Hernán Cabrera M.
El 10 de diciembre de 1948 en París estaba presente la delegación del gobierno boliviano. Sin temblar el pulso estampó su firma en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Organización de las Naciones Unidas. A partir de ahí, los gobiernos firmantes adoptaron un firme compromiso de garantizar los derechos humanos para uno de sus habitantes.
El mundo ante el reto de dejar atrás las guerras, las luchas fratricidas, los genocidios, las torturas, las injusticias, las violencias, la intolerancia, el odio. Sin duda, hubo avances importantes en el contexto internacional.
En Bolivia debemos estar contentos y satisfechos porque el Estado Plurinacional es robusto en materia de derechos humanos, nos garantiza a todos y todas el goce y su cumplimiento. Así lo establecen los más de 70 artículos de derechos humanos de la Constitución Política del Estado, las más de 100 leyes que hablan y garantizan nuestros derechos, otorgando responsabilidades para las instituciones del Estado, organizaciones sociales, medios de comunicación, sistema educativo, universitario, empresarios, sindicatos y otras instancias.
Incluso el Estatuto Autonómico Departamental instituye la Defensoría de los Derechos Humanos de los cruceños y cruceñas, pero el mismo no se dio cumplimiento a pesar de la vigencia de este instrumento desde el 2018. Mientras más instituciones a nombre de los derechos humanos existan es mejor para el ciudadano.
En Bolivia hay un combo de leyes, institucional y de responsabilidades que le dicen al ciudadano que todos somos iguales ante la ley, que todos tenemos derechos a la vida, justicia, a la paz, a la educación, a la salud, a la libertad, a la información, al trabajo, al medio ambiente e incluso cada grupo social tiene su ley: los indígenas, diversidad sexual, personas con discapacidad, adultos mayores, mujeres, niños, niñas y adolescentes, personas con VIHsida, campesinos, jóvenes y otros, que sin duda, se encuentran empoderados y con justa razón.
Además, el Estado boliviano ha suscrito más de 20 tratados internacionales de derechos humanos vinculantes y de cumplimiento obligatorio. Como verás mi amable lector, Bolivia es un país progresista en derechos humanos, que cuenta con toda la estructura institucional, legal e internacional que se refleja en su Carta Magna: “Los derechos reconocidos por esta Constitución son inviolables, universales, interdependientes, indivisibles y progresivos. El Estado tiene el deber de promoverlos, protegerlos y respetarlos”. (Art. 13).
Pero la realidad está ahí y surgen las contradicciones, las dudas, las interrogantes, las estadísticas, los hechos de un rosario de vulneraciones a los derechos humanos y de incumplimiento por parte del Estado Plurinacional y de sus instituciones, como el sistema judicial, la policía, los ministerios, alcaldías, gobernaciones que son los principales violadores a los derechos humanos.
De ahí que nos preguntamos y les preguntamos al conjunto de actores sociales, políticos, autoridades, padres de familia, dirigentes una batería de cuestionamientos que servirán para reflexionar juntos sobre el estado actual de los derechos humanos en este país:
¿Por qué los seres humanos violan las leyes en las que ellos mismos creen? ¿Quiénes violan más las leyes: el ciudadano, el presidente, ministros, alcaldes, gobernadores, fiscales, policías, magistrados, gerentes, empresarios, los extraterrestres….? ¿Por qué en Bolivia van en ascenso las violencias contra la mujer y las violaciones a NNA, acaso no hay leyes, instituciones, sanciones? ¿Es difícil o imposible cumplir y hacer cumplir el amplio catálogo de derechos humanos en el Estado Plurinacional? ¿Quiénes vulneran más los derechos humanos? ¿Esas leyes se cumplen, son eficaces, se acatan? ¿Las instituciones cumplen con su rol frente a los DDHH? ¿Son suficientes estas leyes para fortalecer los derechos humanos? ¿Qué rol juega el ciudadano en esta estructura legal e institucional?
¿Para qué sirven los derechos humanos?, se preguntará Ud, amable lector. Y me permito recordarle una frase de Rolando Villena, defensor del Pueblo, (2010-2016): “Este día y cada día es para demandar, reclamar y exigir que los derechos dejen de ser enunciados abstractos, ideales etéreos y leyes que no se cumplen y se tornen en realidades comprensibles, exigibles y practicables”.
Tus derechos humanos no son abstracciones, ni están en algún lugar del firmamento, ni son imposibles de alcanzarlos. Son nuestras realidades y condiciones para el bienestar, la paz y el desarrollo de cada uno de nosotros. Son tuyos y de la comunidad en que vives.
Ojo que los derechos humanos no están bloqueados ni cercados y cuando algún sector realiza un bloqueo está atentando contra los derechos de los otros y su accionar es ilegal y violento.
Los derechos humanos no son privilegios de nadie, ni mecanismos de presión para conseguir algo específico. Pero hay sectores que son privilegiados en Bolivia, recibiendo sedes sindicales, perdonazos de deudas, créditos, regalos, etc.
Los derechos humanos no son un regalo del poder político, no es una concesión de algún caudillo, mesías o presidente de turno. Es una conquista de la lucha del pueblo. No son de propiedad de ningún gobierno, caudillo, jefe o poderoso.
Los derechos humanos no excluyen a nadie, sino incluye a todos. Los principios de la Declaración Universal y de la Constitución de Bolivia se basan en que los derechos fundamentales no hacen distinción de raza, nacionalidad, credo o sexo.
Los derechos humanos no se necesita permiso para ejercerlos y exigir su cumplimiento y arrancarle al Estado las garantías para acceder al conjunto de los derechos humanos
Los derechos humanos no enfrentan, ni confrontan. Varios sectores a nombre de la discriminación y racismo han confrontado y el poder ha dividido y polarizado el país: collas vs. cambas, indígenas vs karay, campesinos vs productores, interculturales vs indígenas, trabajadores vs empresarios.
Los derechos humanos nos hacen más humanos y más dignos.
En el Estado Plurinacional no debe haber excusas para la violación de los derechos humanos, ni para el encubrimiento, ni para la indiferencia. Ni para la impunidad, ni para los padrinazgos, ni para las complicidades.
¿Qué hacer para que todo eso se cumpla, para que ese conjunto de leyes integrales se hagan realidad y no veamos cada día mujeres asesinadas, niñas violadas, niños asesinados, adolescentes desaparecidas, jóvenes desempleados, largas filas en los centros de salud, incendios forestales y destrucción de la Madre Tierra y de sus seres vivos, violencia política, hechos de corrupción y corruptos impunes, ejército de personas adictas a la droga y al alcohol, políticos violadores y pedófilos, procesos indebidos de la justicia, abusos del poder, etc?
El camino es sencillo para cumplir y hacer cumplir las más de 100 leyes de derechos humanos, empezando por la CPE. Que las instituciones del Estado cumplan con su rol y responsabilidades: Defensoría, Fiscalía, TSJ, Municipios, gobernaciones, etc. Ser solidarios y asumir los riesgos. La ruta es el respeto de los derechos humanos, es lo que todo Estado democrático debe optar.
Los derechos humanos nos ayudan a responder a las prioridades inmediatas y a desarrollar estrategias de prevención para el futuro. Los derechos humanos son realidades concretas, son condiciones favorables y son hechos que impulsan condiciones de vida más adecuadas, más justas, más humanas.
Los derechos humanos sirven para cada día de nuestras vidas y que esas vidas no suframos discriminación, exclusiones, postergaciones, abusos, miedos, golpes, carencias, burlas, violencia, hambre, torturas, juicios amañados, sentencias injustas. Sin justicia accesible e imparcial no hay resguardo a los derechos humanos.
Nos hacen más humanos, más personas, más decentes los derechos humanos. La lucha por los derechos humanos es fundamentalmente social y política, porque se trata de acabar con todo lo que denigre, destruye y mata al ser humano.
Concluyo con ese mensaje de Stéphane Hessel, uno de los redactores de la Declaración Universal de DDHH: “Es un mensaje de esperanza en la capacidad que tienen las sociedades modernas para sobrepasar los conflictos por medio de una comprensión mutua y de una paciencia vigilante. Para llegar a ello, es necesario basarse en los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No debemos consentir la transgresión de estos derechos”.
Así es mi estimado amigo, Bolivia es el Estado de los derechos humanos, así que no se quede con los brazos cruzados, ni tenga miedo, ni sea indiferente. Ejerza cada uno de los derechos humanos que la Constitución le garantiza. No pida limosnas.
–0–
Hernán Cabrera M. es periodista y Lic. en filosofía
Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.