Sonia Montaño Virreira
“A los efectos de la presente Declaración, por «violencia contra la mujer» se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Declaración sobre la eliminación de la Violencia Convención para la eliminación de toda forma de disriminación hacia la Mujer CEDAW
La semana que concluye en Argentina ha sido invadida por la aparición de varios chats que la esposa del ex presidente Alberto Fernández enviaba a su amiga y también secretaria de su agresor, donde se ven imágenes semejantes a las que a diario se difunden dando cuenta de la violencia que forma parte de la cadena de desigualdades que derivan en feminicidios.
La impunidad es un rasgo común en la mayoría de los países. Por eso la posibilidad que sea condenado un hombre poderoso abre una ventana de optimismo. El caso que nos ocupa tiene la particularidad de tener como protagonistas a personajes que forman parte del grupo de poder que gobernó el país vecino los últimos 24 años y más específicamente los últimos catorce del kirchnerismo en que se aprobaron leyes y políticas contra la violencia, por la despenalización del aborto y otros derechos. Ha sido tan amplia la cobertura en ese país que los juegos olímpicos y hasta la búsqueda del niño Loan desaparecido hace casi dos meses quedaron opacados.
Fernández se suma a Daniel Ortega quien abusó sexualmente de la hija de su malvada mujer, a Evo Morales sobre quien pesan acusaciones de pedofilia, la existencia de un hijo nacido y desaparecido, para no mencionar sus frecuentes agresiones verbales contra las mujeres. Aficionados a mujeres jóvenes, infieles y mentirosos, los tres son una muestra del machismo que impera en nuestros países. Un tema de reflexión que surge en el contexto de polarización política en un caso, o de autoritarismo y violación a los derechos humanos en los otros, es saber cuanto de la censura social es resultado de las luchas feministas o de un oportunismo político de los adversarios de Fernandez, quien a diferencia de Morales y Ortega, tiene su poder disminuido. Quizás un poco de ambas cosas hayan influido. Escuchar a dirigentes argentinos que “a la mujer siempre se le cree” refiriéndose a la ex “primera dama “ cuando hace poco callaban abusos de gobernadores y un diputado, da la impresión de que están haciendo leña del árbol caído. No importa. Ante los hechos se debe aplicar la ley.
A Fernandez además lo están investigando por graves casos de corrupción – de hecho es en el marco de una investigación sobre eso que se descubrieron los chats- poniendo en evidencia la fractura que hay en el peronismo. Cristina Kirchner que fue quien lo puso en el poder, como hizo su amigo Evo con Arce ha aprovechado para recordar que ella fue la mejor presidenta diciendo : “Alberto Fernández no fue un buen presidente. Tampoco lo fueron Mauricio Macri o Fernando De La Rúa, sólo por mencionar a los que desempeñaron su mandato en lo que va del siglo XXI.” Luego continúa en su cuenta de X: “Las fotos de la Sra. Fabiola Yañez con hematomas en su cuerpo y rostro junto a los chats publicados que revelan el diálogo entre ella y el ex Presidente, no sólo muestran la golpiza recibida, sino que delatan los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana”. Cierra su mensaje recordando que ella también fue víctima.
Nuevamente, ¿lo hace por convicción feminista o por oportunismo? Es irrelevante, siempre y cuando la justicia argentina, que es menos mala que la boliviana y nicaragüense, lo juzguen justamente. Cierra el mensaje declarándose ella misma víctima de violencia sin expresar solidaridad con la víctima de Fernandez. Me pregunto qué habría dicho la ex presidenta si los hechos habrían sucedido cuando su delfín aun gobernaba. Tal vez habría ocurrido lo mismo que en Bolivia, donde los partidarios de Morales miraron a un costado y aplaudieron su machismo, incluidas las mujeres de su gabinete y de su partido; o tal vez la represión contra las feministas y defensoras de derechos humanos hubiera adquirido la gravedad de Nicaragua.
Los numerosos estudios sobre violencia contra las mujeres y niñas, dan cuenta de que ésta es la forma más universal de violación de los derechos humanos. No reconoce ni clase, ni edad, ni etnia ni educación- Ha sido – y esto es importante recordar- gracias a las luchas feministas que la violencia contra las mujeres se ha reconocido como un delito de orden público y que el estado es garante de su protección. En muchos países se ignoran las convenciones como la CEDAW y Belem do Pará de las que son signatarios y hasta sus propias leyes pues sigue vigente la idea de que en un caso de violencia en la pareja no se debe intervenir. Falso. Si bien se delimita, con fines analíticos, las esferas en las que se ejerce la violencia, no es el espacio físico donde se realiza la violencia el que la define, sino las relaciones de poder que se producen y la naturaleza de las relaciones interpersonales de las víctimas con sus agresores. Por tanto no importa el lugar donde la mujer fue golpeada, insultada o encerrada, ella está siendo víctima de una violación a sus derechos y así lo establecen la mayoría de las leyes en la región. Ser presidente, lo hace aún peor.
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Sonia Montaño es socióloga jubilada y feminista por convicción.
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