Carlos Derpic
Hace ya varios años, se publicó el libro “Evadas, cien frases de Evo Morales Aima para la historia”, recopilación a cargo del periodista y poeta Alfredo Rodríguez, por entonces presidente de la Asociación Cruceña de Escritores. El autor aclaró que no incluyó análisis semiológicos ni lingüísticos, ni juicios de valor, sino frases «que no salen de la boca de cualquier ciudadano, sino de un líder que ha sido nombrado diez veces Doctor Honoris Causa por universidades de todo el globo».
En la obra, que se agotó rápidamente, uno encuentra “maravillas” que vale la pena recordar:
«El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres».
«Nuestros abuelos lucharon históricamente contra todos los imperios: imperio inglés, imperio romano, contra todos los imperios, y ahora nos toca luchar contra el imperio norteamericano».
«En países como Puerto Rico y Cuba los indígenas prefirieron autosuicidarse antes que ser esclavos de los españoles».
Por supuesto que el dictador venezolano Nicolás Maduro, ha superado al expresidente fugado y seguramente ganaría, hoy por hoy, un concurso de sandeces a nivel universal, pero no se trata solamente de evadas de palabra, que abundan, sino también de obra, que vienen de muchos años atrás.
Esto se confirma en la hora presente, en tanto en cuanto las palabras y las obras de Evo Morales continúan dando que hablar y continúan hundiendo al país poco a poco, día a día, a causa de las decisiones que adopta y ejecuta a través de sus seguidores, algunos de convicción y otros de obligación.
Hace veinticuatro días los sectores evistas han iniciado un bloqueo de caminos, que no fue nacional, pero sí suficiente para causar daños irreparables a la economía del país. El pretendido motivo de semejante acción tiene que ver con un supuesto reclamo por los problemas de la economía que atraviesa Bolivia, a raíz del fracasado modelo socio económico productivo comunitario que puso en marcha el MAS desde 2006, pero el pedido más fuerte es que se habilite a Morales para ser candidato en las elecciones de 2025. Y otro motivo, oculto, es que se suspendan las investigaciones que se están desarrollando por supuesta trata y tráfico de personas en que incurrió el “líder espiritual de los indígenas del mundo”.
Para ello, queda claro, se ha procedido a la organización de grupos armados irregulares en el Chapare, a la toma de cuarteles (con permisión de quienes podían y debían evitarla), a la victimización y al uso de la mentira, tan propia de desquiciados que son capaces de todo con tal de conseguir sus objetivos.
Al interior del teatro montado para intentar mostrar un supuesto magnicidio, del cual el héroe escapó cual Rambo, se han deslizado mentiras grotescas y contradicciones que tornan inverosímil lo sucedido. Dos vehículos, una mujer que grita, la supuesta víctima del magnicidio sin ponerse a buen recaudo dentro del vehículo, órdenes de que bloqueen porque lo quieren detener, un herido en la nuca (cuando los disparos supuestamente vinieron de frente) que sigue manejando como si nada …
Y, luego, las contradicciones: disparé, estaba desarmado, no hablo bien castellano (debió agregar que no habla nada quechua no aimara), no tengo armas, tengo dos escopetas (una enviada por el ministro de Gobierno).
La engañifa, cuando el mandamás pide suspender los bloqueos (visto ya su fracaso) e iniciar una huelga de hambre, para que el “estado mayor del pueblo”, al cual supuestamente obedece, diga que no, que sigan los bloqueos.
El pedido de que autoridades del Ejecutivo y embajadores renuncien, que mereció una reverenda mandada al carajo.
Y, por supuesto, las amenazas: “si me detienen habrá un levantamiento indígena militar” o, en otras palabras, “después de mí, el diluvio”.
Le va a costar a Morales admitir que ya no es el que fue, y reconocer que mucha gente que en el pasado lo aplaudió, prohijó y alcahueteó, se ha dado cuenta de la realidad y ya no piensa de él como antes.
Su bloqueo se ha circunscrito casi exclusivamente a Cochabamba, con dos o tres puntos en otros departamentos, y ha sido ejecutado con gente que no es de los lugares de bloqueo (como pasó en Senkata y Sacaba en 2019). El gobierno ha decidido desbloquear los caminos con acciones disuasivas de la Policía Nacional y la Policía Militar, impidiendo de este modo que su adversario hable de masacres, aunque, por supuesto, no es para nada descartable que aparezcan muertos por “fuego amigo”, lo que será utilizado por el inefable Morales para victimizarse aún más.
Por el momento, fuera de Bolivia, donde todavía moran ingenuos que creen en un “proceso de cambio” que no fue tal, excepto la situación económica y status de unos cuantos vivillos, la opinión va cambiando para mal de Morales. Estos ingenuos no entienden cómo es posible que el ex presidente esté haciendo lo que está haciendo estos días.
Estamos viviendo el ocaso de alguien que pudo haber hecho mucho, pero no hizo nada; de alguien que se creyó insustituible y pensó que era verdad lo que le decían sus áulicos. Así no más es, Morales es un mortal como cualquiera.
–0–
Carlos Derpic es abogado
Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.