefes, sin que la justicia ni nadie haga algo. Hay corruptos de cuello blanco, hay corruptos indígenas, corruptos campesinos.

Hay corrupción en el gobierno central, gobernaciones, municipios, en la policía, sistema judicial, en las organizaciones sociales, en las cooperativas de servicios, etc.

La corrupción es el peor azote a los derechos humanos y un golpe bajo a la democracia. Además del narcotráfico que se pasea por todo el país, sin que ni un solo pez gordo esté detenido o procesado.

5.- Los discursos y hechos racistas y de discriminación que lo usan ambos lados, para victimizarse y para imponer una idea, una opción. La Ley 045 tenía el objetivo de acabar con la discriminación y odio racial, taras sociales que las arrastramos desde la colonia, pero que a estas alturas, ambos factores han sido usados ideológicamente.

6.- El estado patriarcal y colonizador aún está intacto, a pesar de que un año se declaró como el Año de la Despatriarcalización que se demuestra en las estructuras políticas del poder, que cuando quiere agrede, hacer renunciar o usa a las mujeres que están en el campo político, sin que la justicia les haga nada. O cuando alguien del poder está involucrado en hechos de violaciones, pedofilia, violencia hacia la mujer, la justicia no les hace nada y ahí andan impunes y felices.

7.- Los derechos de la Madre Tierra y sus seres vivos, están siendo vulnerados de forma permanente: la explotación irracional del oro, la destrucción de bosques, la invasión de áreas protegidas, los avasallamientos, el uso de los indígenas, la deforestación y los incendios en los bosques, más aún la sentencia constitucional 0076/2023 establece que el patrimonio natural es responsabilidad y atribución exclusiva del Estado, según el Art. 346 de la CPE y con esto anula los alcances de la ley departamental cruceña 98 y del resto de los ocho departamentos para administrar los espacios territoriales de conservación, áreas protegidas o patrimonios naturales en su territorio autónomo. Con esta sentencia se da luz verde a la construcción de la carretera Las Cruces-Buena Vista, lo que afectará los acuíferos.

8.- ¿Y dónde está el periodismo a estas alturas de los 41 años de la democracia? Siempre debe estar presente, su rol es fundamental, pero bajo una consigna clara: servir al pueblo y a la verdad, no al poder de turno.

“Sí, gruñimos y mordemos. Sí, tenemos dientes afilados y un fuerte agarre. Pero somos el requisito indispensable para el progreso. Somos el antídoto contra la tiranía”, dijo el periodista ruso Dmitry Muratov, premio Nobel de la Paz, 2021.

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Hernán Cabrera es periodista y licenciado en filosofía

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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