Multimillonarios del Siglo XXI y su huella ecológica

Opinión

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Rubén Ticona Quisbert

Hace unas semanas, las redes sociales se inundaron con las declaraciones de la cantautora juvenil norteamericana Billie Eilish en los premios a la innovación de la revista Wall Street Journal. En dicho evento estaba presente el multimillonario Mark Zuckerberg. Durante su intervención, Eilish expresó: “Los quiero a todos, pero algunos aquí tienen mucho más dinero que yo. Si son multimillonarios, ¿por qué lo son? Sin ánimo de ofender, pero regalen su dinero, enanos”. Según medios de prensa, esta declaración no fue del agrado de Zuckerberg, quien hoy posee un patrimonio de 257 mil millones de dólares, siendo considerado por Forbes el tercer hombre más rico del mundo.

Este discurso no debe quedar como una simple anécdota. Más allá de la discusión moral o ideológico sobre si es correcto o no que unas cuantas personas concentren tanta riqueza, detrás de esas fortunas se esconde una sombra: el uso masivo de recursos para generar y mantener la riqueza extrema.

En 2025, 3.028 multimillonarios controlan 16,1 billones de dólares (Forbes). Esa cifra no solo representa poder económico, sino un drenaje colosal de recursos naturales, energía, agua y suelos.

Zuckerbergfundador de Meta (antes Facebook),apunta a dominar la Inteligencia Artificial. Pero la IA demanda cantidades gigantescas de electricidad y agua. El proyecto Hyperion, por ejemplo, podría escalar a varios gigavatios de energía (Meta mencionó configuraciones de 2 GW ampliables a 5 GW), una demanda comparable a la de ciudades enteras. A esto se suma la necesidad de fuentes de agua para enfriar los centros de datos.

Un caso alarmante ocurrió en el condado de Newton (EE.UU.), donde Meta construyó un centro de datos valorado en 750 millones de dólares. Poco después, los pobladores de comunidades aledañas reportaron: disminución trágica de agua potable en los hogares, aumento del 33% en el precio del agua municipal, pozos con sedimentos y agua no apta para el consumo, y el temor de escasez hídrica extrema para 2030 (New York Times, 2025).

Cada centro de datos de Meta consume 1,09 millones de litros de agua al día para el enfriamiento de las instalaciones.

Debido a estos conflictos generados en las comunidades y ciudades intermedias norteamericanas, las corporaciones tecnológicas están trasladando sus centros de datos a América LatinaMicrosoft, Google y Amazon ya proyectan expansiones en Chile, México y España.

El emporio de Jeff Bezoscon 239,4 mil millones de dólares y considerado por Forbes el segundo hombre más rico del mundo, muestra también otra cara ambiental. Su empresa Amazon es la máquina de consumo global más poderosa del planeta. Su modelo de negocio implica: millones de empaques diarios, transporte terrestre, aéreo y marítimo, y residuos plásticos en niveles históricos. Estudios sobre comercio electrónico confirman que empresas como Amazon son responsables de emisiones crecientes de CO, debido a envíos frecuentes, furgonetas de reparto, aviones de carga, embalajes desechables y sobre todo basura tecnológica en cajas que es destinado a países en vías de desarrollo. A esto se suma que Amazon, al igual que Meta, está invirtiendo masivamente en centros de datos para IA, ampliando su huella ambiental.

La relación entre Elon Musk el hombre más rico del planeta y América Latina es directa: las baterías que alimentan los vehículos Tesla dependen del litio extraído principalmente en Chile y Argentina.

En Argentina, por ejemplo:

• La empresa Livent proveedora de Tesla fue acusada de secar fuentes de agua en Trapiche, afectando flora y comunidades locales.

• En los salares del Hombre Muerto (Catamarca) y Olaroz (Jujuy), la extracción de litio ha dejado bofedales secos, fauna afectada y contaminación por metales pesados.

• La salinización del suelo ha reducido la producción de alimentos y alterado ecosistemas completos.

Organizaciones ambientalistas en ambos países denuncian que la extracción de litio está generando uno de los ecocidios más graves de la región.

Aunque muchos multimillonarios realizan actos de filantropía, estas donaciones u acciones no compensan los efectos negativos a la población y al medio ambiente.

Latinoamérica está hoy en la mira por la instalación de centros de datos y especialmente por el litio boliviano, y debemos evitar que nuestros ecosistemas terminen como el Salar del Hombre Muerto (Argentina), un caso emblemático de daño ambiental irreversible.

La historia ha demostrado que la “inversión extranjera” no siempre significa desarrollo para las comunidades; muchas veces solo beneficia a los gobernantes de turno.

En contraste, surgen figuras jóvenes que están rompiendo el silencio de la industria cultural. BillieEilish donó 11,5 millones de dólares a proyectos de justicia climática y reducción de contaminación. En el ámbito humanitario, Olivia Rodrigo (Ganadora de 3 premios Grammyes abiertamente opositora la intervención israelí en Gaza. Sabrina Carpenter(Ganadora de 2 premios Grammy) se pronunció recientemente contra Donald Trump por usar su música para promover redadas antinmigrantes, calificándolo como “malvado y repugnante”. Tres artistas jóvenes, exitosas y sin miedo a perder patrocinadores o contratos millonarios, eligen la ética antes que la indiferencia. Acciones como la de estas cantantes abren los ojos de las nuevas generaciones y generan preguntas que llevan a indagar y conocer la realidad del planeta Tierra, rompiendo la burbuja ideológica o del consumismo en la que habitamos diariamente.

El crecimiento de la riqueza extrema nos pone frente a una doble paradoja: el progreso tecnológico y de consumo que disfrutamos depende, cada vez más, de la degradación silenciosa de ecosistemas y comunidades. Pero existe una salida, y comienza por tomar consciencia.

La esperanza legítima descansa hoy en miles de jóvenes artistas, activistas y ciudadanos comunes que cuestionan este sistema desde los valores más humanos: solidaridad, justicia climática y preservación de la naturaleza.

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Rubén Ticona Quisbert es Economista y Activista del Colectivo Lucha por la Amazonia.

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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